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Vela sentía que el aire abandonaba sus pulmones, sus ojos lagrimeaban, no podía controlarlo, escuchar a sus amigas tampoco la hacía sentir mejor, solo empeoraba su pesar.

—Vela... —la voz de Cedric hizo que ella lo mirara, su corazón se encogió al ver a la chica en ese estado —. Lo siento...

—No lo haces

—Sí, lo hago, siento que te encuentres así por mis acciones y decisiones —limpió unas lágrimas que caían por su rostro

—Mucha gente a muerto, no quiero que mueras, no quiero que salgas lastimado —Cedric la envuelve con sus brazos

—Nada va a pasarme, puedes estar segura, seré el campeón

—Promételo, me da igual si ganas o no, solo quiero que estés bien.

—Lo prometo, además, ya sé de que va la primera prueba —admitió, ella lo miró sorprendida —. Potter se me acercó para decirmelo, pero no sé si creerle o no

—Él no mentiría, si te lo dijo es porque quiere ayudarte —Cedric alzó una ceja —. ¿Qué?

—Confías mucho en él —ella se sonrojó

—Es un buen chico y ahora está solo, todos se han alejado de él, creo en su palabra cuando dice que no quería participar y que él no puso su nombre —Credic sonrió

—Te gusta

—¡Pero que dices!

—Oh, por Merlín, sí que te gusta —Cedric soltó una carcajada y revolvió el cabello de Vela —. Eres pequeña para tener novio

—No acabas de decir eso —cada vez sentía su rostro más rojo —. ¡Tengo quince!

—Es verdad, a veces olvido que vas un año atrasada

Vela acomodó su cabello y luego tomó las manos de Cedric para darles un beso en los nudillos de cada una

—Sobrevive, vive.

—Así será.

En otra parte del mundo, el chico de cabello azabache caminaba de un lado a otro con el periódico en la mano, no muy lejos de él estaba la mujer que lo miraba con aburrimiento. Aquella mujer tomó un libro y se lo tiró en la cabeza al chico

¡Eh! Eso dolió, Antonia

—A mí me dan dolor de cabeza tus paseos, ¿me explicarás qué sucede o seguirás dando vueltas? —la mujer llevó un cigarrillo a sus labios esperando la respuesta

Han pasado algunas cosas en Londres —Le mostró el diario, la mujer lo tomó y empezó a leer.

Comprendo, ¿qué harás?

—¿Como que qué haré?

—La situación aquí está más tranquila, puedes ir y volver a gusto en este momento, se nota que quieres ir, pero estás contrariado

—Ya no me queda nada ahí —respondió Rabastan

Eso es lo que tú crees

Rabastan no sabía muy bien como había llegado a aquella situación. Se encontró caminando por las calles de Londres luego de más de una década.

En su mente iba repitiendo una y otra vez las mismas frases, llevaba practicándolas desde que pisó el país

"Hola, soy Rabastan, sé que ha pasado una década, lamento lo de Regulus"

Una mierda, no sabía qué decir, no sabía no como iba a reaccionar al llegar al lugar, ni siquiera estaba la seguridad de que le fueran a abrir la maldita puerta.

Cuando llegó a Grimmauld Place, subió los peldaños y llamó a la puerta, cuando escuchó que esta se abrió empezó a hablar

—Buenas noches, Lord Black, Lady Black, soy...

—Rabastan...

Al escuchar aquella voz, Rabastan levantó la vista logrando así ver quién había abierto la puerta, no podía ser posible

—Regulus...

Rabastan abrazó a Regulus

—Estás vivo, estás vivo, ¿cómo es que estás vivo? No importa, estás vivo... —repitió varias veces

—Estoy aquí, lo lamento, es mi culpa, perdóname, perdón por no buscarte, perdóname, perdóname —se disculpó Regulus

—No es que quiera interrumpir este bello reencuentro, pero entra frío por la puerta —dice Sirius.

Ambos chicos se separaron, Regulus le dio una mala mirada a su hermano mayor

—Tenemos mucho que hablar, pasa, Bastie.

—Ni te imaginas donde he estado este tiempo, Reggie

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