Capitulo 15

12 1 0
                                    

Alix

Busco con la mirada a mi hermana y la observo riendo con casi todas las personas que se encuentran en su fiesta. Son pocas y de verdad agradezco que Jessica se haya tomado la molestia de no invitar a un montón de ellos, sino con los que convive a menudo. La música está un poco baja, pero de vez en cuando mi niña se pone a bailar con los amigos de Jessica, que son respetuosos y la tratan como la señorita que es. Miro hacia donde está la piñata colgada en la rama de un árbol y no sé qué habrá dentro de ella, creo que mi hermana se ha olvidado que existe y no le pienso recordar, porque capaz y hace que yo la rompa.

Quiero que siga hablando y disfrutando de su día, incluso le cambiamos las zapatillas por unos tacones y casi se cae encima de mi porque aún no da para manipularlos. Bailamos el vals, yo tenía tiempo de no bailar así que les pregunté a Alexei y Nicolás si podían hacerlo por mí y ellos no se negaron.

Veo a mi melocotón contenta y cuando se termina la canción, empieza la hora loca. Me pongo los cuernos de diabla y ellos gorritos de fiesta. Hacen que todos nos tomemos de la cadera y empezamos a dar vueltas como locos. Yo no me divierto, solo hago la simulación de que así es para que mi hermana se sienta cómoda.

—Estás linda con esos cuernos de diabla—Aaron me toma de la cintura para seguir con el gusano bailarín, así lo llamó Johana

—Representan lo malvada que soy—sonreímos y me saca de la fila para hablar más tranquilos.

—Te extrañé—me da un abrazo sin tener la intención de soltarme por un largo rato, es como si tuviera miedo de que me aleje—no sabes cuanto te tuve en mi mente, las veces en que te busqué y por más que le pedí a Jack que moviera cielo y tierra no pudo encontrarte.

—Papá se encargó de volvernos fantasmas—me alejo lentamente de su cuerpo—pero aquí estamos, este pequeño fantasma ha vuelto a la vida y está aquí para molestarte por muchos años más, como antes lo hacía.

Toca mi mejilla y la acaricia suavemente.

—Has cambiado muchísimo—lo miro a los ojos, estos permanecen con un brillo muy fuerte y la claridad de la luna hacen que resalten un poco más—estás más hermosa que antes.

—No me molestes—le golpeo el hombro—siempre decías que era una mocosa, fea y con cara de simio.

—Lo sigues siendo, pero eres mi cara de simio favorita—soltamos una carcajada y al final nuestras miradas vuelven a colisionar—sigue sonriendo a pesar de que el mundo se te caiga encima, porque así le demuestras que estás siendo más fuerte que él.

—Te quiero, Aaron—ahora soy yo quien le da un abrazo—prométeme que no te irás, que no me volverás a dejar.

—Pequeña...

—Prométemelo—aprieto más su cuerpo, estoy temblando y él sabe que necesito escuchar que estará conmigo cuando las cosas se pongan difíciles—dilo

—Lo prometo, pequeña.

Le doy un beso en la mejilla, acompañado de una sonrisa tierna. Los ojos ya se me habían puesto llorosos, así que con mis dedos los limpio y sorbo mi nariz. Lo tomo de la mano para volver a acompañar al resto de los invitados. Nicolás observa cuando me voy acercando y baja su mirada al agarre que tengo con Aaron, su mandíbula se tensa y prefiere voltear la mirada hacia otro lado.

—¿Celoso, señor Klein?—pregunto burlona.

—Ya quisieras—se acomoda el traje y me deja sola para rato más tarde irse a besuquear con la rubia que lo acompaña.

No le presto tanta atención y lo que hago es dirigirme hacia donde se encuentra mi hermana, cuando llego le enseño la cajilla que tiene una cadenita con un dije de melocotón, ese es mi primer regalo y ahora va el segundo.

Heridas [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora