Mónica me observa sentada desde su cama mientras yo me seco el cabello y me pongo una ropa para dormir.
—Has estado increíble estos días —dice con emoción—. ¿De verdad crees en todos esos rituales?
—Sí, porque los he visto desde pequeña, Tara ha curado al pueblo con esas hiervas y esos rituales desde que yo tengo uso de razón e incluso antes. Igual que su madre y su abuela...
—Es impresionante, ahora comprendo por qué te ofendías tanto cuando alguien hablaba mal de la medicina alternativa —responde y yo asiento—. ¿En qué piensas? Estás un poco ausente.
Me siento en la cama y suspiro.
—Creo que Gonzalo me ha sorprendido... Durante todos estos años pensé que él había ido a la universidad, había hecho una carrera fuera y que no pensaba volver al pueblo. Incluso pensé que vendería la casa de sus abuelos en cuanto ellos fallecieran. Me imaginé miles de cosas, pero nunca que vendría a vivir aquí y que se encargaría del pueblo como lo hace, y no solo del pueblo, también de la tribu...
—Es increíble lo que hace por la gente...
—Sí, Arua dice que lo quieren mucho. Hoy me ha mostrado esa escuela que está creando y me ha dicho que siempre ha pensado en mí, en todo lo que yo sufrí en mi infancia por el rechazo de los niños... Dice que me ha extrañado.
—Y tú a él también, por más de que lo niegues. Yo te conozco...
Me quedo en silencio un buen rato, apago la luz del velador y dejo que el sonido y la frescura del campo nos invadan.
—¿Estabas enamorada de él? —pregunta entonces—. Es la única explicación que le encuentro...
—Sí —admito porque estoy cansada de guardarme esto dentro—, pero sabía que no era posible y pensé que enfadarme sería una buena manera de curar el dolor que me provocó su desprecio... Quería odiarlo y así olvidarlo...
—Amaru... ¿Por qué no se lo dices? A lo mejor él te puede dar una explicación...
—¿Para qué? Era solo una niña, Moni, una niña tonta llena de ilusiones que se dividía entre el mundo que vivía y el que quería vivir. Me pasaba leyendo novelas donde el romance era el protagonista y soñaba con una historia así, pero luego caía en cuenta de que eso no era para mí. Estaba desfasada, siempre lo he estado...
—No digas eso, Amaru...
—Es la verdad —susurro—. Mis padres querían que me uniera a Naran y ayer atendí a su hijo, ¿sabes? Una mujer se acercó a pedirme que lo atendiera ya que estaba con fiebre y el padre no creía en los médicos... ¿Te imaginas? Ese era mi destino, estar con él, someterme a su voluntad, criar a sus hijos...
—Pero no lo estás, Amaru... ¿Querrías eso acaso?
—No... Un tiempo pensé que sí, que podría amarlo y quedarme con él, pero es que yo empecé a comprender la unión de dos personas como lo hacen ustedes, quería eso, un amor... y luego entendí que eso no sucedía con mi gente...
—¿No se casan por amor?
—No, es poco probable... Como te había mencionado, no es concertado porque la mujer decide, pero se tienen en cuenta factores importantes como la compatibilidad entre las familias y cosas así...
—No me imagino casándome con alguien por eso —admite mi amiga—, mucho menos sometiéndome a sus decisiones.
Sonrío en la penumbra.
—Es muy difícil de comprender desde donde ustedes lo ven, pero no se trata de machismo o feminismo —explico—, es algo que va mucho más allá. Para nuestra cultura la mujer y el hombre se complementan en sus distintos roles, no hay uno que esté por sobre el otro, pero sí que los dos tienen roles bien definidos. Se piensa que es la única manera de que las tradiciones trasciendan al tiempo y que la naturaleza mantenga el equilibrio. Los hombres son los que se encargan de salir a hacer el trabajo físico más pesado, las mujeres quedan con los hijos y se dedican no solo al cuidado de la casa sino también a las chacras. Todas las mujeres de una familia se ayudan entre sí, igual que los hombres. La familia pesa por encima de cualquier individualidad y los niños aprenden eso desde pequeños.
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El verano que derritió tu corazón
Roman d'amourUn verano para conocerse, Ocho veranos para enamorarse, Muchos veranos para odiarse, Y un último verano para reencontrarse. Amaru y Gonzalo son como el agua y el aceite, a simple vista no tienen nada en común más que el amor por la naturaleza y por...