Un vínculo eterno

Capítulo 23

Nos encontrábamos otra vez en las oficinas del Más Allá porque 1)nos habíamos quedado sin ideas, 2) estábamos cansados. No creo que dentro del espectro físico, sino que nuestras mentes estaban hartas de pasar sentimientos fuertes cada dos segundos.

-¿Vamos a tu oficina? —pregunté entusiasmada.

-Claro que n... —estaba por hablarme con la severidad del antiguo Jonathan pero se detuvo en el momento— Vale, vamos a mi oficina—respondió derrotado.

-Me siento halagada, Jimin me dijo que no dejas entrar a nadie.

-No lo arruines entonces—remató a mi comentario mientras subiamos las escaleras— Y nada de burlas. —largué una carcajada.

-¿Qué? ¿Acaso lo tienes lleno de peluches y cosas así? Tranquilo, no se lo contaré a nadie.

-Tu lealtad me da menos seguridad que un perro rabioso —simulé que ese comentario me ofendía.

-Hieres mis sentimientos.

-Eres pésima actriz—vi que sonreía divertido mientras seguíamos caminando. Traté de no mostrarme nerviosa cuando volví a verle esa faceta más cálida.

-Oye, nos estamos alejando de las demás oficinas, ¿en donde quedas? ¿En un calabozo? ¿Estás intentando deshacerte de mí?

-Ay, por favor, ya superé esa etapa—le sacó importancia con la mano— Eres difícil de ignorar. — Vale, no entendí si me lo estaba diciendo de buena forma o me estaba criticando de que era una especie de cucaracha. — ¿Y que dijiste? ¿Calabozo? Si sabes que son en el subsuelo, ¿verdad?

-¿De verdad tienen calabozos? —pregunté sorprendida pero por su risa, me di cuenta que me estaba tomando el pelo— Te detesto.

-Bueno, nosotros no. Si hay en la zona roja y... oh, ¿otra vez? —suspiró agotado cuando nos detuvimos frente a una antigua puerta de madera que tenía el apellido "Rider" en una placa dorada. Pero llamaba la atención que había un papel pegado con cinta adhesiva. Creo que no era nada importante porque ni siquiera le dio la oportunidad de leerlo y lo hizo un bollo en su mano — Charlotte —volteó hacia mi para darme una explicación.

-Charlotte—asentí entendiendo.

-Adelante, puedes sentarte en el sofá o en el escritorio- Obviamente no puedes en mi lugar.

-Tranquilo, lo supuse—entré cuando él se hizo hacia un lado.

Cuando ya estaba dentro, no sabría decir si era lo que esperaba. Pensé que iba a ser un lugar organizado en donde no existiera ni una pizca de mugre pero se trataba de un lugar lleno de atriles y un escritorio atestado de hojas usadas y cuadernos. Esa era una parte de la oficina, la otra se trataba de un sofá bien cuidado con un ventanal que daba directo a las luces de la ciudad.

-Pareces... sorprendida—arqueó una ceja confuso. Bueno si, no habia controlado mucho mis gestos.

-Nunca dijiste que pintabas—¿acaso ese dibujo en mi recuerdo había sido pintado por Jonathan? Debía obtener información al respecto sin parecer una loca. Algo como "¡Hey! ¿Sabes que tuve un alocado sueño sobre su amada Silene, a quien no puedes olvidar a pesar de haber pasado un siglo? Sí, esa"

-Nunca me preguntaste—dijo levantando los hombros— También me gusta sacar fotos—señaló con tranquilidad una vitrina que estaba a mi espalda llena de cámaras antiguas y nuevas.

-¿Siempre te gustó la pintura y la fotografía?

-La fotografía lo descubrí años después, no todos podían tener una cámara. Con respecto a la pintura... era mi forma de pasar el tiempo, dibujaba con carbón y esas cosas.