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La mayoría estaba en el salón, Vela estaba enseñando a Rabastan a tocar el piano, había pasado aproximadamente una semana desde que empezaron las vacaciones. Rabastan había sido un gran apoyo para Vela, la distraía y la sacaba de su nube de tristeza, cosa que Regulus en verdad agradecía.

Le alegraba ver como ambos se estaban llevando bien, sentía que podrían ser una familia.

Un fuerte estruendo hace que todos dejen de hacer lo que hacían, los gritos de Kreacher se hacen presentes.

Regulus es el primero en levantarse, completamente confundido, los otros le siguen y bajan a la primera planta encontrándose con el panorama

—Déjame, elfo tonto

Sirius estaba junto a varias personas en la entrada, Kreacher reclamando, Sirius insultando, el director mirando a su alrededor, Walburga gritando por la presencia de traidores

—¡Deja a Kreacher! —gritó Vela, bajando las escaleras con rapidez

—Vela...

—Sirius, tienes 5 segundos para explicar que es todo esto —exigió Regulus

—Verás, ofrecí la casa como guarida de la orden del fénix—explicó él

—¡¿Que hiciste qué?!

—¿Estás mal de la cabeza? —preguntó Vela, todas las miradas se centraron en ella

—Señorita Black... —empezó a decir el director, pero ella lo interrumpió

—Black–Rappaport —corrigió ella —. Sirius, no eres dueño de nada, no puedes ofrecerte algo que no es tuyo, algo que no te pertenece y aunque lo hiciera, más personas viven acá, ¿no creíste prudente hablarlo con los que viven aquí? ¿O es que aún tienes las neuronas fundidas por los dementores?

—Qué niña más maleducada —dijo una señora pelirroja

Vela examinó a todos los presentes y luego miró a su padre, Regulus se percató de lo que esa mirada quería decir, no confiaba en ninguno

—Tú decides, solecito —indicó Regulus, confiando completamente en su hija

—Director, vamos a hablar al salón —este accedió —. El resto esperará aquí y ni se atrevan a tocar algo

»Kreacher, prepara un poco de té, por favor

—Sí, ama.

Vela volvió al salón en compañía del director, ambos se sentaron a un sofá y al poco tiempo Kreacher aparece dejando sobre la mesita el té y unas tasas

—Le ofrecería algo más, pero soy menor de edad para beber, espero el té sea de su agrado —dijo ella, se notaban las clases de etiqueta que había recibido en Ilvermorny

—Gracias —dijo el director, empezando que fuera ella la que hablara primero

—Verá, mi progenitor no tenía el derecho de ofrecer este lugar, no es de su propiedad y tampoco es el heredero, lo que ha hecho está completamente mal, creo que eso usted lo entiende, ¿verdad? —el director asintió

—Sirius no lo hizo de mala fe

—Lo sé, pero al hacerlo le ha faltado el respeto a los que viven aquí, espero pueda entender eso —la indiferencia en las palabras de Vela era algo complejo de entender, Albus pensó que podría manipularla, pero viendo la situación todo parecía más difícil

—Lo comprendo, pero necesitábamos un lugar, él solo...

—Da igual, como habrá escuchado, la que toma la decisión soy yo —Vela toma un sorbo de té y hace una mueca, para luego poner una cuchara de azúcar —. Le haré una propuesta, usted verá si acepta, pero considere que no está en posición de negociar

—La escucho

—Podrán usar la casa, pero solo hasta el segundo piso, ese será el límite, no podrán ir más arriba, en cuanto pongan un pie en el primer peldaño para ir al tercer piso considérense fuera —bebe otro sorbo —. No podrán alterar ni cambiar nada del lugar, tampoco podrán prohibirnos el acceso a ninguna parte de la casa a los que vivimos aquí.

—Teníamos pensado que algunos vivieran aquí durante el verano —dejó caer el director

—Los primeros pisos tienen habitaciones suficientes, y si faltan camas, pueden agregar más camas, la despensa del sótano igual puede adecuarse, pero nada más que eso.

—Señorita, son...

—Me da igual, es mi casa, ustedes se adecuan, si les gusta, podrán quedarse, si no les gusta pueden irse por donde vinieron —Albus soltó un suspiro de rendición

—¿Algo más?

—No podrán hacer magia para alterar algo de la casa, el más mínimo intento para lastimar a alguien de la familia significará la expulsión de todos, ¿entendido?

—Señorita...

—Dije: ¿entendido? No es difícil de responder, ¿lo entendió? ¿Sí o no?

—Sí.

—Perfecto, la casa acatará a todo lo dicho aquí, el incumplimiento de cualquiera de las cosas mencionadas aquí significará la expulsión, la misma casa se encargará de eso —avisó —. Avisemos al resto, de seguro les encantará la noticia.

Ambos salen del salón y bajan a la primera planta.

—Sentí la magia de la casa —avisó Regulus —. ¿Qué decisión se tomó?

—Los invitados de Sirius podrán usar desde el sótano hasta el segundo piso, no podrán subir más, no podrán alterar la casa, salvo que sea para agregar camas en casos de quedar escasos, no podrán prohibirnos entrar a ningún lugar, cualquier ataque a nosotros está prohibido —enumeró con los dedos —. El incumplimiento de cualquiera de estas normas significará la expulsión de todo.

—¿Qué? Pero... —La señora Weasley nuevamente iba a soltar un comentario para quejarse

—Usted no es más que una invitada de Sirius, él no es dueño de la casa, tomó una decisión que no debía, agradezca que estoy teniendo la consideración de permitirles quedarse, si no les gusta se pueden ir y ya está —replicó Vela.

Rabastan se acerca y pone sus manos sobre los hombros de Vela, para intentar relajarla

—Creo que ha quedado todo claro

—Solo por si acaso, Kreacher igual es parte de la familia —agregó Vela, ella no iba a permitir que dañaran o trataran mal al elfo doméstico

Los demás iban a tener que obedecer si querían quedarse en la casa, Regulus confiaba en su hija, le dijo a Vela de ir al despacho, ella asintió. Sirius miró de reojo y asintió al escuchar las reglas. No podía hacer otra cosa, por lo que se puso a ayudar a los demás a instalarse.

En el despacho, ambos tomaron asiento y se miraron en silencio hasta que Regulus sonrió

—Lo has hecho muy bien, estoy orgulloso —ante sus palabras, Vela se sonrojó

—¡Papi! —exclamó

—No es el único que se siente orgulloso, lo has hecho muy bien —dijo Orión, tanto Regulus como Vela sonrieron

—Por cierto, papi, hay que agregar a Rabastan a las protecciones de la casa, así estará protegido, no me fío de ninguno de ellos —Regulus miró a su hija y asintió —. Su aura es muy fea, es tan sucia...

»Tenerlos aquí nos ayudará también a tener información, sabremos más cosas de primera mano, prácticamente, sin tener que involucrarnos

—Ese es un movimiento muy astuto, princesa

—Lo sé, es necesario para protegerlos a todos y para que ellos no se crean con el derecho a actuar libremente en nuestra casa.

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