Es viernes y ha pasado un mes desde que Amaru y los otros médicos han venido al pueblo, debido a que solo queda un mes para que acabe el verano, la fundación que los ha traído aquí ha mandado una cuadrilla para reemplazarlos y que se tomen una semana libre porque el trabajo ha sido pesado, así que sé que ella está con su familia, pero yo no puedo más que pensar en las ganas que tengo de invitarla a ir a un viaje conmigo. Sé que la idea es descabellada, pero no he podido dejar de pensar en eso... y en ella.
Cuando la tengo cerca siento que el aire es distinto, que el corazón me late de prisa y solo quiero ahondar más en su vida y en la persona que es hoy, pero ella es cerrada, no me deja entrar, no responde mis preguntas cuando las considera muy íntimas y se mantiene alejada y esquiva.
En eso estoy cuando alguien toca a la puerta, es Isati, que ha regresado de la ciudad y viene a mostrarme los documentos que ha presentado en el ministerio de educación.
Ingresa a casa llena de emoción, es bonita y jovial, y se nota que vive y respira para llevar a cabo su sueño de levantar la comunidad indígena, y eso es lo que me agrada de ella.
Nos sentamos a la mesa y me muestra los documentos.
—He conseguido las firmas y los permisos, lo único que falta es que vengan los encargados a verificar que tenemos las instalaciones en orden. Dice que eso será en tres meses, creo que vamos bien de tiempo, ¿no?
—Sí, en un mes terminará la construcción y nos dedicaremos a amoblar la escuela, pensaba que podíamos hacer una inauguración oficial.
—¡Me parece perfecto!
—Me alegra que lo hayas conseguido con facilidad.
—Bueno, no ha sido sencillo, he tenido que apelar a la directora de los pueblos indígenas que me ha ayudado muchísimo. Ahora solo me queda ponerme a analizar los programas de estudio y conseguir los profesores, además tengo que ver cómo compaginar las horas de clases y las materias que darán los profesores nativos.
—¿Y cómo haremos lo del almuerzo? —inquiero con curiosidad.
—Eso también ya lo tengo conseguido, hay una organización sin fines de lucro que nos ayudará con los útiles y los almuerzos... ¡Todo está marchando! —comenta entusiasmada.
—Me encanta que así sea, en un año estaremos viendo los resultados de este proyecto, Isati.
La acompaño a la puerta y ella me abraza de la emoción.
—Gracias por tu ayuda, sin tus contactos hubiésemos tardado mucho más —dice y yo sonrío.
—No hay nada que agradecer, todo ha sido idea tuya.
Un carraspeo llama mi atención, Amaru nos mira desde el pórtico.
—Hola —saluda.
—¡Amaru! —exclama Isati emocionada—. ¡Qué gusto verte! Solo quería decirte que tú has abierto una puerta increíble, a lo mejor no eres consciente de todo lo que has logrado cuando has decidido salir al mundo, pero gracias a ti otros lo hemos hecho también.
Amaru se pone nerviosa, pero asiente.
—Hola, Isati, ya me han contado lo de la escuela, me parece un proyecto buenísimo —dice—, muchas felicidades.
—No es solo mío, también es de Gonza —añade y sonríe.
Amaru asiente y luego nos despedimos de Isati que nos explica que irá a buscar a Arua para que la lleve a casa.
—Está emocionada —añado mientras la vemos partir a los establos—, ha conseguido las firmas y todo marcha en orden, haremos una inauguración del local en un mes...
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El verano que derritió tu corazón
RomanceUn verano para conocerse, Ocho veranos para enamorarse, Muchos veranos para odiarse, Y un último verano para reencontrarse. Amaru y Gonzalo son como el agua y el aceite, a simple vista no tienen nada en común más que el amor por la naturaleza y por...