Capítulo 33

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Esta vez la escena no había cambiado, solo se diferenciaba el hecho de que ya no era de madrugada sino que el sol estaba saliendo.

Y también el hecho de que había otro Jonathan junto al muerto el cual no tenía indicios de haber tenido una pelea a muerte.

Se trataba del alma de Jonathan, el que yo había conocido en el Más Allá.

-Mmm —escuché que el nuevo Jonathan gruñía como si solo se estuviera despertando de un largo sueño. Podía ver que de a poco abría sus ojos — ¿Eh? —murmuró al notar que había alguien a su lado.

Y lanzó el grito más fuerte que había escuchado en años, aterrado de ver a sí mismo moribundo sobre un enorme charco de sangre. Se alejó arrastrándose hacia atrás hasta que su espalda chocó contra la cama.

Se estaba mirando a sí mismo sin entender bien qué era lo que tenía enfrente. Su respiración era agitada, podía ver como su pecho subía y bajaba de la desesperación. Después de eso, sus ojos fueron hacia su padre, que estaba en el suelo junto a otro charco pero de su sangre, con el rostro pálido.

-¿Qué... carajos? —murmuró casi sollozando.

Y ahí fue cuando me di cuenta que Jonathan estaba en situación de alma en espera, pero su escolta aún no aparecía. Acababa de ver su cuerpo muerto, algo que se debía evitar en el protocolo de escolta de almas.

O tal vez habían puesto esa regla después de que Jonathan muriera.

-Ah... —vi que su expresión cambiaba levemente a una de intuición— ¿Acaso... morí? —susurró casi inaudible para mi pero su tez se ponía cada vez más pálida al llegar a esa conclusión.

Antes de qué él siguiera uniendo cabos en su mente, la puerta principal se abrió estrepitosamente y se escucharon gritos de sorpresa junto a otro totalmente desgarrador.

Y supe por el tono de voz, que se trataba de Anna, que acababa de ver el cuerpo muerto de su hermano.

-¡Llevensela lejos! ¡Que no vea! —exclamó el policía mientras entraba a la escena. Frunció los labios y el ceño al ver la cantidad de objetos rotos y los dos cuerpos que eran inevitables de ignorar — Esto es una masacre... —murmuró.

-¡Oficial! —chilló el alma de Jonathan detrás mío— Puedo explicarle lo que sucedió y... —pero cuando apoyó su mano en su hombro, esta lo atravesó sin más haciendolo trastabillar en su lugar — ¿Qué... ? —soltó sorprendido viendo su mano y cómo el policia se acercaba a su cuerpo frío, verificando los signos vitales — ¿No puede verme? —volvió a acercarse a él, poniendo su rostro frente al de él, casi tocando sus nariz— No puede verme... —murmuró con desolación, aun manteniendo su expresión de preocupación y tristeza. Elevó su cabeza cuando escuchó otro sollozo desde las afueras de la residencia Rider.

-Anna... —murmuró al recordar que su hermana estaba afuera y ella era la razón por la que los policías habían llegado— ¡Anna! ¡Anna! —chilló desesperado al ver la figura de su hermana siendo abrazada por una señora mayor que parecía recién despertarse. Jonathan salió corriendo de su casa y yo le seguí, encontrando que había mucha gente del vecindario fuera de sus casas preguntándose qué había pasado, mientras que algunas eran interrogadas por alguno de los policías. — ¡Anna! —fue hasta ella tratando de agarrarla para consolarla, pero sus manos la atravesaban de la misma forma que con el policía. Pude notar sus desesperación al ver que era imposible consolar a su hermanita — Tranquila, todo... todo va a estar bien... —murmuraba por lo bajo con poco convencimiento.

-Es mi culpa... —escuché que sollozaba Anna— ... debí traer ayuda antes, es todo mi culpa.

-¡No! —soltó Jonathan preocupado — No, no, no. No es tu culpa, no pienses eso... —su rostro mostraba la impotencia que estaba sintiendo en esos momentos al saber que, cualquier cosa que hiciera, era inútil. Volteó nuevamente hacia el interior de la casa, clavando su mirada en el cuerpo de su padre— Todo es culpa de él... —se mordió los labios y sus ojos demostraban el odio puro hacia su progenitor— ... y mía—murmuró aquello último mientras relajaba su rostro del cansancio.

Un vínculo eternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora