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—Entonces, ¿falta mucho? —preguntó por enésima vez Jay. Yo puse los ojos en blanco desde el asiento del copiloto, asegurándome de que él no pudiese verme.

—Eres mi mejor amigo, pero te juro que como vuelvas a preguntarme de nuevo, te golpearé —dijo Red. Ella iba conduciendo en su jeep, y a cada comentario de Jay, notaba cómo agarraba el volante con fuerza.

—Siempre podrías dejarme conducir... —sugirió el moreno desde atrás, ganándose una mala mirada de Red por el retrovisor—. No he dicho nada, descuida.

—Sabes que Jabberwocky es mi bebé, solamente yo puedo tocarlo.

—¿Jabberwocky? ¿Bebé? ¿Con qué clase de depravada estoy saliendo? —pregunté asustada. ¿Quién ponía un nombre a su atrofiado jeep? Solamente Red, por supuesto.

—¿Pueden hablar más bajo? Intento dormir —comentó Jane, casi por primera vez en el viaje.

—Está bien. —dijimos los tres al unísono. Sonaba como si Jane fuese la mamá enfadada regañando a sus hijos, era gracioso.

Sin embargo, entendía su incomodidad. Ir atrás con Jay no debía ser lo que más desease, y menos si quería que le dejase de gustar. Ella y Loonie habían echado a suertes a quién le tocaría venir en el jeep, y le tocó a ella. Loonie se encontraba en el coche de delante, con Dizzy y Carlos. ¿Qué hacía con ellos? Bueno, resulta que nuestro querido inglesito tenía familia en Estados Unidos, no muy lejos de Auradon. A modo de agradecimiento por haberle aceptado en el grupo -cosa que no recordaba haber hecho-, nos había invitado a pasar un fin de semana en la casa de montaña de su familia, vacía en estos momentos. A mí no me hacía mucha gracia, pero claro, mi prima estaba emocionada. Cualquier excusa era buena para pasar un rato al lado del peliblanco.

Ella y Carlos parecían ser los únicos interesados por esto, en principio. La tensión seguía estando presente, y el saber que íbamos a estar casi cuarenta y ocho horas juntos no ayudaba mucho.

Observé cómo el paisaje de la carretera iba cambiando según nos íbamos alejando del pueblo, volviéndose más rural. Tras haberme cansado de mirar por la ventana, miré hacia atrás, donde mis amigos dormían. Jane tenía su cabeza apoyada en el hombro de Jay, y este la cabeza sobre la de ella. Así juntos me podían parecer una auténtica pareja, sin dudarlo. Sonreí tristemente al recordar la verdadera situación antes de girarme y mirar hacia delante. Sentí una mano posarse sobre la mía, y giré mi cabeza hacia el lado del conductor.

—¿Estás bien?

—Sí, claro. Solamente pensaba —concluí.

—No debes preocuparte, tú ya has hecho lo que has podido, ahora es cuestión de tiempo que todo se arregle. —Sonreí tímidamente a Red, gesto que me devolvió—. Tú también deberías dormir, si quieres.

—No es justo que seas la única despierta. Así te hago compañía.

—Chloe, duérmete, por favor. Te he visto bostezar un par de veces, sé que estás cansada. —Antes de responder, Red quitó su mano de encima de la mía, dejando una sensación de vacío.

—Está bien. Pero solo unos quince minutos, no quiero que hagas esto sola.

—Descansa, pequeña.

Poco a poco fui cerrando los ojos hasta caer finalmente en los brazos de Morfeo. Cuando me desperté, el coche estaba parado y yo estaba tapada con una manta. Red debía haberme tapado nada más quedarme dormida. No pude evitar sonreír, esta chica era un verdadero encanto. Me fijé en el exterior; habíamos llegado a la casa. Abrí la puerta del jeep y bajé dando un pequeño saltito, ya que estaba algo alto para mí. Todos se encontraban hablando a tan solo unos metros, y al oírme bajar se acercaron a mí.

Do we have a deal? Chloe/RedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora