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Estaba nerviosa. Sabía perfectamente que no tenía ningún motivo para que esto fuera así, pero aun así lo estaba. Solamente iba a salir con Red. A una cita. Con mi novia. Hacía tan solo unas semanas nunca habría pensado que Red pudiera ser mi novia, mi verdadera novia, y mucho menos tener una cita con ella.

Se podía decir que era un auténtico manojo de nervios, paseando de lado a lado en mi habitación. Decidí salir ya de casa, porque no podía tranquilizarme, no podía tranquilizar a mi corazón que latía como un loco.

En el momento en que abrí la puerta de entrada, mis ojos se encontraron con otros ojos color miel, aquellos que conocía tan bien que podría dibujar sin mirarlos.

—Red. —dije con sorpresa, como si no me esperase su visita—. Qué pronto.

—Bueno —dijo ella, aclarándose la garganta—, he pensado que mi novia querría que fuera puntual. —La palabra novia me causaba escalofríos, pero a la vez era lo que más me gustaba escuchar.

—Claro, lo que sea para estar más tiempo contigo —respondí nerviosa.

Red me miraba como si fuera lo más bonito del mundo y, aunque solamente fuera por unos segundos, lo sentía así. Ella sonrió antes de acercarse a mí a depositar un largo beso en mis labios.

—Vámonos a nuestra cita —dijo con alegría—. ¿Estás preparada, pequeña?

—Estoy lista si tú lo estás. —Ambos sonreímos antes de caminar hacia el tan famoso jeep. Red, como caballeresca que era, me abrió la puerta antes de entrar por la suya. Una vez arrancó su coche, Red giró un poco la cabeza para mirarme.

—Estás preciosa, aunque creo que eso es algo obvio a estas alturas. —Yo sonreí tímidamente ante su comentario, para después pasarme un mechón de mi cabello detrás de la oreja.

—¿Dónde vamos, amor? —pregunté colocándome la falda.

—¿Te acuerdas de nuestra primera cita? Aquella en la que quedamos juntas simplemente porque queríamos.

—Sí, la de la tienda de muebles. —No podría olvidar esa cita, que en principio no lo era. Pasamos el día hablando de cómo sería nuestra futura casa—. Recuerdo que fue un día increíble, me lo pasé muy bien. Excepto...

—Excepto por el no beso. —terminó de decir Red por mí. Yo asentí.

—¿Por qué te apartaste, Red?

—Tenía miedo. —admitió ella, sin dejar de mirar la carretera—. Mi corazón se aceleraba cuando estaba contigo y yo no era estúpido. Sabía que me estaba enamorando de ti.

—¿Por eso no me besaste? ¿Porque no querías hacerlo?

—Claro que quería hacerlo, Chlo. Pero en tu cabeza solamente estaba Melody y me dolía. Solo quería que tuvieras ojos para mí, así como yo los tenía, los tengo, para ti.

—No puedo hacer nada para cambiar el pasado —comencé a decir—, pero puedo vivir el ahora. Y el ahora eres tú, Red. ¿De qué tienes miedo?

—De que me olvides, me cambies por otra Melody. —Sus palabras me dolían. ¿De verdad pensaba que podría cambiarle?

—Red, ninguna Melody ni similar puede cambiar lo que siento por ti. —Red aparcó el coche, pero yo seguí hablando—. Yo te quiero a ti. Nada va a cambiar eso. —La mirada de Red se iluminó tras mis palabras.

—¿De verdad? —Yo asentí con una gran sonrisa—. ¿Incluso con mis bromas y mi sarcasmo?

—Creo que ahora es de las dos, se me ha pegado bastante. Pero sí, te quiero así, no cambiaría nada.

Do we have a deal? Chloe/RedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora