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algo mágico , rauw alejandro

es algo mágico
¿qué tiene tu mirada que me hipnotizó?, eh






Brian mueve su pierna rítmicamente poniéndome nerviosa.

— Tranquilo, ya verás que todo está bien. — dije mientras tomaba su mano y la entrelazaba con la mía.

Él observó mi mano junto a la suya y su pierna dejó de moverse.

— Pero, ¿y si me dicen que no puedo jugar?

— Bueno si te dicen eso, será por algo. Nadie quiere que te lastimes más, ¿si? Sería por tu bien, pero no va a pasar. Seguro que Fer, te dice que ya puedes jugar la final.

— Gracias. — habló mientras apoyaba su cabeza en mi hombro.

Estuvimos otro rato esperando afuera de la sala de fisioterapia de Coapa, Brian tenía cita con Fer y le diría si hoy mismo podía entrenar con los chicos o si todavía le faltaba más tiempo de recuperación.

Sé que Brian estaba muy nervioso y, para qué negarlo, yo también. Si no le dejaban jugar la final, sé que lo decepcionaría muchísimo.

— Hola Brian, ¿cómo estás? — dijo una asistente de fisioterapia acercándose a nosotros. Yo fruncí el ceño ante el tono que había usado, parecía que se le estaba insinuando.

— Hola, Florencia. Bien, gracias. — contestó el uruguayo sin separarse de mí.

— Dice Fer que ya puedes pasar. — volteó a verme y me recorrió de arriba abajo. — Solo.

La miré mientras me ponía de pie con Brian, sin soltar su mano.

— ¿Por qué solo? Cuando vine con Kevin no me dijo nada. — preguntó Brian.

— Da igual, anda tranquilo. Aquí te espero. — dije volteando a verlo y sonriendo. — Suerte, rayito.

Él sonrió al escucharme, me acerco a él dejando un beso en sus labios y soltando su mano para que pudiera entrar a la sala.

Lo vi entrar y después volteé a ver a la tal Florencia y me miraba con cara de asco.

— ¿Necesitas algo?

— No. — respondió para girarse y dirigirse a otra oficina.

Yo rodé los ojos y sonreí satisfecha. Me volví a sentar sacando mi celular. Tenía que hablar con Leo, si dejaba que pasara más tiempo seguro se enojaría. Además tenía que hablar con él de navidad.

Marco el número de Leo y al tercer tono me contesta.

— Sofía, ¿y ese milagro que te acuerdas que tienes hermano?

— Que exagerado que eres. ¿Cómo estás Leito? — contesté riéndome.

— Genial, aquí en la playa con los nenes.

— Ayyy, que bonito. Mándales saludos, diles que los extraño todos los días.

— Yo les digo.

Hubo un silencio e hice una mueca, sé que era mi momento para hablar.

— Leo… — dije lentamente.

— ¿Qué pasa, peque?

— Tengo que decirte algo.

— Dale, Sofi. Dime.

— Conocí a alguien. — dije así sin más.

— ¿A alguien? — habló confundido.

RUBIA | brian rodriguez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora