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La incomodidad en el ambiente era casi palpable, por lo menos para mí. Red y yo estábamos una alado de la otra en el sofá de su casa, Red en un sillón aparte, y las tres teníamos una sonrisa dibujada en el rostro. La de mi prima era tensa, y estirada, como si no estuviera del todo contenta por estar ahí. Seguramente ese era el caso, ya que estoy convencida de que verme con pareja antes que ella no entraba en su top cinco de cosas que más le gustaban. La sonrisa de Red reflejaba una mínima diversión; se ve que le hacía gracia tener a dos chicas que claramente se estaban retando con la mirada en el mismísimo sofá de su casa. Y luego estaba mi sonrisa, que estoy segura de que era el vivido reflejo del pánico.

No es como si Red y yo hubiéramos establecido muchos detalles de nuestra supuesta relación cuando vino a aceptar el trato. Sí, claro, quedamos en cómo nos conocimos, en que apodos utilizar cuando estuviéramos juntas y alguna que otra cosa más, pero ahora Dizzy nos estaba pidiendo mucho más que eso. Quería detalles, y no íbamos precisamente sobrados de ellos. La verdad era que no sabía en qué momento me había parecido buena idea aparecer en casa de Red para presentársela a mi prima. Creo que había sido una cuestión de orgullo del momento, pero ahora solo deseaba poder estar en casa, lejos de este lio.

—¿Y bien? —Empezó Dizzy—. ¿Cómo se conocieron?

Mire a Red brevemente mientras suspiraba. Bien, la primera pregunta era fácil, ya que la teníamos controlada. Ella arqueo las cejas formulando una pregunta silenciosa: ¿Quién iba a contestar? Yo simplemente hice un movimiento de cabeza, indicándole que le hiciera el.

Red le conto lo que habíamos ensayado; que íbamos a la misma clase desde hacía tiempo pero que nunca habíamos hablado realmente hasta que, un día, ella tomo la iniciativa y me confeso que le gustaba desde el tercer curso. Yo asentía internamente con cada frase, como si estuviera premiándole por haberlo dicho todo bien del tirón.

—Incluso me atreví a decirle que en un futuro ganara la medalla Fields. —Termino Red, dedicándome una sonrisa—. Va a ser toda una campeona.

Apreté los labios para ocultar una sonrisa que quería aparecer en mi rostro, y es que el hecho de que Red recordara como le había corregido cuando me había dicho que ganaría el Premio Nobel de Matemáticas me había sorprendido. Ni siquiera pensé que se acordaría de que se llamaba Medalla Fields. Red se fijó en mi reacción y me pasó un brazo alrededor de los hombros para acercar mi cuerpo al suyo y estrecharme con más fuerza de la necesaria. Con una sonrisa forzada por la incomodidad de la situación, acepte el gesto, pero, en cuanto Dizzy desvió la mirada un segundo, le pegue un golpe a Red en la pierna para que me soltara.

—Que lindas —comento mi prima con los ojos entornados—. ¿Entonces resulta que tengo una prima cerebrito y ni siquiera yo lo sabía?

Red miro a Dizzy y luego a mí, alternando la vista entre nosotras un par de veces más. Sonrió con orgullo y clavo la vista en mis ojos con expresión de advertencia antes de llevar su mano a mi rodilla. Me recordé que debía agradecerle más tarde que me hubiera avisado con la mirada antes de tocarme así, pues, de no haberlo hecho, seguramente le habría soltado un puñetazo por la impresión.

—Es la más lista del instituto, eso sin duda. —empezó a explicar Red. Yo me quede mirándole fijamente, muy interesada en lo que pudiera decir a continuación—. Tendrás que verla en clase; la forma en que muerde el bolígrafo cuando está concentrada, como tamborilea con los dedos sobre la mesa mientras sus ojos recorren a toda prisa los enunciados que tenemos que responder, y como se le ilumina la mirada cuando termina los ejercicios que nos mandan. Es una pasada.

Creo que, si no hubiese estado mi prima delante, habría dejado caer la mandíbula del asombro que sentí al escuchar las palabras de Red. Era verdad que mi cociente intelectual era más elevado que incluso el de algunos profesores, pero eso no lo sabía nadie más que mi familia más cercana y mis dos amigas. O eso había creído. Para darle más emoción y realismo a la situación, alargue el brazo y coloque mi mano sobre la de Red, que seguía descansando sobre mi rodilla. Con más torpeza de la que me habría gustado, entrelace sus dedos con los míos y le regale una sonrisa sincera. Esta vez fue el quien se sorprendió ante mi gesto.

Do we have a deal? Chloe/RedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora