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El estridente pitido del despertador me obligó a abrir los ojos. Al principio, no reconocí dónde estaba, ya que las paredes que me rodeaban no eran las de mi habitación, eso seguro, y las sábanas de Star Wars tampoco eran precisamente las que yo habría elegido como mías. Giré la cabeza en busca de la fuente del sonido y vi que estaba durmiendo al lado de Red. Solamente entonces recordé por qué estaba ahí y todo lo que había pasado la noche anterior.

Al comprobar que Red parecía ser inmune al ruido de la alarma -¿cómo lo haría para llegar todos los días puntal a clase?-, empecé a sacudirle levemente el brazo en un intento de despertarlo.

—Red, está sonando el despertador —dije en voz baja, ya que no sabía de qué humor se despertaría este chico por las mañanas—. Está en tu lado, tienes que apagarlo.

Lo único que recibí como respuesta fue un leve gruñido por su parte, señal de que no tenía intención de moverse de la cama en un futuro inmediato. Así pues, pasé un brazo por encima de su cuerpo y alargué los dedos para ver si llegaba al móvil, que descansaba sobre su mesita de noche. Por supuesto, no resultó. Me incorporé un poco para pasar el otro brazo también y apoyarlo sobre el colchón, por lo que la imagen que quedaba de nosotras era de yo prácticamente tirada encima de Red. Finalmente, alcancé el móvil y apagué la alarma.

—¿Chloe? —Una voz desde debajo de mi cara me hizo mirar hacia abajo—. ¿Qué haces?

Muerta de la vergüenza, me aparté rápidamente y me quedé sentada en mi lado de la cama. Red también se incorporó y se quedó en la misma posición que yo, mirándome con el asomo de una sonrisa en el rostro.

—Es que... tu alarma estaba sonando y te he intentado despertar, pero no me hacías caso, así que la he tratado de apagar yo, pero no llegaba y he tenido que pasar los dos brazos y... —Lo solté todo como si me hubiera tragado una grabadora y solo estuviera reproduciendo lo que tenía que decir, sin pensar. Me di cuenta de que no era la mejor forma de empezar el día—. En fin, buenos días.

Red alzó las cejas, pero terminó por soltar una risita.

—Buenos días.

—¿Estás... estás mejor? —Me atreví a preguntar, no sabiendo muy bien cómo abordar el tema de su madre.

—Sí, definitivamente estoy mejor —contestó al cabo de unos segundos. Noté que desvió la mirada antes de continuar hablando—. Lo de anoche fue... bueno, ya sabes, que gracias por estar ahí. No sé si hubiera aguantado la noche yo sola.

Apreté los labios en una fina línea. Claro que yo había pensado en el beso de anoche -los múltiples besos, de hecho-, pero una cosa era eso y otra muy distinta era que Red sacase el tema a relucir. Aunque no había mencionado la sesión de besos como tal, ambos sabíamos perfectamente que estaba implícita en el mensaje. Y solo por eso empecé a incomodarme, una extraña sensación de agobio expandiéndose por mi estómago.

Red pareció darse cuenta, ya que enseguida cambió de tema.

—Deberíamos arreglarnos si queremos llegar a clase —apuntó, pero rápidamente cayó en la cuenta de que yo no tenía más que la ropa que llevaba puesta, que era con la que había ido ayer—. Me cambio en un minuto y te llevo a tu casa para que te puedas poner ropa limpia.

—Gracias. —susurré, todavía sin sentirme del todo cómoda al mirarle a la cara. ¿Por qué estaba pasando esto de repente?

Como Red había dicho, un minuto después estábamos en su jeep de camino a mi casa para que yo pudiera arreglarme antes de ir al instituto.

—Te espero aquí. —señaló Red mientras yo me bajaba del coche.

Entré en casa como una flecha para encontrarme a Dizzy con la tostada a medio camino de su boca. Me inspeccionó de la cabeza a los pies, y sonrió como si se hubiera hecho una clara imagen en la cabeza de dónde había pasado la noche. Me puse roja al instante, pero no iba a darle la satisfacción de hablar de ello.

Do we have a deal? Chloe/RedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora