Capitulo 36

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Alix

Todos experimentamos muchas pérdidas a lo largo de la vida, pero nada se compara con la perdida de una persona que te ha visto evolucionar y crecer a pesar de todo el lodo que una vez te consumía. Siento que mi mundo se ha detenido y solo se mueve en cámara lenta.

No quiero salir de mi habitación, no quiero cantar, no quiero hacer nada que no sea llorarlo. Ese día está marcado en mi memoria y en mi alma, es un hecho que no podré superar. Me gustaría decir que lo acompañé en su sepultura, pero no fui capaz de verlo en esas cuatro tablas, no fui capaz de ver como enterraban su cuerpo y se quedaba solo. Quiero recordarlo como siempre, con una enorme sonrisa y como esa persona que siempre estuvo para apoyarme, como mi compañero fiel.

A mi mente llegan todas las veces que hablé con él de lo que me pasaba. De la maldad que me asechaba, de la oscuridad que me perseguía. Siempre me ayudaba a aguantar lo mal que me sentía y a tratar de opacar los pensamientos destructivos que muchas veces tenía.

—Creo que esto es lo que me merezco—digo secándome una lagrima—no merezco a nadie que me quiera ni de la vida por mí.

—Claro que no—Aarón me toma de las manos—te mereces todo en esta vida, Alix, te mereces a alguien sensato, que haga locuras por verte feliz, te mereces a alguien que pueda abrazarte y juntar piezas rotas, alguien que no tenga miedo de caer contigo. Te mereces más de lo que esa cabecita loca tuya piensa y cuando por fin encuentres a esa persona, se feliz, porque al fin de cuentas, te lo mereces.

Los días pasan y sigo en la misma posición de siempre, cuando no estoy acostada en el suelo, estoy viendo a un punto en específico sentada en el borde de la ventana. Me he olvidado de que las personas a mi alrededor existen, mi único objetivo es permitirme sentir esto que me atormenta, así acabe conmigo.

—Alix—escucho la voz de Jessica a través de la puerta—por favor abre, llevas encerrada una semana y no es bueno para ti tanta soledad.

No he querido hablar con nadie, me la he pasado sola matándome la cabeza imaginando como estarían las cosas si no hubiésemos ido a ese concierto. Prefiero mil veces haber perdido el hecho de conocer a Bruno Mars que haber perdido a Aarón. Es algo que no puedo soportar, aun no asimilo que ya no está, sencillamente no quiero que desparezca, quiero que este aquí, junto a mí.

—¡Ya te dije que no quiero hablar con nadie!—le grito fuerte, tomando la lampara para estrellarla—¡lárgate y déjame en paz!

Al quitar la lampara de donde estaba, mis ojos catan un papel encima de la mesita de noche. Frunzo mi cejo porque hasta ahora logro vislumbrar que algo yacía ahí; tomo el papel en mis manos y comienzo a abrir el sobre. Es una carta, tiene otro papel doblado y las primeras palabras que leo me hacen entrar en llanto al reconocer que es la letra de Aaron.

Pequeña mía

Si estás leyendo esta carta es porque no pude despedirme de ti mirándote a los ojos. No quería que lloraras y que hicieras que me quedara, ya que el viaje que debo emprender es bastante largo y complicado. Necesito desaparecer por un tiempo, ha habido imprevistos que debo resolver, pero antes de irme necesito decirte muchas cosas y empezaré por decirte que antes de volver a encontrarte, mi vida se basaba solo en cosas vanas, no me importaba herir a nadie ni muchos menos tener que intentar ser alguien diferente; pero tu lograste que todo eso acabara. Tú me enseñaste que las personas buenas y de alma pura, necesitan que alguien baje la galaxia entera solo para verlas sonreír.

La segunda cosa que necesito que sepas y el motivo importante por el cual dejo esta carta, es para pedirte que en compañía de mis hermanos cuides de una persona sumamente especial e indispensable para mí. Como bien sabes mi trabajo en cualquier momento puede traer consecuencias y si muero, quiero dejarte a cargo de lo único bueno que ha podido salir de mí.

Heridas [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora