Prólogo

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Me gusta ver la luna, hoy está bastante redonda y no sé porque siento que brilla más que todos los días. Las calles están tranquilas, camino sin tanta prisa evitando llegar a casa. Lo único bueno de hacerlo es que encontraré a mi hermana, lo malo es que la soledad me acaba, llegar y saber que el amor de mi vida no está, es algo que me quema por dentro, que a pesar de haber pasado dos años, su muerte sigue doliendo como si solo fuera ayer.

—Dani—llamo a mi hermana apenas abro la puerta—te he traído un postre de tres leches.

Me quito los zapatos y los dejo por las escleras. Vuelvo a llamarla, pero al parecer no me escucha. Voy a la cocina por un vaso de agua y a ver qué hay de comer. Me muero de hambre y no me he estado alimentando muy bien en estos últimos días.

—¡Si no bajas me voy a comer el postre yo sola!—grito un poco más fuerte a ver si ahora si me escucha—¡Dani...!

—Ella no está, pero si quieres podemos compartir el postre tú y yo—me giro de golpe con el corazón en la mano por el susto que me da el amigo de papá que acaba de salir del baño de invitados.

Sus ojos recorren mi cuerpo y un escalofrío me recorre desde los pies hasta la cabeza.

—¿Qué haces aquí, Max?—doy varios pasos hacia la despensa tratando de alcanzar algo con lo que pueda defenderme—no eres bienvenido en esta casa, así que por favor vete de una vez

—Tu papá piensa lo contrario y si yo fuera tú, bajaría ese cuchillo—su voz amenazante me asusta—no te vayas a hacer daño, princesita.

No le hago caso, en vez de eso lo empuño más fuerte alzándolo frente a él.

—Si te me acercas te lo clavo en el pecho—amenazo con voz temblorosa

El solo emboza una sonrisa y me mira como si no fuera nada, como si me quisiera comer de un bocado. Da pasos hacia mí y yo doy pasos hacia atrás. La garganta se me seca y trago grueso cuando hace un movimiento rápido que me desarma; lanza el cuchillo al suelo alejándolo de mi e intento correr, pero me agarra de los brazos apretándolos demasiado fuerte.

—¡Papá!—grito para que venga a salvarme—pa...

—¡¡Papá!!—grita él haciendo que lo mire entre confundida y aterrada—¡papá, papá! llama todo lo que quieras Alix, el jamás vendrá por ti.

Heridas [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora