C A P 14

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Capítulo editado. 

Recomendación: Mine, Bazzi. 

Tres días después de ese encuentro desenfrenado en el baño, me recriminé la poca vergüenza que me quedaba y la pérdida de control sobre mis impulsos, por más que haya disfrutado el momento de lujuria, ahora me sentía abatida sin entender y sin tener un culpable; un tercero para aliviar mis penas.

Él lo era y yo, pero admitir culpabilidad después de disfrutar me costaba. No obstante, es un tema que debo solucionar enfocandome en el bienestar de los dos, ni siquiera determiné en pensar en el mío como el principal.

Dando vueltas en la silla giratoria de la oficina de Pablo, el techo me estaba mareando, pero no podía parar, necesitaba encontrar una respuesta clara a lo que estaba pasando entre él y yo. No quería conformarme con el sexo... yo quería más.

No me escribió después de nuestro encuentro en el baño,  ni mucho menos  me molesté en hacerlo, pero algo de mí presentía que huir es una de singularidades.

Y Richard sí estaba en lo cierto, huir es mi método de escape. 

Suponer siempre fue uno de mis malos habitos, suponer llevaba a la desperación y desilución, tarde entendí eso, pero necesitaba aplicar ahora mismo lo que con amor y calma la terapeuta me había enseñado y era esperar la respuesta de su asuencia o no darle importancia. 

¡Joder!

Reviso mi teléfono por sihabía llegado un mensaje de él, pero no, era uno de Pablo en el que pedía más archivos. Definitivamente el pobre no tiene descanso. 

Tío: Envíale los documentos a Enzo. 

¿Qué será de la vida de Enzo? le he puesto dos excusas para no hacerle el recorrido por la instalación, y yo sabía que era un excusa también para verme. Imposible que Silva no le haya hecho su respectiva instrucción. 

También me preocupaba, al menos un poco, si el ambiente entre Enzo y Richard no fuese le mejor por mis malas decisiones. Ese mismo día de nuestra demostración sexual, en las horas de la tarde cuando el partido apenas empezaba Venetto no quería desprenderse de mi lafo y aunque no me fastidiaba su presencia, más bien, era estimulación para Ríos, yo quería estar un momento alejada de la testosterona. Por lo que me acerqué a Fernanda, quién estaba un poco cabizbaja, e intenté levantarle el ánimo con preguntas supuestamente graciosas y la respuesta de Richard, desde la poca lejanía fue reír. 

Unos toques interrumpen mi silencio y Ana entra;— Señorita, hay un regalo para ti. Uno muy bonito. 

Había algo en su sonrisa, cálida y sincera que me advertían que si era un regalo muy bonito. De Ana he logrado aprender la simpatía, a seguir siendo una persona amable y llena de vida, pese a que su cabello ahora lucia cubierto de canas, esto no hacía más que resaltar belleza y me lo decía a menudo, entre risas; que, de alguna manera se sentía más renovada. 

— ¿Regalo? — Inquiero. 

—Si, necesita verlo usted misma. 

Le hice caso y bajamos al primer piso, directamente en la sala de estar cerca de la puerta principal en el que se encontraba un ramo de flores... de rosas MUY, MUY grande. 

— Oh, no Ana — Terminé de llegar lo más rápido que pude para agarrar el ramo. 

Yo amaba imensamente las flores y en particular mis regalos favoritos tenía que estar relacionados con flores.

Envueltos +21 ||Richard Ríos||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora