—¡¿En qué estabas pensando?! —rugió Hailey, sentándose al borde de la cama—. Dije, hagas lo que hagas, mantente cerca de William. Entonces, ¿Por qué chingados pensaste que estar solo en un maldito campo de fútbol sería una idea tan brillante, eh? ¿Por qué no solo pudiste ir a la puta fiesta con Hunter? Maldita sea, Jack, ¿por qué no pudiste...
—Al final sí terminaste tu robot rompe puertas —interrumpí socarrón al recordar lo que parecía ser un gancho metálico que traía mi amiga. Prácticamente de lo último que miré antes de casi ascender al más allá.
O descender al inframundo, supongo. No sé bien cuál quedaría más conmigo. No que creyese en ello.
Hailey pasó la mano por su afro rizado en lo que suspiraba. Sacudió la cabeza una única vez y esbozó una sonrisa ladeada.
—Menos mal —murmuró sarcástica—. Sigues siendo un tarado.
—Veo que he logrado sacar tu lado bueno, excelente —bromeé—. Entonces, ¿puedo defenderme ahora?
Hailey resopló.
—Adelante, supongo que te lo ganaste, amiguito.
—Tu idea también fue bastante estúpida, no pretendamos que todo fue culpa mía —le sonreí de lado y, acto seguido, Hailey partió los labios ofendida. Me habría dado un puñetazo en la cara si fuera cualquier otra persona—. Quiero decir, conseguir unos binoculares para esconderte entre arbustos y espiar las gradas en lugar de tenerme a tu lado a todas horas, ¿en serio, Hails? ¿Qué tan eficaz resultó eso?
—...Los binoculares eran una chingonería, no lo entenderías —refunfuñó como niña chiquita—. Y habría funcionado si cierto psicópata no me hubiese tapado la maldita boca para anestesiarme y arrojarme a un salón.
—Así que eso fue lo que pasó —murmuré—. Me dijo que se había deshecho de ti. No sabía qué pensar. Me asusté mucho, y pensé. Pensé, ¿y si...? Pero no podía creerlo, ¿y si tú...
Su mano cálida se extendió para sujetarme por la nuca.
—Pero no me pasó nada, ¿lo ves? Estoy aquí —sonrió, acercándome a ella—. Y sabes que nunca dejaría que le pase algo a mi pequeño nerd. No si puedo evitarlo. Y haría todo a mi alcance para siempre poder evitarlo.
—Lo sé, Hails —le devolví la sonrisa a medias, con una sola lágrima bajando por la mejilla—. Te amo. Pero tampoco eres invencible, ¿va? No te presiones de más.
Hailey se encogió de hombros.
—Solo dame un par de años más, algunos avances en robótica, campos de defensa y sistemas de seguridad, y seremos prácticamente invencibles. Créeme —me guiñó el ojo.
Conociéndola, hablaba en serio. Esta chica nunca flaqueaba.
—Ahora, ven aquí, cerebrito —me acorraló ente sus brazos para abrazarme con fuerza. Y cuando digo con fuerza, me refiero a que estoy casi seguro de que me acababa de tronchar una costilla.
ESTÁS LEYENDO
Para: Jack
RomanceEl último año de preparatoria ya era bastante difícil para un adolescente gay socialmente torpe; a esto añádele la repentina afluencia de cartas misteriosas en su casillero que lo amenazan con mantenerse alejado de su mejor amigo, y tienes la receta...