Capitulo 26

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Alix

Abro los ojos ligeramente, me encuentro en la misma posición en la que me dormí después de que Nicolás me pidió que descansara. Recuerdo que dijo que no me dejaría sola, sin embargo, no siento su cuerpo junto al mío, ni mucho menos lo visualizo cuando me giro para comprobar si estaba.

Suspiro mientras me acomodo quedando sentada en la cama. Mi cabello es un desastre, yo soy un desastre, pero al menos soy el desastre favorito de alguien. Sonrío al recordar las palabras de Nicolás y me muerdo el labio derecho al traer a mi mente lo que al principio sentía por sus caricias, lo bien que me hacia sentir y la calidez de su cuerpo. Nada se comparaba con las veces que me habían tocado, porque sé que con él fue distinto, yo quería que lo hiciera, yo le estaba entregando mi cuerpo, pero mi mente recapituló todas las heridas ocasionadas y estar con el íntimamente se convirtió en un caos.

Salgo de la cama con la esperanza de que al bajar las escaleras me encuentre con Nicolás, pero hago un puchero cuando veo la sala completamente vacía y en un silencio sepulcral. La casa de Nicolás es bastante amplia y un tanto lujosa, obviamente no me sorprende en absoluto, ya que es un hombre que goza de tener varios ingresos y es dueño de una cadena de restaurantes, gimnasios y quien sabe cuántas cosas más; a parte la herencia que le dejaron sus padres, según Jack, fue inmensa, no debe de preocuparse por dinero en lo que le resta de vida, porque es trabajador y ha sabido administrar todos sus bienes con ayuda de Alexei y un par de socios más.

Esta casa tiene tres habitaciones y cuartos de baño. En el patio trasero yace una piscina en la cual ni loca me meto porque no se nadar y mezclado con el frio que hace correría con la mala suerte de morir doble por hipotermia. En los minutos siguientes decido no seguir husmeando en la casa de Nicolás y voy a la cocina a ver si hay algo de comer, mi barriguita ruge de hambre. Al estar ahí me doy cuenta que no hay nada preparado, así que arrugo la cara y me voy por la opción de llamar a Jessica, para preguntarle por mi hermana mientras voy preparando algo antes de que llegue mi...

¿Novio?

Me encojo de hombros restándole importancia.

Marco al número de Jessica y después de dos pitidos contesta.

—¿Qué pasa, muñequita?—su dulce voz me tranquiliza un poco.

Hola, bonita—saco unos panes que veo en una de las gavetas—¿fuiste por Dani como quedamos? Es que ya anocheció y no quiero que se devuelva sola a casa

—Tranquila, la recogí cuando salí de trabajar. Justo como te había mencionado.

—Que alivio—corto el pan en dos lados iguales—estoy en casa de Nicolás, después de dejar a Dani donde su amiga él quiso que conociera su casa

—¿Estás en la casa de Nicolás?—pregunta sorprendida.

—Si

—Vaya, me sorprende que se haya atrevido a hacerlo, a él no le gusta que nadie entre a su hogar, casi ni sus amigos van.

—Ya ves, soy la excepción a la reglar—suelto a reír, aunque mi risa desaparece enseguida—le conté lo que sucedió con mi padre.

El silencio reina por varios segundos. Me siento incomoda al ver que mi rubia amiga no dice nada, y no sé qué pasa por su mente o si está buscando las palabras adecuadas para responderme.

—¿Y que te dijo?—contesta al fin

—Que somos un equipo. Que me ayudará a sanar y que nuestro barco no se hundirá así él tenga que remar por los dos.

Sé que está sonriendo, no puedo verla, pero lo intuyo, porque sería justo lo que yo haría si alguien me dijera eso.

—¿Cómo te sientes al escuchar eso?

Heridas [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora