Heridas [1]

Capitulo 3

Alix

El tiempo pasa demasiado rápido, tan solo ayer siento que mamá murió y hoy me encuentro con la sorpresa de que han pasado dos años. No he sentido mis cumpleaños ni las fechas especiales, no disfruto las navidades porque para mi esas ya no son iguales a cuando mamá estaba.

Mi padre no se cansa de emborracharse, a Dani la sacó de la escuela para que atendiera la casa, ya que, para él, tener catorce años ya te hace una mujer responsable que cumple con el deber de esclava y por otra parte estoy yo, que trabajo hasta el cansancio para llevar comida a la mesa, pagar los servicios de gas, agua y luz, mientras él solo colabora con dormir, golpearnos e insultarnos cada vez que puede.

He pensado muchas veces en irme a vivir sola con mi hermana, de hecho, el año pasado ahorré una cantidad de dinero para comprarme un apartamento, pero papá enfermó y tuve que gastar mis ahorros en medicinas y cosas que necesitaba, lo cual me hace quedarme con él a pesar de todo lo malvado que ha sido con nosotras, sus únicas hijas.

A mi casi no me soporta, no puede verme porque dice que es como ver a un paracito y lo único que quiere es aplastarme. No entiendo en que puto momento dejó de ser mi padre y se convirtió en una escoria. Lleva a sus amigos a beber a la casa y cuando eso sucede me traigo a mi hermana al trabajo porque no está a salvo con él, ni mucho menos con ese montón de hombres.

Lo único que me hace vivir tranquila es que he hecho lo posible para darle a mi hermana lo que necesita. La he intentado volver a meter a la escuela, pero papá se lo prohíbe. No tengo su custodia, él sigue siendo el encargado legal de ella, yo soy su hermana mayor y aunque su bienestar depende mas de mi que de mi padre, no puedo hacer nada, porque lo intenté con Johana y el juez falló a favor de mi padre.

La justicia a veces no es justa, pero cuando Dani sea mayor de edad, nos iremos lejos y no volveremos a verle la cara a mi padre nunca más.

Solo espero que mamá nos cuide desde el cielo, que vea por nosotras y que no permita que nada malo nos suceda. Vivo recordándola a cada instante, recuerdo lo hermosa que era, el calor humano que nos brindaba, y su amor incondicional, recuerdo todo lo que hizo por nosotros y lo unidos que nos mantenía.

Mis días junto a ella fueron los más felices. Mi madre me enseñó a querer con ganas, a luchar por lo que sueño y a trabajar por aquello que quiero conseguir. Fue y seguirá siendo la guerrera que, a pesar de perder una batalla, superó muchas en su vida.

Sé que algo le faltaba, algo anhelaba porque lo veía en sus ojos cuando detallaba la foto familiar de mis abuelos y los tíos que ya no están. Quizás se sentía triste por solo tenernos a nosotros y no a ellos, o tal vez se estaba cansando de luchar, porque cada quién pelea una guerra y mi madre estaba peleando el hecho de no tener a ningún miembro de su familia vivo, solo a Dani y a mí que salimos de su vientre y mi padre que lo encontró cuando creía que todo estaba perdido.

Mi madre siempre nos decía que ella venía de un país lejano, que decidió adentrarse a las calles de Colombia en busca de una mejor vida. Después de buscar tanto sin encontrar nada, sus ojos captaron el dulce café de los ojos de mi padre y al unirlo con los azules de ella, crearon la más hermosa mezcla de colores que jamás había imaginado. Yo le decía que si los uníamos crearíamos una mezcla con color a caca y ella decía que era pesimista, porque solo miraba la combinación extraña que haría, mas no la química y el amor que surgía cuando estaban juntos.

No sabía de lo que hablaba hasta que la campana de la puerta del lugar donde trabajo suena y mis ojos color miel encuentran los perfectos ojos azules de un chico que, aparte de tener porte elegante, es tremendamente sexi. No estoy diciendo que me he enamorado a primera vista y que nuestros ojos van a hacer clic, pero si traigo al ahora lo que decía mi madre antes, la mezcla de ese azul de ojos con el miel de los míos, sí que crearía la...