IX

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Capitulo Nueve.

   SU CUERPO se movía con finura, pareciendo tan suave como el aire mismo

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   SU CUERPO se movía con finura, pareciendo tan suave como el aire mismo.
  Junto a tantos autos lujosos, Charlotte observaba desde su lugar como el cobrizo no podía encontrar los tornillos que la Elfina necesitaba, pareciendo angustiado al no poder hacerlo.

  Impaciente, caminó hasta el muchacho, quién revolvía con fiereza entre una caja de herramientas.

— Ya los encontré — exclamó de repente, justo cuando Charlotte iba a apoyarse sobre el largo mueble a un lado de Edward.

  Tal entusiasmo del chico hizo que éste volteara a velocidad vampírica sin siquiera darse cuenta, haciendo que su rígido y frío cuerpo estampara contra el de la Elfina.
  Sus rostros estaban a centímetros del otro, mientras ambos ojos, los de ella y él, se movían inquietos sobre la palidez de la persona a quién tenían enfrente.
  Los labios de Charlotte se abrieron levemente, con una mezcla de asombro y anhelo a la vez, algo que el cobrizo pudo saber muy bien.

— Qué bien — comentó ella, sin apartar su mirada de aquellos ojos ambarinos —Ahora me gustaría encontrar la razón del porqué te pones tan nervioso conmigo.

— No solo eres una fabulosa guerrera sino que ahora te conviertes en detective — dijo él, haciendo que una sonrisa apareciera en el rostro de ella.

— Por supuesto — repuso con gracia — me encantan los desafíos, como podrás ver.

— No sé si yo... pudiera darte esa respuesta ahora mismo— dijo Edward mientras su mirada viajaba rápidamente a otro punto de la sala para luego volver a aquellos grisáceos ojos que tanto le maravillaban.

— ¿Por qué no podrías? ¿Qué te detiene? — inquirió ella.

—Debo, debo arreglar mis errores primero.

—¿Qué errores?— la impaciencia de la elfina hacía reír al vampiro, quién la miraba enternecido — Dime, no todos pueden leer la mente como tú, Edward.

— No quiero hacerte daño — objetó él, viendo cómo la frente de ella comenzaba a marcarse con confusión.

—¿Dañarme?— cuestionó —No, no creo que tú puedas dañarme — negó con rotundidad.

— De igual manera en que yo sufro ahora mismo por estar parado a centímetros de tus labios y no poder alcanzarlos... tú también sufrirás si sabes la verdad.

— Creo que sólo me interesó lo de los labios, continúa con eso —pidió Charlotte.

  Pronto, Edward Cullen soltó una inevitable risa.
  El vampiro entendía que la chica no optaba como tema de conversación hablar de sus debilidades, en específico aquellas que le causaban un garrafal dolor, por lo que él se abstuvo de continuar por ese lado de la charla.

— Hay muchas cosas que debo contarte— el vampiro comenzaba a avanzar aún más, haciendo que sintiera casi por completo el cuerpo de la Elfina, el cuál para ese momento estaba contra el mueble del garage— Pero no quiero ver cómo te vas y te llevas esa verdad contigo, de tal manera sufriríamos los dos, y no estoy dispuesto siquiera a imaginarte de esa forma.

°THE BOY IS MINE°   ||   Edward Cullen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora