Capitulo final

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Alix

Abro los ojos y no sé cuánto tiempo he estado internada en este hospital. Creo que han pasado minutos, horas o incluso días. Lo primero que siento al despertar es un horrible dolor de cabeza que no me deja ni mover y un leve dolor en el vientre me asusta y alarma de inmediato. Me retuerzo con un gesto de dolor por todo lo catastrófico que se tiene que ver mi cuerpo, marcado con otras enormes y horribles cicatrices.

—Estate quieta—dice una voz familiar

Enfoco a la persona que me habla y me doy cuenta que se trata de la detective y obstetra Espinoza. Es una mujer alta con porte sutil y elegante. Reluciría en cualquier lugar y su cabello rojizo la hace lucir más joven de lo que en realidad es; su piel es pálida y sus ojos casi del mismo color que los míos. Es la esposa de mi tío y, a decir verdad, ha estado pendiente de mí más de lo que el ser de mi familia lo ha estado.

—¿Cuánto llevo aquí?—pregunto tocándome la barriga—dime que aún sigue ahí

Mis ojos se empañan al no saber si mi bebé sobrevivió y sigue a salvo dentro de mí. Me da pavor saber que puede que lo haya perdido, miro el rostro de la mujer de mi tío y no logro descifrar su expresión. No sé si me quiere comunicar que no se pudo hacer nada o que permanezca tranquila porque mi sol y estrellas se encuentra bien.

—Sufriste una amenaza de aborto—el corazón se me paraliza—gracias a que llegaste a tiempo pudieron prevenir el aborto como tal. Te administraron relajantes uterinos para aliviar el dolor y debes guardar reposo y evitar las relaciones sexuales.

—¿Pero va a estar bien?—los ojos se me cristalizan—¿no habrá complicaciones más adelante?

—Te realizaron varios exámenes mientras estabas dormida, todo salió bien, pero es posible que más adelante se presenten problemas o en nuestro caso, que estoy segura que será así, tu embarazo continuará su debido curso.

Puedo respirar un poco en paz. Gracias a Dios puedo continuar cuidando de mi salud y prestarle la atención necesaria a mi bebé para que siga creciendo. La imagen de mis hermanos y Nicolás se vienen a mi mente y no puedo evitar sentir un poco de miedo al saber que el padre de mi bebé sepa en qué condiciones me encuentro.

—No te preocupes—la obstetra pone una mano en mi hombro—no le he dicho a nadie que estás aquí. Quiero creer que no serás de esas que huyen en vez de dar la cara y explicar lo que pasó.

—Mi hijo no tendrá padre—le dejo claro—me tendrá a mí y eso será más que suficiente. No quiero a un hombre que me engañó en nuestras vidas. No quiero que irrumpa mi tranquilidad cuando tengo que estar en paz solo por mi bebé.

—Es tu decisión—me sonríe—sabes lo que tienes que hacer y no te impediré que lo hagas. Piensa mejor las cosas antes de hacer algo apresurado que luego podrás arrepentirte.

No habrá nada de lo que me arrepentiré. Yo necesito paz y tranquilidad después de esta guerra. He perdido mucho y estar cerca de una persona que no me entregará la calma que tanto necesito, me quitaría la posibilidad de conocer a la persona que amaré incluso más que a mi vida.

En dos días me dan de alta. La detective Espinoza pidió mantenerme unos días más en observación por si volvía a presentar algún sangrado y como no fue así, me encuentro en su auto personal en busca de un hotel mientras pueda volver a Miami por mis cosas y ha despedirme de mi familia, pero...

—¿Podría llevarme a esta dirección?—le pregunto entregándole el papel y ella asiente

Tengo cosas que hacer antes de enfrentarme a las últimas personas que podrían ponerme a vacilar en las decisiones que he tomado. Tal vez sea egoísta de mi parte no llegar hasta ellos en este momento cuando el peligro ya ha pasado, pero hay una personita que me espera detrás de la puerta de la casa en la que ahora me encuentro tocando el timbre.

Heridas [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora