"La rarita"

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Al día siguiente en el departamento

- ¡MINNIE! ¡MINNIE! ¡AQUÍ ESTOY! ¡VEN A MÍ! ¡VEN A MIS BRAZOS, CORAZONCITO! —Haerin entraba de golpe a su nuevo departamento con los brazos abiertos y pidiendo por la alta— ¡MINNIE! ¡AQUÍ ESTOY! ¡VEN Y DEJAME ABRAZARTE! —lejos de cesar con el pedido de cariño, Haerin lo aumentaba. Eran pasadas las horas del mediodía y la sala del departamento estaba llena de todas las cajas que ellas mismas habían embalado, pero que una empresa se había encargado de trasladar.

- ¡HAERIN! —Danielle llegaba detrás de la pelinegra con su mal humor de siempre, aumentado aún más, porque en sus brazos cargaba una de las cajas con "objetos importantes" que no pensaba dejar que los de la mudanza maltrataran— ¡DEJA DE LLAMAR A LA RARITA! —Protestó— Ni la conoces. Cuando veas el aspecto que tiene, no vas a querer abrazarla —afirmó dejando la caja arriba de la mesita del comedor.

- Dani, no seas mala —la reprendió sentándose en el piso para empezar a desempacar— Tú sabes, y tu mamá ya te lo ha dicho, que por más que nosotras seamos ultra millonarias, no podemos despreciar al resto de los normales —explicó a su forma. Uno de los primeros negocios de Pham Marsh Investment había sido un colegio de danzas que había quedado a cargo de la bailarina. Actualmente era una de las cadenas más prestigiosas de esos estudios— Además, anoche tú misma me contaste que la persona que vivía aquí tenía cara de perrito —agregó.

- Sí, pero te dije cara de perrito aplastado por un camión que traslada tanques de guerra, Hae —la corrigió mientras trataba de llegar a la heladera de la cocina esquivando cajas.

- Pero un perrito al fin —Haerin se quedaba con lo que quería— ¿Crees que sepa bailar, Dani? Porque sino yo podría enseñarle… ¡YA SÉ! —¡PLIMP! Idea— Podría hacer que fuera a mis clases, Dani —una idea no tan buena.

- No me hagas reír, Hae —Danielle ya había llegado a la heladera y la estaba inspeccionando con perfección— El único baile que debe saber esa tipa, es el del caballo que canta el chino idiota ese. Y se lo debe haber aprendido de la cantidad de veces que seguramente un policía le ha ordenado que ponga sus manos al frente para poder esposarla. De paso también deberían haber llevado preso a ese tipo, por robar tanto tiempo con esa canción —No le alcanzaba el tiempo para quejarse— ¡DIOS! —El portazo de la heladera demostraba la intensidad del carácter de Danielle— Ni una cerveza tiene este cochino departamento —dijo— Apuesto a que la rarita se emborracha a las noches con alcohol de cuarta. Vamos a tener que tener la heladera con llave, Hae… ¿Contaste las cajas como Hanni pidió? —le preguntó la australiana a la chica con la cual mantenía una relación casual.

- Sip —Haerin no dio más información y siguió sacando cosas.

- ¿Y? —Danielle quería un número.

- ¿Y qué? ¿Crees que a Minnie le quedará bien este tutu? —La castaña alzaba un tutú rosado que parecía haber sido usado por alguno de los hipopótamos de Disney en la película Fantasía.

Justo cuando Danielle estaba por insistir acerca del número de cajas, Hanni aparecía en la puerta junto con el jefe de la mudanza a su lado— ¿Contaron las cajas? —preguntó sin indirectas y sin mirar a sus amigas, estaba más interesada en localizar el cuerpo de la chica alta que no había podido sacarse de su cabeza en toda la noche.

- No te preocupes —la calmó Danielle— Al parecer la rarita no está. Estamos a salvo, por ahora —agregó.

- Son 23 cajas, Han —contestó la castaña bailarina desde el piso.

- Están todas —dijo el hombre de la mudanza respirando tranquilo. Apenas la pelinegra intimidante le había exigido que subiera con ella, para confirmar que hubiese llegado todo lo que ellas habían empacado, se había puesto nervioso.

No soy para ti (Bbangzas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora