Capitulo 33

5 0 0
                                    

Alix

El reloj de mi teléfono marca las tres de la mañana y para ser sincera me estaba divirtiendo mucho, pero ya el sueño me está alcanzando. He comenzado a espabilar varias veces para hacer que desaparezca, pero lastimosamente cuando uno tiene sueño no hay poder humano que se lo quite. Mis amigos, por otro lado, están como si el alcohol no les hiciera efecto y bailan como trompos por toda la pista de baile; me sacan sonrisas de vez en cuando y he vuelto a bailar varias canciones con Aaron, sin embargo, ya me siento cansada, quiero irme a casa.

—Trevor—llamo la atención de mi hermano que se ha sentado a mi lado—no he dejado de darle vueltas a una pregunta que ronda por mi cabeza y es que: ¿Cómo supo Nicolás que nosotros estábamos exactamente en este lugar?

Veo como el hombre de cabello negro se coloca nervioso tocándoseme su nuca varias veces. Pasa saliva bruscamente y me mira compasivo, como si quisiera que yo lo fuera con él, como si quisiera que yo lo mirara de la misma forma, pero en estos momentos no me apetece, por tal motivo lo tomo de la oreja y le exijo que me dé una respuesta

—Es que tal vez...—intensifico mi agarre cuando se queda en silencio—a mí se me...salió—alza las manos—tal vez, no estoy seguro.

Se levanta a toda prisa y se esconde detrás de Aaron, este lo mira con cara de poco amigos, pero cuando ve como me les voy acercando, luciendo como una maldita psicópata, es el quien decide esconderse detrás de Trevor.

—No sé ni para que me desgasto—alzo las manos de forma histérica—ustedes siempre hacen lo que les da la gana.

—Ya relájate mamá—los vuelvo a mirar más enojada todavía y Trevor señala a Aaron acusándolo de haber sido él quien dijo aquello.

Blanqueo los ojos y dejo que continúen con su fiesta. Yo no puedo negar que me siento tranquila, Nicolás no ha vuelto a sacarme de mis casillas, sin embargo, un sentimiento extraño me recorre al percatarme de que no lo he visto en varios minutos, tal vez horas. Lo busco con la mirada por todo el lugar obteniendo resultados negativos, ya que no logro captar su presencia.

Estoy casada

No quiero interrumpir a mis hermanos ni a mis amigos, así que decido ir por la única opción viable que me queda.

—¿Podrías llevarme?­—Brandon deja en la barra la copa de ron que estaba sosteniendo—ya estoy cansada y me gustaría irme a casa.

—¿Qué pasó con tu perro guardián?

—¿Sabes qué? olvídalo—me doy la vuelta sintiéndome estúpida por haberle pedido el favor. Si él supiera lo mucho que detesto que se exprese de esa forma, no tentaría tanto a su suerte. Un día de estos amanezco del lado contrario de la cama y le estrello un ladrillo en la cabeza.

—No, espera—me toma del brazo—lo siento, no quise molestarte, solo estaba jugando contigo—sonrío sin ganas—puedo llevarte, no tengo ningún problema.

Asiento dirigiéndome hacia la salida sin que mis amigos me vean. De seguro si saben que me voy con Brandon son capaces de imaginar cosas que no son y sencillamente no quiero más drama. Llegamos hasta el auto del hombre anteriormente mencionado, quien muy amable se me adelanta para abrirme la puerta queriendo aparentar ser un caballero. Rodea el auto y lo pone en marcha, transitamos por las calles que permanecen un poco desoladas mientras conversamos sobre cosas banales que se nos vienen a la mente.

—¿Cómo es tu prototipo de hombre?—lo miro extraño, no me gusta por donde se está dirigiendo esta conversación—digo, si se puede saber.

—Me gustan fuertes—decido contestar—imponentes, que tenga una parte dominante, pero que no quiera controlar mi vida. Me gustan de esos que no miran a cualquiera, que a los demás les demuestra ser arrogante, pero conmigo se vuelva débil, que pierda sus estribos conmigo y deje la razón en el olvido. Me gustan de los que están dispuestos a quemar el mundo solo por mantenerme a su lado—miro de reojo a Brandon y este me devuelve la mirada un poco sorprendido—pero bueno, también me gustan cariñosos y sensibles.

Heridas [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora