Capítulo 18 - Adonis Artemis.

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Missa despertó en oscuridad. Confundido y asustado empezó a mirar a sus alrededores, más oscuridad, no había luz y parecía estar flotando en el vacío. Miró sus manos, sanas y limpias, como si no hubiera pasado por ninguna pelea. Observó al frente suyo, encontró más negro. Pero a pesar de eso un camino se iluminó, formando pequeños tulipanes para guíarlo. Pronto vió una luz apenas visible, estaba puesta en una gran jaula, llena de alambres con púas. Missa parpadeó con curiosidad antes de ver la gran jaula de oro, con sus barrotes resistentes y irrompibles, un color dorado que no perdería. Para su sorpresa, la puerta estaba abierta, y Philza se encontraba en el centro de ella, sentado y con sus ojos cerrados como si se tratará de una estatua, sus alas negras sin brillar estaban alzadas. Sin tardar, Missa corrió hasta el cuerpo del rubio preocupado de que estubiera lastimado.

Por suerte no lo parecía, pero era obvio que su sueño era profundo. Missa notó algo más, algo en las manos pálidas del adonis que descanzaban en sus propios muzlos. Era una flor, una flor tan amarilla como el sol mismo, brillaba entre toda la oscuridad, junto con el bombillo que soltaba tan solo una pobre luz enroscada en púas. Sus ojos violetas tardaron en observar el rostro lleno de paz del Elenio, sus pestañas rubias igual de atrayentes como siempre y sus labios entreabiertos dando pequeños suspiros como cuando dormía. Se veía pacífico, como las demás veces en las que descanzaba a su lado. Missa tuvo que parpadear tres veces para tratar de concentrarse en otra cosa que no sea la belleza de Philza, eso no lo estaba ayudando. Sus manos temblaron levemente antes de tomar las pálidas de él, tomando también la flor junto a él, espero.. y espero, pero nada pasó.

— ¿Qué...? — Preguntó a la nada. — ¿Por qué? — Murmuró nervioso antes de ver como una grieta aparecía en las manos de Philza por su agarre y la flor empezaba a marchitarse. Missa se apartó con brusquedad viendo como el rubio volvía a regenerarse y la flor volvía a tomar color, sus ojos violetas observaron con miedo. — No, eso no se supone que pase. —

Calma.

Mantener la calma.

Missa respiró nerviosamente antes de tomar valor y volver a tomar las manos del rubio. Más grietas volvieron a salir y Missa tubo que volver a soltarlo. 

Está bien.

Sus ojos violetas se cerraron por unos segundos, pensó en Philza, pensó en su pueblo siendo feliz, teniendo los suficientes recursos como para llevarse bien con los demás seres. Pensó en la guerra cesando, en Aldo reencontrandose con Mariana, felices, sonriendo como si nada más importará. Dió un largo suspiro antes de volver a abrir sus ojos y tomar con delicadeza las manos de Philza. Está vez no hubo grietas, no hubo heridas, solo calma y tranquilidad. La jaula se rompió en pedazos y el suelo se tornó verde, color naturaleza, flores florecierón y el bombillo se transformó en un hermoso Sol resplandeciente haciendo que el cuerpo de Phil se hiciera notar mucho más. Missa observó el rostro del Elenio esperando a que reccionará, necesitaba saber si había funcionado la conección. 

La oreja puntiaguda de Philza se movió, y sus pestañas doradas se levantaron haciendo resplandecer sus bellos ojos azules que fueron a parar a los violetas suyos. Missa sonrió con entuciasmo notando como Phil parpadeaba un montón de veces, con lentitud y sin prisa antes de curvar sus labios en una risa tímida. De prontó la flor dorada empezó a tomar la mitad de un gran color violeta, contrastando con el dorado que emanaba. Missa siseó cuando sintió un pequeño dolor en su hombro, y sus cejas se fruncieron con confusión al notar como un gran tatuaje de una luna empezó a formarse. Intentó mirar al rubio tratando de buscar alguna explicación pero no reaccionó, solo se quedó mirando con un brillo especial sus ojos. Missa notó como Phil volvía a obligar a sus párpados a cerrarse antes de ladear su cabeza hacía él, como esperando algo y Missa nisiquiera sabía qué.

𝓡𝓮𝓼𝓹𝓵𝓪𝓷𝓭𝓮𝓬𝓲𝓮𝓷𝓽𝓮 𝓬𝓸𝓶𝓸 𝓮𝓵 𝓢𝓸𝓵 ✦ 𝓓𝓮𝓪𝓽𝓱𝓭𝓾𝓸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora