En el carruaje de las Featherington se respiraba una tensión palpable. La insistencia de Anthony en unirse a las damas había tomado a Eloise por sorpresa, y el pequeño gesto de Penélope dejó un silencio incómodo.
Eloise Bridgerton le lanzó a su amiga una mirada interrogativa, arqueando una ceja expectante. "¿Y bien? ¿Vas a recordarme a quién debemos llamar hoy?"
Había un inconfundible tono de diversión en su tono, haciéndole saber a Penélope que estaba más que dispuesta a jugar con cualquier plan que hubiera ideado.
Los labios de Penélope se curvaron en una pequeña sonrisa secreta cuando se encontró con la mirada inquisitiva de Anthony, sin siquiera molestarse en ocultar la alegría que bailaba en sus ojos. No pudo resistirse a permitir que su mirada recorriera su cuerpo en una lenta y apreciativa exploración.
Dejemos que el estimado vizconde Anthony Bridgerton se retuerza un poco bajo su escrutinio por una vez.
El carruaje se detuvo y el lacayo se movió rápidamente para abrir la puerta, pero Anthony ya se había puesto de pie con un movimiento ágil, decidido a ser él quien ayudara a las damas a llegar a la calle.
Siempre un caballero, aunque Penélope tenía la intención de poner a prueba los límites de sus refinados modales antes de que terminara el día.
El suave jadeo de Eloise atrajo su atención, sus ojos expresivos se abrieron de par en par cuando reconoció claramente su ubicación. "¿Pen? ¿Es esto... Se supone que debemos visitar a los Smythe-Smith?"
Sonaba casi dolida por la perspectiva, y le dio a Penelope Featherington un sutil pellizco en el brazo, como si la instara a reconsiderar ese tortuoso camino.
Pero Penélope no se dejó intimidar y devolvió el gesto juguetón con un guiño secreto. "De hecho, la finca Smythe-Smith es precisamente el lugar al que tengo intención de llevar a nuestra fiesta esta tarde".
Ahora fue el turno de Anthony de mostrarse perplejo, frunciendo el ceño de una manera deliciosa. "¿Las damas Smythe-Smith? ¿Pero qué asunto podrías tener con esa familia?"
Su escepticismo era evidente, subestimaba claramente la profundidad de la sociedad en la que Penélope y Eloise se habían metido. Penélope Featherington podría haberle besado la mejilla por haber caído directamente en su trampa.
Pasando su brazo por el de Eloise, Penélope comenzó a subir los escalones de la entrada con gracia practicada, muy consciente de la presencia de Anthony siguiendo su camino como lo exigía la etiqueta.
Cuando llegaron a la imponente puerta de entrada, ella les dirigió una última sonrisa traviesa por encima del hombro. "Para asistir a sus ensayos, por supuesto. No puedo resistirme al talento musical del cuarteto Smythe-Smith".
La absoluta perplejidad que desfiguraba el hermoso rostro de Anthony Bridgerton era casi demasiado deliciosa para expresarla con palabras. Pero Penélope se mantuvo firme y le permitió entrar al mayordomo con una sonrisa serena y un suave murmullo de agradecimiento.
Detrás de ella, Eloise apenas pudo contener una carcajada y sacudió la cabeza con admiración a regañadientes. Su amiga era un auténtico demonio debajo de esa dulce fachada. ¡Anthony no sabría qué le pasó!
Penélope sabía muy bien lo tortuoso que podía ser sentarse a escuchar las voces estridentes y la musicalidad cacofónica de las hijas de Lady Smythe-Smith, especialmente para alguien con un oído tan refinado como el vizconde.
Si Anthony creía que podía meterse en su compañía sin que nadie lo invitara ni lo quisiera, entonces más le valía estar preparado para afrontar las consecuencias. Una lenta y maliciosa sonrisa curvó la boca de Penélope mientras anticipaba que esas consecuencias se desplegarían antes de que terminara el día.
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Remembranza
RomanceDespués de los desafortunados acontecimientos en el baile de su madre, Penélope decidió que era hora de irse de Londres. Mientras escuchaba a Colin pronunciar palabras despectivas sobre ella hacia sus amigos, Penélope había perdido el respeto hacia...