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Mientras 8cho lo guiaba a través de los oscuros y enmarañados pasillos de la base subterránea, Missa no bajaba la guardia. Aunque la promesa de ver a sus amigos lo impulsaba a seguir, no confiaba ni por un segundo en 8cho ni en Jokki, quienes lo habían manipulado antes. Sin embargo, el deseo de liberar a Spreen y Quackity lo mantenía enfocado en su objetivo.

Aunque sin saberlo, Missa aprovechando que tenia a sus enemigos por delante de él, comenzo a dejar un fino rastro de polvorá por toda la base. Ninguno de los presentes lo habia notado, aún.

Finalmente, llegaron a una gruesa puerta de metal al final de un pasillo oscuro y estrecho. 8cho se detuvo frente a ella y sonrió con una expresión maliciosa.

— Aquí es, Missa. — Dijo 8cho, su voz impregnada de sarcasmo — Verás. los habriamos cuidado mejor.. pero, no cooperaron. —

Missa, ignorando la burla, mantuvo su espada lista mientras 8cho abrió la puerta con clave. El rechinido de la puerta resonó en la cámara silenciosa hecha de obsidiana reforzada, mientras el corazón de Missa latía con fuerza. Cuando la puerta se abrió por completo, vio a Spreen y Quackity en el interior, encadenados a la pared, con los rostros magullados y un hedor a muerte que emanaba de la sala.

— ¡Missa! — Exclamó Spreen, su tono mostraba una mezcla de alegría y enojo. — ¿¡Que carajo haces aqui!? —

— ¿M-missa? Sabía que vendrías — Murmuró Quackity en voz baja, casi imperceptible, con una leve sonrisa de alivio en su rostro. Aunque era el mas lastimado pues apenas y podia sostener la mirada hacia la puerta.

Pero justo en ese momento, mientras Missa daba un paso hacia ellos, sintió un movimiento a su espalda. Antes de que pudiera reaccionar, Jokki y 8cho, que habían esperado su oportunidad, se abalanzaron sobre él. Jokki le propinó un fuerte golpe en el costado, donde ya estaba herido, mientras que 8cho aprovechó para intentar arrebatarle la espada.

Missa cayó de rodillas, jadeando por el dolor y el impacto. El sabor metálico de la sangre llenó su boca, y su visión comenzó a nublarse. Jokki se rió, burlándose de su debilidad.

— ¿De verdad pensaste que íbamos a entregarte a tus amigos así de fácil? — Se burló Jokki, con una sonrisa maliciosa mientras lo rodeaba como un depredador acechando a su presa.

8cho también se unió a las risas, acercándose a Missa y mirándolo desde arriba.

— ¿Pensabas que ibas a salir de aquí como un héroe, Missa? — Susurró con crueldad. — Eres el mismo peón que siempre hemos manejado. —

Con un esfuerzo tremendo, Missa apretó los dientes y se levantó, aún tambaleante. Los ojos de Spreen se abrieron en alerta, viéndolo prepararse para el contrataque.

— Tal vez tengas razón... — Murmuró Missa, mientras bajaba la mirada, su espada cayó al suelo mientras sus ojos se cristalizaban ante sus captores. — No he cambiado y soy el mismo de antes. —

Su voz se quebró mientras llevaba sus manos a sus ojos, limpiando las lagrimas que estaba derramando. Aquella escena dejo a todos en silencio, menos a Spreen que comenzó de inmediato a maldecir y gritarle a su compañero.

— Missa, ¿Pero que decís?, ¡No es momento para tus boludeces! ¡Paraté y acaba con ellos dos! ¡No seas un cobarde! — Reclamó.

— ¡Cállate! ¡Solo cállate, Spreen! ¡No quiero escucharte! ¡Te odio! Eres un egoísta, solo te importa ganar y hacerte ver bien, sin importar los sentimientos de los demás. — Respondió con impotencia.

La declaración dejo helado al Argentino que simplemente se quedo callado, tratando de asimilar lo que estaba pasando. Por primera vez en mucho tiempo sentía esas palabras golpeando su ego, su corazón, sintiendose pisoteado por quien estaba enamorado. Sin embargo, no les daría el gusto a sus enemigos de verlo quebrarse, endureció su rostro y acepto su derrota en silencio.

ᴇɴᴛʀᴇ ᴇʟ ᴅᴏʟᴏʀ ʜᴀʏ ᴀᴍᴏʀ |ᴍɪssᴘʀᴇᴇɴ|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora