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cómo en los viejos tiempos , edén muñoz

Otra vez sentí bonito
Oficial
¡Todavía no te olvido!







Camino por el estadio dirigiéndome a los vestidores. El partido estaba apunto de comenzar y necesitaba desearles suerte a los chicos. Sé que no era motivadora o psicóloga ni nada por el estilo, pero si una cosa sé es que soy aficionada del fútbol y ellos estaban apunto de jugar una final, de algo tenía que servir mi plática motivacional.

— Aquí estás, pensé que no te vería hasta la cancha. — dijo Brian abrazándome.

— Casi nos da algo, sabes que si no nos deseas buena suerte nos va mal. — habló ahora Kevin.

— Callense, ya llegué.

Entramos al vestidor y me acerqué a Jardine para preguntarle si podía decir unas palabras. Él asintió sonriente y me hizo ponerme enfrente de ellos.

Ya después de tanto tiempo conviviendo con ellos, los nervios habían desaparecido y sé que podria decir todo lo que pienso con confianza y ellos lo tomarán bien.

— Miren chicos, hoy es un gran día. El simple hecho de estar en una final es un gran logro, pero nosotros no somos así. Desde que llegué al América, me han demostrado que siempre se puede y se debe dar mucho más de lo que se exige. Que no debemos conformarnos con nada, siempre ser mejores. Así que hoy es el día, de cada uno de ustedes. Todos han sido fundamentales en esto, cada partido, cada gol, cada pase, cada atajada, fueron importantes para estar aquí. Salgan con todo y hagan orgullosos a todas las personas que confiamos y creemos en ustedes. Los adoro con todo mi ser.

Verdaderamente no sabía de dónde había salido todo eso, solo sé que lo dije desde el fondo de mi corazón. Sé que los chicos son capaces de todo y mucho más. Esta final es suya y nadie podría detenerlos.

Los chicos aplaudieron y gritaron dándose ánimos para el partido. Todos formamos un abrazo grupal y fue tan lindo que casi me pongo a llorar.

Pronto los chicos salieron del vestuario para subir a calentar pero antes de que Brian subiera, se detuvo para esperarme.

— Gracias, rubia. Gracias, por estar aquí. — susurró abrazándome.

— Te lo mereces, la vas a romper okay. Estoy muy muy orgullosa de ti, rayito. — dije dándole un suave beso en los labios para que pudiera subir con los demás a calentar.

La verdad es que dudaba mucho que entrara a jugar, ni siquiera de cambio. Venía de una lesión grave y apenas era su primer partido. Sé que él lo sabe y en el fondo sé que no le importa del todo, él simple hecho de saber que está disponible por si lo necesitan, lo hace sentir orgulloso de sí mismo. Se esforzó muchísimo para poder llegar a la final y lo logró.

Cuando subo las escaleras al campo veo a Miguel parado a la orilla de la cancha observando.

Era su último partido. El último en el América, el último en su maravillosa carrera.

— Disfrútalo. — dije solamente parándome a su lado y observando el campo junto con él.

Miguel Layún, mucho más que una leyenda. Se había convertido en una persona fundamental en mi día a día, era como un hermano. Pero no como Leo, Leo era sobreprotector, se preocupaba y me adoraba más que a nada. Pero Migue, era un cómplice y mi consejero. Lo iba a extrañar muchísimo.

— Te quiero, peque. — dijo rodeando mis hombros con su brazo.

— Yo también. Dale, ve y rompela. — lo abracé y sonreí.

RUBIA | brian rodriguez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora