Decisiones III

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Minho despertó luego de tres horas, lo primero que sintió fue un brazo rodeandole la espalda, una mano sobre su cabeza y el suave y tranquilo movimiento de un pecho en el que él estaba recostado. Recordó y supo que estaba sobre Seungmin.

Levantó la cabeza como pudo y la mano ajena se apartó de ella, al parecer sostenía un teléfono. El pelirubio estaba viendo una de sus tantas series coreanas.

—Buenos días príncipe llorón —se burló el menor.

Minho soltó un quejido, se movió a un lado y se recostó sobre la colcha. Como pudo le dió un golpecito en el abdomen con su puño por graciosito.

—Estúpido, no puedo creer que estes viendo una novela mientras yo dormía sobre tu pecho lleno de mocos y lágrimas secas y luego de haber llorado como nunca —le reclamó, con voz ronca.

—Ay por favor, dramático.

—¿Que tanto ves?

—El amor es como el Cha Cha Chá, estoy justo en la parte en el que Hyejin y el Jefe Hong tienen un romance secreto que intentan ocultar a toda costa aunque el pueblo ya lo sabe — respondió el menor, más interesado en su novela que en su mayor.

—Seungmin, ¿Cuantas veces te haz visto esa serie?

—Solo unas doscientas, la protagonista tiene el mismo nombre que mi hermana y yo le hice un OST, además, está buenísima.

Minho suspiró, el pelirubio no tenía remedio a su locura.

—¿Puedo contarte lo que sucedió?

El menor por fin apartó la mirada del teléfono y la dirigió a su rostro.

—¿Estás seguro? —le preguntó.

Minho dudó ante la pregunta. ¿No sería demasiado contarle?

Al demonio, lo haría.

—Jisung me rechazó.

Seungmin abrió los ojos de la sorpresa y apagó su celular de inmediato, se acomodó y puso toda su atención sobre él.

—¿Como dices que dijiste?

—Para eso no te duele la cadera, ¿No? Chismoso — se burló en venganza por el apodo que se le fue impuesto al principio.

El pelirubio se sonrojó violentamente al darse cuenta de lo que se estaba refiriendo su hyung.

—Maldito gato.

—En fin, vino aquí para sincerarse, me dijo que todo era falso, que fue cuestión de su impulsividad, que confundió cariño con amor, que no le gusto románticamente, que prefiere disfrutar un poco más su juventud porque se está descubriendo a si mismo y que seamos solamente amigos. Y ya está, the end, fin de la historia —resumió sin ganas de nada.

—Ay hyung, es la segunda vez que te veo llorar tan feo —respondió el menor luego de unos segundos sin saber que decir.

—Está bien Susu, no quiero consuelos, comprendí la situación y no me lo tomé a mal, acepte seguir siendo su amigo y todo está bien, solo necesitaba desahogarme y vine a ti porque estás enterado de mi situación y... —involuntaria y repentinamente su garganta se desgarró, las palabras se le quebraron a mitad de discurso, ya no podía seguir mintiendo.

Seungmin lo agarró fuertemente y lo abrazó mientras él se desplomaba de nuevo a lágrimas, sintiéndose pésimo.

—Hyung, ¿Cuantas veces te he dicho que está mal callar sobre lo que sientes? Te repito que está mal mentir sobre ti mismo —le regañó el menor suavemente.

Minho no pudo más y lo soltó todo.

—¿Porqué? ¿Porqué no pude gustarle también así como él me gusta? ¿No fui suficiente? ¿Es mi culpa, Seungmin? ¿Es mi culpa por no haber estado lo suficiente para él como para ayudarlo a encontrarse? Debí haber estado, no debí dejar todo de lado y continuar como si nada... Soy tan inútil... ¿Como pude ser tan ciego? — se culpaba el mayor, llorando bajito — no fui lo suficiente para él, es mi culpa, no debí ilusionarme, debí ayudarlo, yo...

—No, que sea la última vez que digas eso. Necesitas ver más tu realidad, no es tu culpa, no siempre puedes influir en las relaciones interpersonales de los demás. Mira hyung, Jisung hizo bien en sincerarse contigo, se dió cuenta de las cosas y fue inmediatamente para contártelo y no seguir dañandote, tal vez el destino no quiso que estén juntos o tal vez ustedes no eran lo suficientemente compatibles como para estar juntos, pero de todos modos, no es culpa tuya el no gustarle o atraerle de la misma forma en la que a ti te atrae y te gusta él. No te rebajes ni te culpes nunca más por una persona, valorate a ti mismo, ¿Quieres? — le regañó mientras le acariciaba el pelo y le permitía derramar todas sus lágrimas sobre su camiseta — no te guardes todos tus sentimientos y emociones para ti mismo por qué algún día todo saldrá al mismo tiempo y entonces será un caos, siempre te lo digo, cariño.

Minho no respondió, solo lloró un par de minutos más y logró calmarse de nuevo.

—Te dañas a ti mismo tú solo, culpabilizandote por las penas de otros, piensa en ti por favor, en tu persona, en quien eres, quierete más y deja que las cosas fluyan. Si él no quiso, está bien, ahora toca superarlo. Será díficil, lo sé, pero estaré ahí para ayudarte — continuó el menor limpiándole las lágrimas con sus propias manos.

Minho rió amargamente y se dejó mimar. Duraron unos quince minutos abrazados hasta que el mayor pudo tranquilizarse por completo.

Ambos se levantaron luego de eso y fueron al baño para que Minho pudiera lavarse la cara y sonarse la nariz. El menor lo esperó en el marco de la puerta esperando a que un Lee terminara de calmarse por completo.

Por primera vez en su vida, el pelinegro mayor se sintió intimidado ante la presencia de su menor. Se secó el rostro y se volvió hacia él, Seungmin estaba parado con su típica postura recta, mirándole con una expresión dulce desde su alta estatura.

—¿Ya te sientes mejor, Minmin?

Minho espontáneamente fue y lo besó en la boca, siendo correspondido al instante. Sintió sus manos agarrar su cintura con fiereza, se puso de puntillas para lograr estar a su altura. Se dieron dos, tres, cuatro besos, luego simplemente chocaron sus frentes y se quedaron así.

Seungmin ni siquiera tenía que preguntar el porqué de tan repentino contacto, ambos se conocían tan bien que sabía que Minho lo había hecho a modo de agradecimiento por su comprensión. Salieron del baño y cada uno fue por su lado a su respectiva habitación.

Minho se pasó casi toda la noche pensando en lo que Seungmin le dijo.

A las cinco de la mañana pudo llegar a la conclusión de que, efectivamente, tenía razón.

Él era comprensivo con los demás, pero no con su persona misma, él ayudaba a los demás, pero no a sí mismo. En pocas palabras era un imbécil que no se valoraba.

Su menor le había repetido un montón de veces que dejara de mentir cuando se sentía mal y que hablara cuando lo hacía para que los miembros pudieran apoyarlo como se debía.

Pero la pregunta era: ¿Le mentía a los demás o se mentía a si mismo?

Seungmin le había abierto los ojos. Al parecer su grupo de fans no estaba tan equivocado. Su problema era que no expresaba sus emociones muy fuertes, se lo guardaba todo para él mismo, entonces estos sentimientos no afectaban a los demás pero si lo hacían a él.

Los sentimientos fuertes eran como los volcanes, podían pasar muchísimo tiempo dormidos, pero algún día erupcionaban y ocurría lo peor.

Todo esto ya era personal, pero por lo menos había aprendido una nueva lección. Trataría de abrirse más a sus cercanos y sería un poco más empático.

Había llegado a su conclusión final.

Pudo cerrar los ojos y dormir tranquilo y contento justo cuando el reloj marcó las cinco menos cuarto de la mañana.

¡Maldito Soju!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora