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La lluvia caía sin cesar aquella noche, sumiendo la ciudad en una melancólica serenidad. Los truenos retumbaban en la distancia, y el cielo se iluminaba ocasionalmente con destellos eléctricos. Era una noche gris y fría, perfecta para los sentimientos reprimidos y las confesiones inesperadas.

Sunoo se encontraba en casa, envuelto en una manta y sentado en el sofá, leyendo un libro para distraerse de la tumultuosa semana que había tenido. La lluvia golpeteaba contra las ventanas, creando una atmósfera acogedora pero solitaria. De repente, el sonido de la puerta de entrada sonó, acompañado de unos golpes suaves.

Confundido y sorprendido, Sunoo se levantó para abrir la puerta. Al hacerlo, se encontró con Jungwon, empapado de pies a cabeza por la lluvia. La sorpresa y la preocupación se reflejaron en su rostro al ver la expresión desolada de Jungwon.

—¡Jungwon! —exclamó Sunoo, abriendo la puerta con rapidez y dejando que entrara—. ¿Qué haces aquí? Estás empapado.

Jungwon, sin responder de inmediato, se lanzó a los brazos de Sunoo. Su cuerpo temblaba, no solo por el frío de la lluvia, sino por una emoción profunda que parecía estar acumulada en él. Sunoo, aunque sorprendido, no pudo evitar abrazarlo con fuerza, envolviendo a Jungwon en su calor. La calidez de Sunoo contrastaba con la frialdad de la lluvia que aún empapaba a Jungwon, y pronto, la camiseta de Sunoo y su cuerpo también se mojaron.

Jungwon comenzó a sollozar, el peso de sus emociones finalmente desbordando en ese momento de vulnerabilidad. Las lágrimas se mezclaban con las gotas de agua, y Sunoo podía sentir la tristeza y el arrepentimiento en cada sollozo.

—Lo siento... lo siento mucho —murmuraba Jungwon entre sollozos—. No sabía qué hacer. No sabía cómo arreglarlo.

Sunoo lo sostuvo más cerca, sintiendo la desesperación de Jungwon. Aunque el dolor de Sunoo por la situación era evidente, también comprendía la confusión de su amigo. La lluvia que caía intensamente parecía reflejar el torrente de emociones que ambos estaban experimentando.

—No estás enojado conmigo... ¿verdad? —preguntó Jungwon, su voz temblando mientras se deshacía de las lágrimas.

—No estoy enojado contigo —respondió Sunoo, acariciando la espalda de Jungwon con ternura—. El problema es que pareces buscarme solo porque no has tenido avances con Jay. No quiero ser un sustituto de algo que no puedes obtener.

Jungwon levantó la vista, sus ojos aún llenos de lágrimas. La tristeza en sus ojos reflejaba la confusión y el arrepentimiento que sentía por haber causado dolor a Sunoo. Sus mejillas estaban sonrojadas, y la nariz estaba enrojecida por el frío y el llanto.

Sunoo, viendo a Jungwon en ese estado, sintió una oleada de compasión. Aunque había estado herido, el ver a Jungwon tan vulnerable y arrepentido hizo que su corazón se ablandara. A pesar de la tristeza y la frustración, Sunoo comprendía que Jungwon también estaba lidiando con sus propios demonios.

—Podrías haber venido antes y no haberte mojado tanto ni ensuciar mi casa —le dijo Sunoo con un tono suave, pero con un dejo de regaño—. Pero está bien. No estoy enojado contigo. Vamos a resolver esto.

Jungwon asintió, su cuerpo todavía temblando mientras Sunoo lo guiaba hacia la habitación. La temperatura dentro de la casa era mucho más cálida en comparación con el frío exterior, y el ambiente estaba impregnado de una sensación de alivio y esperanza.

Una vez en la habitación, Sunoo le pasó una toalla a Jungwon y le indicó que se cambiara. Mientras Jungwon se quitaba la ropa mojada y se envolvía en una toalla seca, Sunoo fue a buscar ropa limpia para él. La atmósfera en la habitación era más tranquila, el sonido de la lluvia en el exterior era casi un murmullo reconfortante.

Sunoo, mientras buscaba ropa, no pudo evitar mirar a Jungwon. Aunque estaba claro que Jungwon estaba emocionalmente agotado, había algo en su vulnerabilidad que hacía que Sunoo quisiera protegerlo. Al verlo así, con los ojos aún enrojecidos y el cabello desordenado, Sunoo sintió un fuerte deseo de consolarlo.

—¿Estás seguro de que no necesitas hablar más? —preguntó Sunoo mientras le pasaba la ropa limpia.

Jungwon aceptó la ropa sin decir una palabra, pero su mirada de gratitud era evidente. Se vistió con rapidez, y luego se volvió hacia Sunoo con una expresión más tranquila, aunque todavía se notaba el cansancio en su rostro.

—Gracias, Sunoo —dijo Jungwon, su voz ahora más serena—. No sé cómo agradecerte por estar aquí.

Sunoo sonrió, aunque la tristeza aún residía en sus ojos. Se acercó a Jungwon y lo abrazó de nuevo, esta vez sin el peso de la lluvia. La calidez de su abrazo era reconfortante, y Jungwon se aferró a él con fuerza, tratando de encontrar algo de paz en ese momento.

—No tienes que agradecerme —dijo Sunoo suavemente—. Solo quiero que estés bien. Nosotros dos necesitamos resolver nuestras cosas y hablar sobre lo que realmente queremos.

Jungwon asintió, sintiendo el apoyo y el cariño en las palabras de Sunoo. Aunque había una montaña de emociones y problemas entre ellos, en ese momento, el abrazo y el calor de Sunoo le ofrecieron una pausa necesaria para reflexionar.

Después de cambiarse y secarse, los dos chicos se acomodaron en la cama de Sunoo, que estaba calentita y acogedora. Aunque no había palabras para describir la complejidad de sus sentimientos, el hecho de estar juntos en ese espacio íntimo brindaba un consuelo mutuo. La lluvia seguía cayendo, pero en el interior, había un sentimiento de esperanza de que podrían encontrar un camino para entenderse y superar la confusión que los había separado.

Mientras la noche avanzaba y el sonido de la lluvia continuaba, Sunoo y Jungwon se acurrucaron bajo las sábanas, enfrentando la tormenta tanto externa como interna. Aunque el futuro seguía siendo incierto, el simple hecho de estar ahí el uno para el otro brindaba una chispa de esperanza en medio de la oscuridad.

 Entwined |SunWonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora