¿Pasa algo?

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Seungmin ya estaba harto.

Es que no lo culpen al pobre, no estaba acostumbrado a tener músculos, tres gatos pegados a su cuerpo todo el día y ser guapo.

Él estaba acostumbrado a caminar ligero, libros, tener una cara... ¿Normal?, según él, su cara era normal así que tener el bello rostro de su mayor le era inquietante. Pero bueno, eso no venía al caso, lo importante era que no se sentía normal, quería ser el Seungmin delgadito y alto de antes, quería su cuerpo de vuelta.

El cuerpo de Minho era ancho, el abdomen era plano, los muslos bastante gruesos, tenía músculos también y JODER, todo el puto cuerpo le pesaba. Caminaba más lento que de costumbre y cuando se sentaba en su cama, los pies no le llegaban al suelo. La gota que colma el vaso es que los gatos de su compañero no habían percibido el cambio y todavía pensaban que él era Minho, así que lo seguían a todas partes, pedían mimos y dejaban su pelo esparcido por todo su cuerpo y habitación, no es que a Seungmin ahora pelinegro le molestaba ese hecho, sino que no estaba acostumbrado y punto.

Estaba tan frustrado.

Mientras tanto, Minho estaba feliz.

Por Dios, era un sueño.

Se sentía ligero, se movía con rapidez, era más alto y no tenía que estirarse mucho, era flaco y la ropa le quedaba suelta así que parecía que andaba desnudo y sentía mucha libertad. Eran ya las seis de la tarde y él estuvo todo el día corriendo por la casa, sonriendo con notable felicidad.

O bueno, su energía bajó un poco cuando vio su ex-rostro moribundo asomándose desde las sombras de la habitación del rubio. Minho se detuvo en medio de la sala de estar, estaba sonriendo libremente y a Seungmin parecía molestarle eso, después de todo, Minho tenía su cuerpo.

— ¿Pasa algo? — cuestionó Minho, todavía dudando de si habría cometido el peor error de su vida arriesgandose a soltar una palabra. Sin embargo, la expresión del menor se suavizó un poco. Lo vio asentir.

— Entonces sentemos y hablemos bien las cosas.

Seungmin se resigno y se sentó en el sofá al igual que su mayor. Este tiró de él y lo abrazó.

Lágrimas, el menor estaba llorando.

Minho entendía su desesperación, más no sabía cómo consolarlo así que solo se quedaron ahí, abrazados, Seungmin sollozó hasta quedarse dormido en el pecho de su mayor ahora peli rubio.

Veinte minutos habían pasado, Minho no pudo levantar al chico, así que le trajo unas mantas y una almohada, lo acomodó para que durmiera tranquilo y lo tapó. Luego fue él a su nuevo cuarto a dormir.

Nueva habitación, obviamente temporal, se sentía raro.

A Minho sus propios gatos no lo querían mucho en estos momentos debido a su cambio físico, sus mascotas no lo reconocían, pensaban que su verdadero dueño era Seungmin, alguien completamente ajeno a ellos.

Por primera vez en horas, Minho no se sintió feliz con su nueva imagen.

Sí, le gustaba el hecho de poder caminar ligero y libre, le gustaba el hecho de poder masticar todo lo que quisiera, le gustaba el hecho de poder alcanzar algunos estantes sin necesidad de butaquitas, le gustaba el hecho de experimentar lo diferente.

Pero extrañaba su cuerpo también, extrañaba a sus gatos. Seungmin no estaba muy feliz, por primera vez en años había llorado frente a Minho sin que sea algo emotivo. Debería de empezar a investigar cómo mierda llegaron a la situación en la que estaban.

Fue ahí cuando se dio cuenta de lo egoísta que había sido y de la gala a la que debía de asistir.

Soltó una palabrota en japonés y se rindió ante Morfeo.

¡Maldito Soju!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora