Ataque

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Seungmin tomó su café con calma, acarició al gato sobre su regazo y suspiró por milésima vez.

Los chicos se habían ido a la empresa ya hace dos horas y Minho estaba en la habitación del pelinegro junto con Berry. Seungmin se encontraba en la sala de estar, en el sofá, pensando.

Analizaba la situación, se hacía preguntas aleatorias sin respuestas: ¿Realmente van a poder transformarse y volver a sus cuerpos originales? ¿Que podría garantizar que ese noventa por ciento era seguro y confiable? ¿Algún día podría olvidarse de todo esto? ¿Y si los de esa mafia rusa los secuestran? ¿Y si la prensa los descubre y el público se entera? ¿Y si la empresa lo hace? ¿Y si...?

Tenía miedo de nuevo, estaban en peligro. Hace ocho días estaba tranquilo pensando que lo lograrían y luego, de un día para otro, se enteraba que la pastilla tenía diez por ciento de probabilidad para que no funcione nunca, que si no lograban transformarse podrían morir y que una maldita mafia criminal los quería en su poder.

Todo el mal que puede traer el soju aparte de una resaca fea.

Su taza quedó vacía. Observó la ventana, afuera hacia viento, unas densas nubes grises se estaban acercando y Jeongin no había ido a la lavandería a traer la ropa. Ya se encargaría luego de regañarlo. Se levantó luego de dejar a Dori sobre un cojín y fue a la cocina a hacerse otro caliente café.

El invierno se acercaba, así que el cálido clima se estaba enfriando levemente. Puso la cafetera y preparó la taza de nuevo, todo bien hasta que escuchó un ruido seco pero fuerte.

Un ¿Golpe...?

Berry comenzó a ladrar, furiosa, desde su habitación, en donde se encontraban Minho y ella.

Seungmin dejó la cafetera y fue corriendo a la habitación, topandose con una escena que no creería presenciar jamás.

Minho estaba siendo sostenido del cuello por alguien, un hombre vestido de negro que llevaba antifaz, este daba a entender que estaba tratando de estrangular a su mayor, rodeando el cuello y la yugular con sus brazos. El pelirubio intentaba zafarse pero quedó quieto al ver al menor entrar a la habitación, como pudo le hizo señas para que corriera pero este no se movió ni un centímetro del shock.

El hombre tenía una mirada extraña, neutra, sin rastro de emoción alguna. La parte analizadora de Seungmin aún seguía activa, vió que en sus ojos no había ni odio, ni rasgos de psicopatía, no había adrenalina, ni siquiera hacia fuerza por el cuello ajeno y aún así lo estaba ahorcando. Era tan seco que hasta parecía un robot. El desconocido finalmente soltó al pelirubio, quién cayó al suelo, alzó la vista y lo miró fijamente. Fue entonces cuando el miedo hizo que Seungmin recuperara el control sobre su cuerpo y echó a correr por toda la casa, siendo perseguido por el hombre.

Actuó rápido y automático, logró esquivarlo en la sala de estar, entró a la cocina y le tiró el café caliente justo a los ojos. Aprovechó que el hombre se quejaba del dolor y fue de vuelta a su habitación. Entró y cerró la puerta con llave, divisó la ventana abierta y algo clavado ahí. Corrió hacia allí, quitó el gancho con cable de acero que colgaba de esta y la dejó caer más de quince pisos abajo, cerró la ventana y acudió con Minho.

Como pudo lo subió sobre la cama, este se había desmayado por la presión sobre su tráquea y el sobreesfuerzo para poder seguir respirando, tenía el rostro un poco azul. Berry estaba escondida bajo la cama, Seungmin agradecía al cielo por eso, pues así ella no se haría daño.

El hombre volvió a la puerta y con él, el miedo, la puerta estaba siendo fuertemente golpeada mientras el hombre gritaba. Seungmin estaba muy asustado, no contaba con el apoyo de Minho, su celular estaba en el sofá y el hombre estaba a punto de romper la madera.

Fue entonces cuando su vista se nubló y su equilibrio recayó, su mente se convirtió en un tornado, su pecho se oprimió y su respiración se volvió pesado, lo único que sentía en ese instante era temor.

Maldita sea, mal momento para tener un ataque de pánico.

Se agarró el pecho e hizo la técnica del inhala y exhala, logró calmarse a si mismo lo suficiente. Entonces recordó como una vez, viendo una película de acción, él había dicho que sí podría defenderse solo de un ataque, los demás le respondieron que no podría él solo en un intento de homicidio, que no tenía la preparación física, tal vez mentalmente si podría recuperarse si se lograba salvar, pero físicamente no. Él se había enojado tanto.

¿Y que más da? No necesariamente tienes que tener la fuerza física, si tienes inteligencia, sabrás cómo salir de ahí. Solo era cuestión de astucia. Seungmin nunca había sido fuerte físicamente, pero mentalmente si lo era.

Y lo iba a demostrar.

La puerta ya se estaba rompiendo, rápidamente tomó su precioso bate de béisbol autografiada y se colocó del lado derecho de la madera, que estaba demostrando toda su calidad al no ser aún rota. Esperó hasta que por fin, esta cedió y salió volando partida en tres mitades.

El hombre entró hasta el medio de la habitación y miró para todos lados, ignorando a Minho acostado en la cama, estaba por girarse hasta que fue propinado por dos buenos batazos, cortesía de Seungmin. El hombre cayó al suelo, lo revisó y vió que estaba inconsciente, el pelinegro pudo respirar tranquilo.

Colgó el bate en su muñeca y registró toda la habitación y al hombre, encontró un arma que pudo reconocer como una nueve milímetros, agradeció a su tío paterno mentalmente de nuevo por haberle enseñado bastantes armas de fuego y como diferenciarlas, tener un pariente en el cuerpo de policía tenía sus ventajas.

Arrastró al hombre y lo ató de las manos y los pies, luego volvió a arrastrarlo, está vez a la sala, donde pudo llamar a Yoseon. Le contó lo sucedido tras calmarla e intentar calmarse a si mismo al mismo tiempo.

Cuando colgó la llamada, fue a ver a Minho, quien por suerte estaba bien y respiraba correctamente.

Lo arropó y tranco la ventana, tranquilizó a Berry y se la llevó consigo a la sala.

Donde yacía el hombre que había intentado asesinarlos.

¡Maldito Soju!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora