Capítulo 35

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Tomé una bocanada de aire al darme cuenta lo que acababa de decir. No entiendo bien porqué dije algo cómo eso. No, mejor dicho, porqué algo como eso había salido de mi boca sin ningún control.

Por otro lado, no podía entender bien la reacción de Jonathan frente mío. Tenía los ojos bien abiertos, como mirándome con horror pero a la vez una enorme tristeza.

-Yo... lo siento, no entiendo porqué dije eso... —me puse nerviosa ante su mirada fija y todo lo que conllevaba haber dicho tales palabras. Hice unos pasos hacia atrás, sintiendo que mi cuerpo temblaba como una hoja contra el viento. Lo único que podía sentir en estos momentos era vergüenza, quería desaparecer de la mirada de Jonathan para toda la eternidad. — Realmente lo siento...

-Ah... –suspiró suavemente y podía ver que sus ojos tenían una ligera capa brillante. Luego de unos segundos, sonrió de manera melancólica— Me gustas, me gustas mucho —cerré los ojos con fuerza ante un dolor punzante que sentí en mi pecho.

Porque no me lo estaba diciendo a mi, se lo estaba diciendo al fantasma de Silene.

-Lily–dijo con voz profunda, haciendome sobresaltar— Me gustas, Lily.

Quedamos en silencio y yo solo pude soltar una risa nerviosa mezclada con mi llanto.

-Jonathan, no estás pensando con claridad. Solo lo dices porque estamos hablando de Silene y... —él comenzó a negar con la cabeza.

-Deja de poner pensamientos en mi cabeza que no tengo—adelantó unos pasos, volviendo a tener la distancia que teníamos desde un principio.

-Es que, no tiene sentido. No he hecho nada para que te pueda gustar, ¡es imposible que te guste alguien como yo!

-Claro que hiciste algo... existir— hizo una ligera pausa— Estuve todo este tiempo tratando de convencerme que era una estupidez pero... —frunció ligeramente los labios— ...cuando te fuiste de mi lado sentí un dolor horrible... uno que ya había experimentado. Yo solo quería que te quedarás a mi lado, para siempre... —quedé congela en mi lugar al escuchar sus palabras lanzadas con una calculada suavidad y dulzura, mientras que él se acercaba cada vez más hacia mi— ... porque... tal vez, solo tal vez, me haya enamorado de tu alma...

Y antes de que pudiera decir algo al respecto, Jonathan habia posado sus manos al rededor de mi rostro y pegado sus labios sobre los míos.

Y no sabría como explicarlo, pero sentía que volvía a respirar como cuando estaba viva. Sentía que un calor familiar iniciaba en mi pecho y comenzaba a viajar por el resto de mi cuerpo, reanimandome.

Tenía unas ganas inmensas de llorar otra vez.

Pero esta vez de alegría.

Tomé a Jonathan y también lo besé. Como si fuera algo que siempre quise hacer. Sentía que mi cuerpo acababa de soltar una enorme bolsa pesada que no sabía que estaba acarreando hasta ahora. Jonathan sacó sus manos de mi rostros y los llevó hacia atrás de mi cintura, pegándome más a él como si fuera un fuerte abrazo.

Fue después de eso que ambos nos separamos y nos quedamos mirando. No podía evitar sentirme atraída por el brillo inocente en sus ojos y en las mejillas teñidas por un ligero color carmesí.

-Oh... —soltó de repente y toda expresión dulce que tenía en su rostro se convirtió en una de total pánico— Oh, lo siento, yo... —se separó de repente de mi— No debí... es decir, no sabía si tu querías, eh... —no pude evitar sonreír como idiota al ver que en realidad se habia puesto nervioso por toda la situación y su rostro comenzaba a tener un color más vívido por la verguenza. Tal como el Jonathan de dieciocho años que había conocido.

-Jonathan—le llamé para que dejara de sobre pensar— Esta bien—le sonreí y él por consecuencia me imitó.

Hasta que ambos entramos en pánico.

Porque dos luces blancas aparecieron frente a nosotros.

-¡Jonathan! ¡¿Qué carajos es esto?! —admito que entré más en pánico por el hecho de que ÉL estaba asustado, y prácticamente Jonathan es el que mantiene la calma en estas situaciones.

-¡No sé! —chilló preocupado.

Ambos nos callamos cuando escuchamos un ligero zumbido por parte de ambas luces. Estas mismas, al simultaneo, comenzaron a hablar con una voz pacífica y hasta casi robótica.

-¡Felicidades! Has logrado tu misión a cumplir, ya estás listo/lista para reencarnar. Por favor, vuelve hacia las oficinas para derivarte a tu nuevo cuerpo. —emitieron ambas esferas al simultaneo, para luego desaparecer como si nunca hubieran existido.

Tanto Jonathan como yo quedamos congelados en nuestro sitio, mirándonos fijamente.

-Tu también viste la luz parlante, ¿verdad? No me estoy volviendo loco—habló con desesperación.

-Practicamente iba a preguntarte a ti... —hablé con el mismo nerviosismo— ¿Acaba de decir que cumplimos nuestra misión? ¿Es así como lo informan?

-Eso... parece—respondió confundido— ... —quedó en completo silencio con su expresión de consternación— No entiendo como hacen eso.

-Lo dice el tipo que convierte lo que toca en placa—sonrió.

-Esa es mi chica—ambos sonreimos como idiotas.

-¡Ah! —chillé al darme cuenta— ¡Jonathan! ¡Por todos los cielos! —le agarré de los hombros, tomandolo por sorpresa.

-¿Qué sucede?

-¡¿No te has dado cuenta?! ¡Vas a reencarnar!

Y no fue hasta que dije eso que él abrió los ojos como platos.

-Es verdad... voy a reencarnar... —parpadeó varias veces como si estuviera autoconvenciendo de que no era mentira— ¡Bloody Hell! —chilló alegre — ¡Lily! ¡Voy a reencarnar! —no pude evitar reirme por la intensidad de su acento británico— ¡No puedo creerlo! Es decir... han pasado casi cien años, la verdad que ya habia perdido la fe, es... es... —alzó los brazos al cielo con total euforia como si fuera un niño pequeño— ¡Voy a reencarnar! —volvió a verme con una sonrisa de oreja a oreja— No, espera. ¡Nosotros, vamos a reencarnar! —me tomó con delicadeza de las manos — ¡Lily! ¡Lo lograste!

-¡Lo logramos! —ambos saltamos euforicos y nos abrazamos.

Hasta que luego de unos segundos nos separamos un poco confundidos.

-Espera, ¿por qué vamos a reencarnar los dos?

Ambos nos quedamos mirando.

Porque habia ciertas piezas del rompecabezas que aún nos estaban faltando.

Y espero que el Jefe del Más Allá las tenga en sus manos.


Un vínculo eternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora