𝓡𝓮𝓼𝓹𝓵𝓪𝓷𝓭𝓮𝓬𝓲𝓮𝓷𝓽𝓮 𝓬𝓸𝓶𝓸 𝓮𝓵 𝓢𝓸𝓵 ✦ 𝓓𝓮𝓪𝓽𝓱𝓭𝓾𝓸

Capítulo 9 - Oseznos.

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El viento hizo que Cellbit levantara la mirada. El frío de la noche fue notorio y su mirada cansada observó como sus compañeros trataban de no quedarse dormidos ante el agotamiento. Suspiró sintiendo su cuello cosquillear fuertemente. Pensó en dónde Missa estaba, la gente ahora se encontraba paranoica y más asustada de lo usual después de que hubieran perdido a los guerreros más fuertes de la muralla. Cellbit se sintió mal por Aldo quien ahora ni siquiera alzaba la mirada hacía nadie para enfrentar miradas. Rivers trataba de hacerlo sentir mejor pero no duraba para siempre. Uno de los soldados habían declarado que Missa se hallaba desaparecido. Habían rumores de que se había visto siendo llevado por un adonis, otros decían que estaba muerto. 

Cellbit suspiró antes de volver a su trabajo, explorar cada rincón, cada sitió en el que no se hallara ningún peligro inminente. Procedió a meterse entre los árboles marchitos para revisar las trampas, dejó algunas nuevas y decidió volver a acercarse a su puesto, donde yacía la entrada de la muralla. Sin embargo, el cosquilleo en su nuca y el chillido bajito que se escuchó entre los arbustos lo hizo detener. Parpadeó confuso antes de girar su cara y mover sus pies hasta estar cerca de aquel ruido. Para su sorpresa no encontró nada al principio, o eso pensó hasta que vió el cuerpo de alguien conocido mirarlo con diversión. 

Roier.

Quiso decir. Pero nada salió de su boca, vió el rostro enterito del contrario. Sus ojos eran rojos, su iris era rojo, su esclerótica era negra, muy negra, sus pupilas estaban afiladas como dagas, observándole como si fuera un conejito de indias. A pesar de ello Cellbit no sintió miedo, era como si fuera la primera vez que veía la cara de su amado, porque por alguna razón no había recordado cuando Roier le había mostrado su cara. Quiso volver a la muralla, Roier ya no era de los suyos, era un mutante, o eso era lo que había dicho Missa. Roier en cualquier instante se lo comería vivo si quisiera. Pero sus piernas le traicionaron y se movieron hasta el cuerpo de la araña, su garganta se sintió seca ante la mirada penetrante que le dedicaba su pareja. Era como caminar en un hilo del cual se rompería y caerías hasta morir.

— Roier... — Finalmente habló pero el contrario no respondió solo rió. Y ahí Cellbit pudo notar como sobresalían los filosos colmillos del contrario. Ligeramente eso generó confusión en este, Roier no tenía esos colmillos ¿Verdad? 

Cuando finalmente estaban lo suficientemente cerca, sintió como las suaves manos de Roier acariciaban sus cachetes con cariño. Incluso juró que sus mejillas tomaron calor ante tal delicadeza, una de sus manos le fue quitando de poco en poco la máscara para que se mostrará su rostro. Sus ojos azules se toparon con los rubí. No supo en qué momento habían terminado por chocar sus labios, no supo en que momento había tomado con su mano los cabellos de Roier para que se acercará más a su boca y no supo porque sintió tanta satisfacción. Roier solo lo abrazaba como si temiera que se fuera o que simplemente se tratará de alguna alucinación. Cellbit notó algo más en el beso, un sabor a sangre, pero no era suyo ni de Roier, cosa que lo confundió. Roier mordió su labio inferior juguetonamente antes de separarse, Cellbit abrió sus ojos con sorpresa al ver un gran hilo de sangre que los unía. Lamió sus labios involuntariamente eliminando cualquier rastro de ese líquido carmesí.

Tocó con confusión parte de su boca antes de botar en su mano un pequeño trozo de ¿Carne? Estaba cruda. Sus ojos azules se dilataron como si hubiera sido drogado, tragó en seco antes de volver a mirar a su pareja quien sonrió de lado aún sin decir ni una palabra. Cellbit suspiró temblorosamente antes de devorar el trozo de carne. Se sorprendió al ver la emoción con la que Roier volvía a besarlo, más fuerte, más exigente, definitivamente más delicioso. Sus brazos rodearon el cuello de la araña, sin importarle que alguien los viera, sin pensar en nada más que estar en los brazos de su amado. Hubieron mordidas, lamidas, pasión, y Cellbit sentía que se derretía con cada muestra de afecto. Cuando finalmente volvieron a separarse se miraron con deseo.