Una mirada atrás

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Penélope Featherington no podría haber imaginado una existencia más plena que la que estaba viviendo actualmente. Las últimas ocho semanas habían sido un torbellino de emoción y alegría, llenas de reuniones sociales, momentos íntimos con Anthony y la reconfortante presencia de nuevas amistades.

Mientras navegaba con gracia por los salones de baile y las fiestas de té de la alta sociedad, Penélope no pudo evitar sentir orgullo por su papel como la Esmeralda de la temporada. El favor de la Reina le había abierto innumerables puertas y disfrutaba la oportunidad de entablar animadas conversaciones y forjar conexiones con miembros nobles de la sociedad.

Pero fue Anthony quien realmente hizo que su corazón cantara. Su inquebrantable atención y afecto la llenaron de calidez y felicidad. Desde los tiernos gestos de enviarle flores y regalos hasta los apasionados besos que compartían en momentos robados, Anthony la hacía sentir querida y deseada de una manera que nunca antes había experimentado.

Su conexión ha trascendido la mera atracción física o las expectativas cortesanas. El ardiente cortejo de Anthony y su inquebrantable devoción le han permitido a Penélope sentirse verdaderamente vista, apreciada y comprendida en un nivel profundo del alma. Sus gestos románticos (las visitas diarias, los regalos, acompañarla a cada evento) hablan de su auténtico deseo de tenerla siempre a su lado.

Para Penélope, esta constancia y la seguridad emocional que proporciona ha sido profundamente sanadora después de su trauma y pérdida de memoria. Anthony no sólo persigue su cuerpo, sino también su mente, su esencia. Su vínculo se basa en una relación intelectual, una comunión filosófica y un profundo encuentro de espíritus afines.

Esta intimidad emocional ha fomentado el espacio para que sus afectos florezcan en un amor que toca cada faceta de sus seres: espiritual, mental y física. Si bien sus exploraciones físicas siguen siendo castas en su mayor parte, la pasión entre ellos es palpable en cada mirada acalorada, en cada roce de manos. Penélope se siente absolutamente adorada.

Su relación física se había convertido en algo embriagador y estimulante. Penélope se encontró perdida en las profundidades de la pasión cuando los besos de Anthony encendieron llamas de deseo dentro de ella. Su toque era a la vez suave y posesivo, provocando escalofríos por su espalda y dejándola anhelando más.

Pero no fue sólo Anthony quien trajo alegría a la vida de Penélope. Su renovada amistad con Eloise Bridgerton le trajo una sensación de calidez y compañerismo que no se había dado cuenta de que echaba de menos. La orientación y el apoyo de Eloise fueron invaluables y ayudaron a Penélope a navegar las complejidades de la alta sociedad con facilidad.

El resto de la familia Bridgerton también ha acogido con entusiasmo a Penélope como una de los suyos, anticipando que ella se unirá a sus filas. Este cálido parentesco ha sido profundamente nutritivo. Ya no a la deriva, Penélope puede sentir una sensación de hogar y pertenencia que irradia el amoroso ecosistema Bridgerton.

Y a pesar del persistente misterio sobre la identidad de Lady Whistledown, la familia de Penélope parecía estar prosperando. Portia Featherington exhaló un suspiro de alivio cuando sus hijas encontraron felicidad y satisfacción en sus respectivas vidas. El compromiso de Prudence le trajo alegría, mientras que la inminente maternidad de Philippa la llenó de anticipación. Y en cuanto a su hija más joven, había encontrado satisfacción en los brazos del hombre al que había llegado a amar, al diablo con sus recuerdos.

A medida que pasaban las semanas, la satisfacción de Penélope con su vida en Londres se hizo más fuerte. Tenía todo lo que podía desear: amor, amistad y un nuevo sentido de pertenencia.

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