Debo decir, sentarse en biología realmente te llegaba diferente tras recibir una carta amenazándote en un bellísimo manuscrito cursivo para envidiar.
Los labios de mi maestra se movían, así que supuse que andaba bien entrada en su lección, pero no pude escucharle ni mierda. Había dejado a la clase en mute mientras cavilaba en la nota de mi casillero. Buscaba recopilar pistas y organizarles expedientes a aquellos con más probabilidad de haberla escrito.
Pero sin importar cuánto tratase de pensar en diferentes personas para agregar a mi lista mental de sospechosos, solo había un nombre que regresaba a mi mente con diferencia.
Silena Aubriot.
Y es que esa era la respuesta más lógica. Silena, la novia de Hunter y una de esas personas que, por cualquier razón, simplemente me detestaban. Todo encajaba perfectamente. La manera en que la persona estrictamente demandaba que me alejase de Hunter. La agresividad pasiva a la que recurrió. Y la actitud en general de la chica. Cada que me veía junto a su novio, Silena nunca temía hacer notar su inconformidad.
Tenía que ser ella. No había sospechoso más obvio que la novia de mi amigo. Y, francamente, no tenía identificado a algún otro sujeto bajo sospecha. Ya la tenía circulada en rojo, la culpable era ella; caso cerrado.
Mi mente, la cual solía incrementar su idiocia al triple cuando ando ansioso, rápidamente se encargó a deducir que mi siguiente paso sería confrontarla. Finalmente preguntarle cuál era su problema conmigo y por qué no podía resistir la idea de verme con Hunter.
¿Ven? Les dije, puedo ser un completo idiota bajo presión.
—¿Hernández? —la profesora preguntó de la nada.
—Disculpe profesora, ¿qué fue lo que dijo? —inquirí alelado.
—Preste atención, Hernández. Es el mejor de la clase y me gustaría que siga siendo un ejemplo a seguir para los demás —reprendió con tal seriedad que tuve que evitar rodar mis ojos—. Le acababa de decir que usted y Zhao estarán realizando el proyecto juntos.
Señaló a mi compañera, Sandra Zhao, quien siempre se sentaba en paralelo a mí en esta clase.
—Espero un excelente proyecto por parte de mis mejores alumnos —sonrió antes de dejarnos; una mueca fabricada que a duras penas le levantaba la comisura de los labios.
—¡Esto es perfecto! —chilló Sandra, aplaudiendo sus manos juntas—. Hasta que se le ocurrió asignarnos un proyecto juntos, ¿no crees?
—Ahm, sí —pretendí emoción—. Es perfecto.
No es que no quisiera trabajar con ella, Sandra era de las personas más inteligentes y aplicadas que conocía... pero a estas alturas ya se habrán dado cuenta que era re tímido. Una persona nueva me hablaría y así, sin más, me entraría un puto ataque.
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Para: Jack
RomansaEl último año de preparatoria ya era bastante difícil para un adolescente gay socialmente torpe; a esto añádele la repentina afluencia de cartas misteriosas en su casillero que lo amenazan con mantenerse alejado de su mejor amigo, y tienes la receta...