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tiroteo , rauw alejandro

Y es que olvidarte no será una tarea simple
Se me congela el mundo siempre que no' vemo'



Cierro mi maleta y salgo de mi cuarto dirigiéndome a la cocina para preparar mi desayuno. Hoy comenzaba la concentración y aunque podía quedarme en mi casa en lugar de dormir en coapa, prefería estar ahí para administrar mejor mi tiempo.

Mi celular comenzó a sonar indicando que me estaban llamando. Era Brian, por lo que contestó en seguida la videollamada.

— ¡Holaaaaa! ¿Sigues en tu casa? — dijo en cuanto me vio.

— Si, apenas voy a preparar mi desayuno. ¿Por qué?

— Bueno entonces ábreme, estoy afuera. — yo me río y agarro mi celular dirigiéndome a la puerta. Cuelgo la llamada y abro la puerta viendo a Brian parado frente a mi.

— ¿Qué haces aquí?

— Vine por ti, así nos vamos juntos a Coapa.

— Mmm... pero si me voy contigo, me tengo que regresar contigo también.

— ¿Y lo malo? — yo me rio y jalo su mano para que entre.

— Bueno, dale. ¿Ya desayunaste? — dije sacando las cosas para hacer mi desayuno.

— No, ¿qué me vas a hacer?

— Sorpresa.

— Odio cuando dices eso.

Yo solo me río y me acerco a él, que está recargado en la isla de la cocina mirándome. Me toma por la cintura y me acerca a él quedando mi rostro a centímetros del suyo.

— ¿Me vas a dar un beso o te lo voy a tener que robar? — dijo susurrando.

— ¿Ya se te está haciendo costumbre, verdad? — dije sonriendo.

— Puede que si...

Me acerqué más a él y pasé mis brazos alrededor de su cuello atrayéndolo más a mi.

Acerqué mi cara a la suya y dejé un beso suave, tranquilo y sin prisa en sus labios. Solo disfrutando del momento. Me separé de él y lo observé detenidamente. Distinguiendo sus pestañas claras, sus ojos azules con un toque de verde en ellos, todos los lunares esparcidos por su cara. Sonreí y dejé un beso corto en su mejilla, separándome de él para hacer el desayuno.

Después de un rato, termino de hacer los hot cakes de avena que estaba preparando y los dejo en la isla para sentarme junto a él. Desayunamos platicando un poco sobre la vida en sí, sobre lo que él creía que pasaría en la liguilla y sobre cómo iba su rehabilitación.

Brian estaba apunto de volver a entrenar en pasto y regresar a las canchas. Su evolución iba genial y se estaba esforzando mucho para poder estar disponible para la final, la cual todos estábamos convencidos de que llegaríamos y que él podría jugar.

Después de desayunar salimos para el club.

— ¿Puedo poner una canción? — dije cuando subí a su coche.

— Mmm... ¿Cuál?

— Solo escúchala. — dije sonriente mientras esperaba a que me diera su celular para poder ponerla.

— Dale está bien, ten. 14 04 03

— ¿Qué?

— Esa es la contraseña, Sof.

— Ah... ¿Cuál? — dije aún algo confundida, él se rió.

— 14 04 03

Desbloquee su teléfono y entre a Spotify buscando la canción que tenía en mente.

RUBIA | brian rodriguez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora