De excursión con los Bridgerton

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El aire fresco de la mañana llevaba el aroma de la hierba recién cortada y la promesa de aventuras cuando la persona del vizconde Anthony Bridgerton se detuvo ante la imponente fachada de la casa Featherington. La anticipación corría por sus venas mientras se dirigía hacia la puerta, con pasos decididos mientras se acercaba a la gran entrada.

Antes de que sus nudillos pudieran golpear la ornamentada puerta, ésta se abrió, revelando la radiante visión de Penélope Featherington. Su sonrisa vibrante, cálida y acogedora, ayuda a derretir incluso los corazones más firmes. Anthony se encontró momentáneamente fascinado por su efervescente belleza, y un fugaz suspiro escapó de sus labios.

"Oh. Buenos días, Anthony." Dijo Penélope, con la voz llena de entusiasmo mientras se hacía a un lado para permitir la entrada de Anthony. "He estado esperando ansiosamente nuestra salida".

"Buenos días, Penélope." Saludó, ofreciéndole una cortés reverencia antes de extender el brazo en un gesto caballeroso. "Espero que estés lista para un delicioso paseo matutino".

El ceño de Penélope se frunció ligeramente mientras aceptaba el brazo que le ofrecía, su mirada buscando en el lugar cualquier señal de compañeros equinos. "Anthony..." comenzó, su tono estaba lleno de confusión. "No veo ningún caballo".

Una sonrisa traviesa apareció en los labios de Anthony mientras la guiaba hacia la finca Bridgerton al otro lado de la calle. "Primero nos dirigiremos a los establos de Bridgerton". Él explicó. "Eloise nos espera allí."

A su llegada a los establos, Eloise emergió de las sombras, con el rostro iluminado por una cálida sonrisa mientras saludaba a su más querida amiga con un afectuoso abrazo. "¡Pen! Me alegra mucho verte. ¡Ayer te extrañé!" Ella exclamó, su voz sonaba con afecto genuino. "¿Estás lista para hoy?"

La pelirroja asintió con una brillante sonrisa en sus labios. El trío discutió sus planes para la excursión de la mañana, decidiendo la ruta que tomarían y los caballos que montarían. La mirada de Anthony se posó en Penélope mientras le preguntaba sobre su experiencia montando.

"¿Sabes montar a Pen?" Preguntó el vizconde, frunciendo ligeramente el ceño con curiosidad. Estaba listo para simplemente caminar a pie, asumiendo que él guiaría y sujetaría las riendas de los caballos para las dos jóvenes.

Para sorpresa de Eloise, la expresión de Penélope se iluminó, un toque de nostalgia bailando en sus delicados rasgos. "De hecho, lo hago". Ella afirmó. "Mi papá me enseñó a montar cuando era sólo una niña. El recuerdo ha encendido en mí el deseo de volver a practicar esa habilidad una vez más".

Los ojos de Eloise se abrieron y su boca formó una pequeña 'o' de asombro. "No tenía ni idea de que pudieras montar, Penélope." Ella confesó, su tono teñido con una mezcla de asombro y desconcierto. De alguna manera, la morena se siente culpable al darse cuenta de que hay cosas que realmente no sabe sobre su mejor amiga.

Una suave risa escapó de los labios de Anthony mientras se dirigía hacia los establos, emergiendo momentos después con dos magníficos corceles a cuestas. "Bueno, entonces parece que podemos tener un jinete experto entre nosotros". Comentó, con los ojos brillando de diversión. "Tomaré las riendas de mi fiel corcel, Jack, mientras ustedes dos pueden compartir la gentil yegua, Bella".

Con práctica facilidad, Anthony ayudó a Penélope a montar la yegua castaña, sus manos rodearon su esbelta cintura mientras la subía a la silla. Su toque fue suave y tranquilizador, causando que una calidez se extendiera por la pelirroja ante su proximidad. Una vez que estuvo instalada, extendió la misma cortesía a su hermana, ayudando a Eloise a acercarse sigilosamente detrás de la ágil figura de Penélope. Instintivamente, los brazos de Eloise rodearon la cintura de la joven Featherington, estrechándola en un suave abrazo mientras ella agarraba las riendas.

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