Capitulo 40

7 0 0
                                    

Nicolás

Llevo tres semanas queriendo encontrarla por mi propia cuenta, porque sé que los inútiles de sus hermanos saben donde está, pero aun así no hacen nada para querer traerla de vuelta. No tenerla cerca de mi me atormenta, no me deja estar tranquilo y el hecho de que piense que le fallé con la inútil de Becka no me deja concentrarme, no quiero que ella crea que la he estado engañado, no cuando solo puedo ver por sus ojos y desear estar con ella.

Camino de un lado a otro tratando de deshacer la rabia que siento y el nudo que se instala en mi garganta. Por primera vez tengo miedo de perder a alguien. Muchas veces le escuché a mi padre decir que los hombres no lloran, pero yo estoy aquí, llorado por la única mujer que ha sabido cuidarme y quererme después de mi madre; no me da miedo admitirlo, ya no siento miedo de mostrar lo roto y destrozado que me encuentro.

Grito hasta que mi garganta sabe a sangre y hasta que mis ojos se quedan sin lágrimas. Me vale una mierda que me vean sufriendo por ella. Ya no me importa exhibirme y hacerle ver a los demás que me encuentro jodido y perdido si no está aquí conmigo.

No le demostré lo suficiente y ahora me molesta no poder hacerlo

Siempre aparentaba hacerme el fuerte ante los demás cuando de ella se trataba, como si no me doliera el corazón cada vez que yo arruinaba las cosas y ella se marchaba. Ahora que no la tengo, ahora que sé que la puedo perder para siempre, es donde más se me remueve la puta conciencia al saber que no hice las cocas como de verdad tenía que hacerlas.

Todas las noches sueño con ella. Miro su rostro y perfecto cuerpo. Recuerdo que hacía cosas que nunca hice por las demás y me sentía un pendejo al querer entregarle mi vida y la posibilidad de que me lastimara. No me importó otorgarle ese poder, porque sería un placer ser lastimado por ella.

Alexei entra de golpe a la habitación y mira todo el desastre que he ocasionado. No me atrevo a darle la cara, pero cuando escucho que me habla, lo miro y no me interesa que vea que he estado llorando por una mujer; pero no por cualquier mujer, sino por la única que ha derretido mi alma de hielo y avivó el fuego que ahora habita en mí solo por ella.

—Hermano—dejo que me abrace y yo hago lo mismo.

Me desahogo por primera vez con el único hermano que la vida me ha dado. Sé que muchas veces me comporto como un completo imbécil con él, pero sería una de las pocas personas por la que estoy dispuesto a morir.

Después de pasar varias horas hablando con él, vuelvo a pensar en la situación en la que me encontraba antes del secuestro de Alix. Cuando desperté en la misma cama que Becka cuestioné todo lo bueno que había hecho ella por mí. Solo podía introducirme en el mundo de la ira acumulada y mucho más al darme cuenta que mi universo entero se dio cuenta y destrocé sus sentimientos. Me sentí la basura más asquerosa de la historia y quise partirme en dos por no tenerla.

He buscado por cielo, mar y tierra algo que me indique en donde está ella. Los demás no han dejado de verme con odio y los entiendo porque de alguna forma lastimé a una persona que ellos querían. Cuando nos dimos cuenta de la desaparición de Alix, sentí un dolor punzante que recorría hasta el más mínimo musculo haciendo que el mundo se me viniera abajo y mi respiración se detuviera.

Lo que mas rabia me da, es que convivimos con el enemigo, le brindamos un espacio seguro, comió en nuestra mesa, durmió en nuestra cama, construyó una relación falsa con uno de los inútiles, y nunca pudimos dudar de ella, porque su cara de mosca muerta no decía nada. Supo disfrazar su verdadero ser, pero donde la encuentre no la dejo viva, me pagará todo lo que le ha hecho pasar a Alix.

—¿Jack sigue sin querer decir nada?—pregunto tomando un vaso de wiski—te juro que estoy a nada de molerlo a golpes para que me diga que está pasando.

Heridas [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora