Capitulo 11

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Nicolás

El día se me va en entrenar para el campeonato de boxeo que se avecina. No puedo pensar en nada más que no sea eso, es muy importante para mí y aunque ya he ganado otros campeonatos, siempre me tomo muy en serio cada uno de ellos. Por más pequeños que sea, siempre doy lo mejor de mí y demuestro que soy el mejor en todo. Cuando derroto a mis oponentes me da una satisfacción incontrolable, es un placer cumplir con mis objetivos para así obtener el cinturón de oro y continuar invicto.

—Ya hombre, te vas a desgarrar un musculo—Alexei aparece en mi campo de visión—porque mejor no descansas y vamos más tarde a tu bar

—No tengo ganas de salir—protesto ante su petición

—Anímate—me da un leve golpe en el brazo—Becka irá y me pidió que te convenciera.

—No me interesa Becka—doy varios golpes al saco de arena—además lo nuestro ya pasó.

—Pero te vendría bien salir para relajarte un poco—agarra el saco para que lo mire.

—¿Alguna vez te han dicho que eres detestable?—pregunto caminando a la salida del gimnasio

—Si, tú me lo dices a cada nada

Salimos los dos juntos en su auto, yo he dejado el mío en el taller para que le hicieran mantenimiento. Estos días han sido un poco pesados, lo reconozco. También reconozco que he tenido unas ganas de salir rumbo a Colombia a ver a cierta persona que no deja de rondar en mis pensamientos, pero tengo cosas sumamente importantes que hacer acá y no debo desapartar mi visión de lo que necesito, solo por el capricho de ver a una mujer.

Estoy listo para ir a mi bar.

Soy dueño del Lux desde los 15 años, el malnacido de mi padre me lo dejó como herencia antes de morir y mi madre me dejó un restaurante del cual se encarga Alexei. No tengo mucho tiempo para ocuparme de todo, por eso contraté a ese imbécil para que me hiciera la tarea más fácil.

Él es quien consigue a los empleados y toda esa mierda que no me interesa

El bar es bastante amplio, al lado se encuentran los bartender repartiendo y complaciendo a la humanidad con lo que desean tomar. Cuenta con una pista de baile y algunos shows que dan las mujeres que trabajan para mí. Algunas de ellas están dispuestas a complacer los deseos carnales de los clientes, si así lo prefieren; no las presiono a nada para que no digan que soy un mal jefe, aunque de todos modos me vale mierda su opinión

Caminamos a la barra y pido una copa de whisky, mientras el maricón de Alexei pide una botella de agua con gas. Poco le gusta tomar y cuando lo hace se le cruzan los cables y empieza a hacer cosas sin sentido.

—¡Nicolás!—la voz chillona de Becka suena en mi oído—te he extrañado cosita rica

—Luces bien—le examino el cuerpo entero

Becka es una mujer que cualquier hombre mataría por tener. Bueno, a excepción mía. Es una rubia alta y despampanante, tiene los ojos negros, piel blanca como casi todas las mujeres que frecuentan este lugar y labios carnosos que alguna vez me provocaron. Luce un vestido demasiado corto, a decir verdad, pero no le queda mal, los tacones hacen que tenga una altura considerable, sus labios los lleva de un color rojo chillón, pero al ser carnosos se le ven bastante pasables. Dejé de verla interesante cuando tuvo la gallardía de querer coquetear con alguien más solo para darme celos, lo que ella no supo es que todo en esta vida me importa una mierda y su coquetería me la pasaba por las pelotas.

Al lado de Becka se encuentran un par de amigas que conozco, he salido con ellas en varias ocasiones. De hecho, la mujer que tiene loco a Alexei es con la que más me la llevo, me dedica una sonrisa de saludo y yo le guiño un ojo. Pido algo de tomar para los que estamos aquí y empezamos a hablar de cosas sin sentido.

Heridas [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora