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Missa, quien solo estaba acompañado de su espada y una esperanza de terminar con todo este sufrimiento, se dirigía a toda prisa por el obscuro manto de la noche a traves del bosque y campos desolados.

Ni una sola alma se atrevia a salir de noche en un mundo lleno de peligros, pero para su sorpresa, incluso esos mobs tan peligrosos parecian haber desaparecido ante su prescencia.  Asi dejando el camino libre hacia el destino que lo esperaba en las coordenadas donde lo aguardaban sus antiguos captores.  

Mientras avanzaba con determinación pudo escuchar nuevamente el sonido emanando desde el cielo que anunciaba una muerte más en este mundo, esperando lo peor, reviso su intercomunicador solo para encontrarse con la noticia que se trataba de Shadoune quien finalmente habia puesto un punto final a su sufrimiento. 

Suspiro pesadamente y dejando de lado su faceta mas humana, la cual era preocuparse y regresar a ver como se encontraba su amigo. Sin mas, continuó, sin dar un paso atras hasta que finalmente parecio acercarse al lugar donde todo tendria su fin. 

Para su sorpresa, aquellas coordenadas dejaban a la vista un desierto totalmente desolado, el amanecer lo tomo por sorpresa asi cegando por un momento su vista, se cubrio con una de sus manos mientras intentaba divisar en donde podrian estar sus compañeros. Pero sin esperarlo una voz ya bien conocida para él, lo sorprendio a sus espaldas.

— Vaya, vaya, ¿así que el conejito ha decidido dejar la madriguera? — Se burló 8cho, cruzándose de brazos — Creí que te habías quedado escondido detrás de tus nuevos amiguitos. Ja! Al menos de los que te quedán. — 

Jokki, quien se encontraba a su lado, soltó una risa desdeñosa y observó a Missa con desprecio.

— ¿Qué, vienes a pedir perdón por habernos traicionado, niño? — Añadió Jokki, aferrando su espada — Lástima que ya es tarde para eso. — 

Missa no respondió. No había palabras que pudieran expresar el fuego que sentía arder en su interior. La humillación, el dolor y el miedo que habían marcado su vida desde que 8cho y Jokki lo tomaron bajo su yugo ahora se convertían en algo distinto: en una rabia silenciosa que no requería palabras. Alzó su espada y adoptó una postura firme.

— No estoy aquí para pedir perdón — Respondió, su voz como el filo de su espada— Aqui estoy, para mostrar de lo que soy capaz. — 

8cho y Jokki intercambiaron una mirada rápida antes de lanzarse al ataque, confiados en su superioridad. Missa, aunque solo y ligeramente tembloroso, permaneció inmóvil hasta el último momento. Con precisión y rapidez, bloqueó el primer golpe de Jokki, desviando su espada y lanzando un contraataque que cortó la armadura del otro.

El combate se desató como una tormenta. Missa se movía con agilidad, esquivando los ataques y manteniéndose siempre un paso adelante. A cada golpe, su mente se llenaba de recuerdos de las noches de abuso y tortura, de las burlas y los castigos que había soportado. Pero ahora, esos recuerdos ya no lo debilitaban; ahora lo hacían más fuerte.

Sin embargo, la fuerza y la habilidad de sus oponentes eran formidables. En un momento, Jokki logró darle un golpe en el costado, haciéndolo tambalearse y soltar un gruñido de dolor.  El mexicano sintió la sangre correr por su costado, pero no se detuvo. Se recompuso rápidamente y lanzó un contraataque feroz, cortando el brazo de Jokki y obligándolo a retroceder.

8cho lo atacó con fuerza, intentando llevarlo al suelo. Sus palabras eran un veneno constante.

— ¿De verdad crees que podeis con nosotros? — Se burló 8cho, su mirada fría y sin compasión—. No sois nada sin nosotros, siempre fuiste solo un peón débil e inútil. — 

ᴇɴᴛʀᴇ ᴇʟ ᴅᴏʟᴏʀ ʜᴀʏ ᴀᴍᴏʀ |ᴍɪssᴘʀᴇᴇɴ|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora