El ambiente era bullicioso. Demasiado bullicioso, si les era sincero.
La casa de Bruno Fossati estaba atiborrada de adolescentes ebrios alocados. Algunos de ellos dormidos (o más bien noqueados) en los sofás o esparcidos por el suelo, a la par que otros bailoteaban al ritmo atronador de la música electrónica.
El olor a alcohol te llegaría incluso antes de pisar el interior de la casa. O mansión, mejor dicho. Era exageradamente amplia, con una piscina impresionante en el patio trasero; un detalle bastante lógico cuando recordabas que Bruno era el capitán del equipo escolar de natación.
Mas aun así, lucía tan portentosa por detrás de las puertas corredizas de cristal que, y considerando la influencia del alcohol entre menores de 21, no sería tan descabellado que alguien amaneciese flotando boca abajo dentro de esta. Al estilo «Sunset Boulevard».
Básicamente, era el tipo de escenario que había estado evitando desde el comienzo de la prepa... por lo que sería seguro decir que me sentía más que abrumado por el caos. Y aunque había estado emocionado por pasar tiempo con Hayden, mi cita, aparentemente; lo acontecido en el mall no me terminaba de soltar... la mirada de Hunter, en especial.
Necesitaba hablarle. Quería asegurarme de que estuviese bien, ser un conforte para él. Anhelaba devuelta su sonrisa.
Levanté la cabeza para mirar a Hayden, a quien apenas podía oír preguntarme algo detrás de la rimbombancia de las bocinas.
—¿Disculpa? —pregunté, acercándome a él.
—Te preguntaba si te encuentras bien —inquirió Hayden mientras me frotaba suavemente el hombro—. Has estado mirando el piso por un buen rato.
—Ah, sí. No te preocupes, todo bien —mentí entre dientes. Obviamente—. Solo un poco abrumado, es mi primera vez en una de estas fiestas.
Hayden, tan inteligente como era, rápidamente captó la mentira y alzó su ceja. Por fortuna, apenas tuvo tiempo para partir los labios antes de que le interrumpieran.
—¡Wright, en verdad viniste! —gritó un chico alto de piel bronceada en lo que trotaba hacia nosotros.
Era el mismísimo Bruno Fossati.
A su lado se erguía su mejor amigo. Y por mejor amigo me refería a que eran prácticamente hermanos, sería difícil que los vieras despegados de la cadera; algo así como Hails y yo.
Era Leonardo Andrade, el nadador estrella de la escuela junto a Bruno. Era alto (menuda sorpresa) y moreno, ahora con una chaqueta negra desabrochada contigua a una simple playera blanca por debajo. Porque, por alguna razón, todos los chicos de mi escuela eran anormalmente atractivos. Incluso a pesar de vivir en medio de la puta nada.
Quedé en silencio mientras Hayden recibía a ambos con uno de esos saludos tradicionales: un semi apretón de manos, junto a un medio choque de cinco, seguido de un golpecito amistoso en el hombro y un semi abrazo inmediatamente después. Es decir, el tipo de cosa cool que nunca habría hecho antes.
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Para: Jack
Roman d'amourEl último año de preparatoria ya era bastante difícil para un adolescente gay socialmente torpe; a esto añádele la repentina afluencia de cartas misteriosas en su casillero que lo amenazan con mantenerse alejado de su mejor amigo, y tienes la receta...