¿LA HERMANA DE KARMA?||ASANO X OC

CAPÍTULO 22

Fukushu Kin

Su habitación era muy espaciosa, pero era muy desordenado. Arriba del escritorio había muchos cómics y libros de estudio sin orden aparente.

Me senté en la cama, mirando alrededor sin saber muy bien que deberías hacer.

<Va hacer una larga noche>

Mire el buró de la cama y apague la lámpara, siendo lo único que podía hacer en la habitación. Note un cuadro a lado y volví a encender la luz.

Dos bebés pelirrojos.

Me quedé observando la foto, un sentimiento extraño me invadió apoderándose de mi pecho. Levante la mirada y observe la ventana.

Algo me incomodaba.

Me levanté y me asomé por esta. La calle estaba desolada y silenciosa. Cerré la ventana con seguro y volví a sentarme en la cama.

Otra vez esa sensación de inquietud. Levante los pies y me apoyé en la cama para vee bajo esta. Entrecerre los ojos esperando que la vista se acostumbrará a la oscuridad y pudiera ver algo.

La sensación extraña se intensificó más y de un brinco de la cama a la puerta la abrí. Corri a la habitación de enfrente y toque la puerta.

—¿Hmm?

—Tu habitación es aburrida —entre empujandolo y me quedé en el centro de brazos cruzados—. Esta es linda.

—¿Te dio miedo? —pregunto aguantando la risa.

—Claro que no. Es mas, ya me voy —abri la puerta y eche un ojo al pasillo. Estaba muy oscuro.

Cerré la puerta y gire en mi eje para ver a Akabane esperandome con una sonrisa de burla. No tardo mucho cuando empezó a burlarse.

—Esta muy sucio tu cuarto me defendí cruzandose de brazos — Fingiendo indignación por su acusacion.

—Si tu dices~ —apretó los labios intentando no volver a reírse—. Ven.

Me acerqué a la cama mientras que de ahí mismo agarro una caja roja, me subí y la colocó en mis manos.

—¿Qué es esto? —pregunté. Aplastó un botón y la caja empezó a mostrar una luz muy brillante.

Mi corazón palpito con fuerza y mis manos cosquillearon. Solte la caja y cayó en la cama. Yo me bajé de esta, agachandome y mirando por el borde.

—¿Qué hacé eso? —mi voz temblaba por más que quisiera controlarla—. ¿Qué me harás...?

—Oye, yo no te...

Rodeo la cama para acercarse, corrí a esconderme en el armario, sosteniendo las puertas desde adentro.

—Onee-san... no te haré nada...

—Mentira —mi voz se quebró—No se que hace, pero estoy segura que hace algo...

Escuche como se sentó delante del armario y suspiró.

—Es para jugar videojuegos —hizo una pausa—. Cierto, no sabes que es. Te aseguro que no es nada para herirte.

Aunque sus palabras sonarán honestas, no podía creerle, algo en mi me dijo que tenía que huir.