Capitulo 39

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Alix

Me desojo de los tacones en el momento en que el señor del taxi me deja cerca de la ubicación que me mandó la flamante persona que espera por mi llegada. No puedo creer que esté tan lejos de la ciudad, aunque pensándolo bien, una cabaña en medio del bosque es el lugar perfecto para cometer actos ilegales como el que seguramente cometerán conmigo.

Camino descalza sin importarme que pueda enterrarme cualquier vidrio, no siento nada físicamente, solo un miedo incesante al saber que a mi hermana le pueda pasar algo. Cruzo un pequeño lago seco y mis pies quedan sumergidos hasta los tobillos del lodo, caminar se me hace difícil, pero no me detengo en pesar en nada, solo en rescatar a mi hermana.

Saco el arma, de tanto pensar en Dani se me había olvidado que Jack me la entregó, creo que mi hermano sospechaba algo, por eso decidió dármela justo antes de salir de casa, quizás era consciente de que en cualquier momento debía enfrentarme a la persona que me perseguía desde las sombras y obviamente debo cuidar mi pellejo. Camino sigilosamente cuando vislumbro la cabaña, no tengo señal en esta parte del bosque y maldigo en mis adentro por no haber mandado un mensaje antes, pero sabiendo lo inteligente que puede ser mi enemigo, seguramente tiene hackeado mi teléfono.

Miro hacia todos lados cuando estoy en frente de la puerta principal, no veo absolutamente a nadie, tampoco siento la presencia de alguien, todo se escucha y se ve tranquilo, como si no estuviera pasando nada importante, ni siquiera siento el sonido del viento, es como si los árboles también estuvieran temerosos por lo que pueda pasar. El ambiente se siente pesado, demasiado a decir verdad y sin penar en otra cosa que no sea el bienestar de mi hermana, aprieto la cerradura y le doy la vuelta para encontrarme con el interior de la cabaña totalmente vacía.

Tanta tranquilidad no es normal.

De forma precavida camino hacia la primera puerta que vislumbro, la abro de golpe apuntando a donde sea para dispararle en la cabeza al primero que vea y sienta que es una amenaza, pero no encuentro nada, también está vacía. Mi corazón tamborilea, tanto que puedo escuchar mis latidos en los oídos. Me siento como en una serie policiaca, pero de estas que son contadas en hechos reales y donde el protagonista tiene más posibilidades de morir que de vivir, pero que al menos logra rescatar a alguien que en realidad le importa.

La cabaña cuenta con tres habitaciones y solo me falta revisar una. Pego mi oído a ver si escucho algo, pero no hay nada, ni el sonido de una mosca. Tomo la manija y esta no sede al momento de querer abrirla. Lleno mis pulmones de oxígeno y mando una patada con todas mis fuerzas haciendo que la puerta se abra de golpe.

Apunto sin tener una dirección correcta y...

—¡Aparta!—escucho la voz de mi hermana y acto seguido me cubro para que la pistola que descargan en mi dirección no me vuelva un colador.

El corazón se me quiere salir por la boca. No sé en qué me metí, pero estoy segura que iría hasta el infierno por mi hermana. No me importa sufrir en el camino y tener que arriesgarme, siempre estaré para ella y para cuidarla por el resto de mi bendita vida.

—¡Recarga! —escucho que gritan y no le doy oportunidad de hacerlo.

Me asomo para saber a dónde apuntar y no disparar a la loca sabiendo que mi hermana está como carnada. Salgo de mi escondite y sin avisar le doy a una mujer que se encuentra al lado de la que supongo es mi verdugo. Disparo otra vez y le doy al que sostiene a Dani y no sé porque, pero presiento que nadie quiere herirme aún.

Frunzo el ceño y antes de que le dispare a otra persona, alguien me habla.

—¡Suelta el arma!—dice Merari usando a mi hermana como escudo.

Heridas [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora