-11-

278 35 9
                                    

La casa Silva era la mas distante de las familias reales, eran considerados los antisociales, reacios y mas egoistas, aunque claro el ultimo detalle no era una mentira, los dos hijos Silva y la primera hija eran vistos como personas frias, despiadas, antipáticas, superficiales y egoístas, bueno aunque verdad no faltaba, pero las cosas pueden cambiar, especialmente las decisiones de la vida o la influencia de algunos, especialmente de pequeñas criaturas que con una sola mirada pudieron apaciguar tal repugante temperamento.

Nolay y Acier Silva, hijos de Nozel Silva, hijo mayor de su casa, no es necesario dar detalles de su historia, después de todo ya la conocen. No tiene ni idea de como ser padre, supuso que serlo seria como una minios a la mazmorra mas difícil pero sin duda el diría que eso seria mas fácil que cuidador a sus gemelos y en su proceso de aprender a cuidarlo, Solid y Nebra que se mostraron ajenos a ello se vieron arrastrados.

Nozel es un hombre estratégico en todos los aspectos y campos, por lo tanto también buscaría organización con sus gemelos pero ellos parecían no respetar ningún horario o agenda y eso lo frustraba.

Al ser proveniente de una familia de alta clase, siempre había delegado responsabilidades a sus sirvientes, ya que en su mente aristócrata para eso estaban, para servirle, tenia miedo, y ese miedo lo hizo pensar que podría hacer lo mismo con sus hijos, Acier y Nolay. Los sirvientes estaban bien entrenados y capacitados, y confiaba en que podrían manejar la mayor parte de las tareas diarias del cuidado de los bebés.

 Nozel se limitó a supervisar y observar de lejos, aunque sintiera ese jalón tan desesperado lo ignoraba, entonces Nebra se enfermo y Solid era lo suficientemente inmaduro como para no lograr afrontar las responsabilidades del cabecilla de la casa, por lo tanto, Nozel se vio obligado a retomar ese papel lo que provoco un alejamiento en sus crías. Dejando así que los sirvientes se encargaran de  los bebés y calmarlos cuando lloraban. Se convenció a sí mismo de que esto era lo mejor para todos, que los sirvientes sabían lo que hacían y que sus hijos estarían bien atendidos. Les estaba brindando cuidado y atención, pero lastimosamente no les estaba brindando su cuidado, atención y especialmente amor.

El tiempo lo hizo reconocer su falencia, quedó claro que Acier y Nolay no estaban contentos con la situación. Acier, siempre tan tranquila y observadora, comenzó a mostrar signos de tristeza. Sus grandes ojos, que solían estar llenos de curiosidad, ahora eran cristalinos. Nolay, por su parte, se volvía cada vez más demandante y difícil de calmar. Ninguno de los sirvientes lograba consolarlo, sin importar cuánto se esforzaran. 

Mientras Nozel firmaba documentos y destrozaba algunos con propuestas para nada ortodoxas en su pensar, escucho el fino llanto de su hijo que le provoco escalofríos, su cuello hormigueo y su pecho se hundió. Trato de ignorar el sentimiento, pero el llanto no ceso, se volvió mas fuerte haciendo que fuera insoportable, el jalón de su pecho se volvió insistente, mordió su lengua y comenzó a caminar, pensando que tal ves si lo vieran se calmarían, como las otras veces. Pero este no era el caso. 

En el pasillo, cerca de conectar con la habitación escucho el ruido profundo de cristal rompiendoce acompañado de un golpe, eso lo espanto, de un brinco y empujón abrió la puerta de la habitación. Una de las criadas que estaban a cargo estaba en el suelo recogiendo pedazos de cristal. Nozel vio la escena, y al ver la forma deforme del vidrio reconoció que era el biberón.

Se fijo en sus hijos Nolay estaba colorado y cubierto de lagrimas, Acier estaba sentada con ayuda de almohadas a su alrededor con ojos cristalinos y moviendo sus pies con fuerza. Los sirviente al ver a su jefe se espantaron y agacharon su cabeza.

—Ma-maestro.— una tomo la palabra — eh, uh, los ni-, digo, los be-, disculpe, empezó a llorar y manoteo el biberón. Estan mas inquieto de lo normal. 

Mi hermoso deslizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora