Los ojos de Katherine se abrieron de pronto, encontrándose con su mesa de noche y el reloj digital, que indicaba que recién eran las 5:40. Se agarró la cabeza con ambas manos, aguantando un gemido de dolor. Era como si mil agujas se clavaran con fuerza a su cerebro una y otra vez. Giró su cuerpo, frunciendo los párpados y tratando de apaciguar el malestar. Estiró su brazo al costado, esperando encontrarse con el cuerpo delgado de Niall.
Mas lo único que sus dedos tocaron fue la sábana arrugada.
Kat abrió nuevamente los ojos, con el corazón palpitándole con locura. Observar que el lado de la cama de su novio estaba vacío la inquietaba demasiado; sintió que su cuerpo se pegoteaba por sudor frío. Se incorporó y fue hasta al baño. Todo estaba normal, la luz apagada, la tapa del retrete abajo. Yo fui la única en ir, pensó, mordiendo sus labios.
-Tal vez está comiendo algo –masculló, tomando su bata y bajando las escaleras. El miedo era como una soga que se ataba muy fuerte a su cuello delicado, que con cada instante que pasaba, se apretaba más.
Katherine llegó a la planta baja y con lentitud caminó hacia la cocina. Por alguna razón, la puerta de la misma estaba cerrada. Ella se paró justo enfrente... y sintió algo tibio y pegajoso en sus pies. Bajó la vista casi con un movimiento mecánico, encontrándose con esa sustancia roja, brillante como el aceite.
Soltó un grito y abrió de un tirón la puerta. Pudo distinguir la cabellera rubia de Niall atrás de las sillas y la mesa. Parecía estar en movimiento.
-¿D-Duende? –inquirió ella sin voz, acercándose más.
Pero eso fue lo peor que pudo haber hecho.
Allí estaba su duende, en efecto... inclinado sobre alguien, tajándole la garganta una y otra vez. La sangre se desparramaba por un camino que en al principio era fino y delgado. Luego, se bifurcaba en distintas direcciones, convirtiendo el piso en un charco enorme, rojo y viscoso.
La chica gritó desaforadamente, retrocediendo y chocándose contra las sillas. Perdió el equilibrio y cayó sobre su trasero, inmovilizada por un momento. Sus ojos se fijaron en la mano manchada de Niall, que iba a parar con violencia y brusquedad al cuello de su víctima... la cual Kat reconoció poco después.
Era ella misma.
Mientras el rubio continuaba rematándola, la joven se puso de pie y echó a correr fuera de la cocina. El hedor a sangre dilató sus fosas nasales, haciéndola temblar. Ella sabía que su camisón estaba todo manchado, por eso decidió dejar las observaciones para otro momento, al menos, para cuando su vida no corriera peligro.
Subió las escaleras de dos en dos, desplomándose varias veces. Corrió al baño y se encerró bajo llave, llorando a mares. Se acurrucó en un rincón, abrazándose el cuerpo húmedo y tembloroso...
... hasta que sintió que algo goteaba de su cuello.
La chica se incorporó meticulosamente, acercándose al espejo, el cual estaba empañado. Lo limpió con la manga y se encontró con el reflejo de un cadáver en pie, con la garganta abierta en cuatro partes, de las cuales brotaba sangre a caudales. Esta se resbalaba sin piedad por su pecho, mojándola, aunque sin sentir ningún tipo de dolor. Lo único que podía reconocer bajo todo el miedo que la dominaba eran las punzadas constantes de su cabeza. Se llevó una mano al cuello, abriendo los ojos como platos y retrocediendo, chocándose con algo a sus espaldas. Ella vio que en el reflejo no se veía nada, tan sólo era la pared.
Sin embargo, al girarse, se encontró con su asesino, loco de atar, respirando de manera irregular. La tomó con sus garras manchadas y ella ni tuvo tiempo para gritar, porque ya la estaba estrellando al suelo, para clavarle de nuevo su puñal.
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Frontera mental [Ziall] (Oficial)
FanfictionUna persona persistente, gentil, alegre, feliz y sana era Niall Horan. Trabajaba como enfermero en el hospital psiquiátrico "Calmwood", aunque su mayor sueño era recibirse de médico, como lo era su fiel amigo y compañero Brian Olivier. Niall llevaba...