No soy para ti (Bbangzas)

"¿Tu cuarto o el mío?'

Mismo día en la noche: en el departamento

- ¡Mierda! —era la única forma de expresarse que tenía Hanni cada vez que miraba el reloj. Ya eran la una de la noche y no había indicios de que Minji pisara el departamento. Apenas pasó la puerta del estudio de tatuajes, salió decidida a esperar a que la chica llegara a su departamento y hacerle las miles y miles de preguntas que tenía dándole vueltas en la cabeza desde que la conoció. Pero esperar a Minji no estaba siendo nada fácil.

La tarde entera había sido un suplicio. Primero fue Danielle quejándose por todo, desde la poca presión que Hanni había puesto sobre Minji acerca del tatuaje, hasta de como Haerin le había dado el teléfono a ese "calvo seguramente recién salido de la cárcel", según palabras de la misma australiana. Por supuesto que esto desató una pelea entre ambas chicas dejando nuevamente a Sunoo, que aún seguía un poco agitado por el susto que le pegó Minji, y a la misma Hanni entre medio de ellas nuevamente. Y por supuesto que después de eso, todo siguió con Haerin yéndose a dormir al departamento de Sunoo y con Danielle yendo a algún bar de mala muerte a buscar cualquier chica con la que pudiera pasar la noche. Objetivo que la australiana cumplió a la perfección, porque horas más tarde, cuando Hanni estaba empezando a leer un libro que le ayudara a pasar más rápido el tiempo, su amiga cayó con una pelinegra ebria que fue a parar derecho a la habitación de su socia. La pelea de Haerin y Danielle fue el único momento que Hanni no quiso ver que Minji aparecía por la puerta, si llegaba a ver la dramática forma en la que Haerin lloraba y la exagerada forma en la que Danielle la trataba, la empresaria estaba segura que se quedaba sin su socia. No conocía a Minji, pero por la forma en que se había preocupado por la bailarina, Hanni dedujo que la alta tenía un lado protector muy desarrollado.

Otra de las cosas que Hanni optó por hacer ese día con vistas a que el tiempo fuera más rápido, fue llamar a sus padres. Ella venía de una familia muy unida y donde el respeto, cariño y comunicación nunca habían faltado, por eso tanto sus padres, su hermana o ella, se encargaban de hablar a diario y de decirse cuanto se extrañaban.

La conversación con su padre fue desde campeonatos de golf, a obligar a que Hanni le prometiera que los iba a visitar, a cuánto extrañaban a Hanni en Los Ángeles, a recordarle cuánto Daniel detestaba al vago de su novio, hasta los negocios de Hanni en New York. Por su parte, Maggie, su madre, le contó acerca de cada preparativo que la pareja estaba llevando a cabo para el aniversario de sus bodas de plata, le chismeó acerca de su vecino y la manía del hombre de mirar a su madre mientras esta toma sol en la pileta, despotricó también en contra de su novio y finalmente, para sorpresa de Hanni, le preguntó por Minji.

Ahora bien, estos dos últimos temas consultados por cada uno de sus padres, eran dos mundos distintos para Hanni. Mientras, en los negocios la pelinegra se movía como un pez en el agua, con Minji parecía el padre de Nemo entre las anémonas, sabía que si hacía un paso en falso se podía quemar o algo parecido. Hanni tenía un talento natural para los negocios, ya desde chica lograba que el estúpido vecinito de la casa donde creció, le cambiara el delicioso helado de dulce de leche cubierto en chocolate por su sana manzana, para ella era simple y todo le resultaba a su favor. Con la alta era distinto, con Minji sentía que perdía cada vez que hacía un intento para acercarse a ella. Con la tatuadora, Hanni sentía que era la última en ser reconocida, Minji no parecía tener la misma debilidad que ella sentía por la chica. En fin, todo el mundo a Minji le era desconocido y eso la frustraba cada vez más. Por eso, después de que se encargó de contarle a su madre la poca información que tenía, estuvo más decidida que nunca a quedarse hasta la hora que se enfrentaría a la alta, su madre le había hecho ver cosas que quizás a ella se le estaban pasando y por eso ahora estaba recostada en el sillón, con uno de sus libros preferidos y cada vez que miraba el reloj y volvía a insultarlo— ¿Cuándo llegarás, Mi-