Mismo día a la tarde, en la oficina de Hanni
- Así como lo oyes, Maggie, así como lo oyes —le aseguró Danielle a través del el manos libres de su celular. La australiana había tenido varios asuntos que atender hasta el mediodía, pero ya de tarde, iba rumbo a la oficina con todas las intenciones de indagar a su socia acerca de los acontecimientos de la noche anterior— ¿Cómo que si estoy segura de lo que digo, Maggie? —Danielle estaba poniendo al tanto a la señora Pham de la información que manejaba— ¿Tengo que repetírtelo? ¡Dios! Haerin me hizo explicarle mis deducciones como tres veces esta mañana… bien —se resignó— Abre bien tus viejas orejas. Evidencia número uno —empezaba el recuento de la investigación realizada por Danielle— Las últimas en dejar el edificio la noche anterior fuimos Olivia y yo —aseguró— Y cuando nos fuimos, la rarita… —Danielle giró los ojos ante el reproche de la madre de su mejor amiga— Bueno, bueno… MINJI —destacó— la rarita —murmuró para ella, no había otra forma de reconocer a la pelinegra para la australiana que no sea esa— Seguía esperando a la testaruda de tu hija en el lobby, y estoy muy segura de que no se iba a mover de ahí hasta no verla —de hecho ella misma le había dado permiso para que se quedara siempre y cuando Danielle podía pasar a ver al Mercedes Brabus, pero esa extorsión no tenía por qué saberla nadie más que ella y la rarita— Sí, sí, ya sé que la rubia culona de tu hija… —automáticamente Danielle frenó el auto para ver si no estaba Minji para corregirla— ¡Dios! La rari me ha vuelto una psicótica perseguida, ahora no puedo hacer mis bromas sobre el trasero de Hanni sin pensar que en cualquier momento la rari me corta por partes y me mete en unos de sus freezers —y dale con eso— Como sea… ya sé que la rubia culona de tu hija estaba enojada con ella, que se encerró en su oficina sin querer ver a nadie y que no hay nadie más cabeza dura en el mundo que Hanni, pero… —y esto era muy importante— Maggie… la rari es el virus que atraviesa absolutamente todas las paredes protectoras que tiene Hanni en sus sistema —Danielle estaba actualizada— Y cuando digo todas, me refiero a absolutamente todas. ¡Por Dios, Maggie! Tú viste con tus propios ojos la cara de tonta enamorada que pone cada vez que la rarita está cerca… ¡Exacto! —al parecer la señora Pham le había dado la razón— Y eso que ni siquiera la viste toda verde defendiendo su territorio el otro día —por otro día se refería a aquella tarde en que ella y Hanni fueron a ver los nuevos inquilinos de Minji y se encontraron con una pequeña sorpresita— La tendrías que haber visto toda celosa, Maggie, más que Hulk era "La increíble Hanni". No paró hasta que todas las pertenencias de la tipa nueva estuvieran afuera del edificio, y la rari la miraba con su cara torcida y toda confundida… ¿El chico? –Maggie, que al parecer estaba muy al tanto de la situación, preguntaba por el otro inquilino— Por favor… —Danielle soltó la carcajada justo mientras entraba a la cochera del edificio— Después de que vio como Hanni echaba a patadas a la otra tipa salió espantado de allí —al parecer la pelinegra se había quedado de nuevo sola en su departamento— En fin... —a conversación se había desviado— Evidencia número dos, tu hija no volvió a dormir al departamento y… —Danielle giró los ojos— ¿Puedes ser más negativa? ¿Cómo qué se puede haber quedado llorando en la oficina? —Maggie no quería ilusionarse— Primero, todavía no sabemos si tu hija es capaz de llorar y no derretirse y segundo, que uno de los principios supremos e inquebrantables de Hanni es: "Tu casa es mi casa, pero mi oficina no es tu casa" —era cierto, la rubia lo tenía como una política de trabajo para todos sus empleados. Era muy útil a la hora de evitar que empleados emparejados entre ellos trajeran sus problemas personales al trabajo, o evitar que alguna mujer despechada apareciera a hacer líos en las oficinas, o para que ninguno de sus empleados abusara de los recursos de la empresa para uso personales— Y además tengo una tercera prueba que está aportada por nuestra testigo oficial, la secretaria de Hanni. Olivia me aseguró que Hanni le ordenó suspender todas las reuniones del día —parece que Olivia no había soltado la lengua en cuanto a Minji se trataba— ¿Escuchaste eso, Maggie? Hanni, la obsesionada por el trabajo, la señorita trabajo hasta los feriados, la mujer dinero, volvió a suspender reuniones importantes y de miles de millones. Yo no sé qué piensas tú, Maggie, pero a mí esto me huele a rarón por todas partes —dio su no tan desacertada opinión— ¡Ja! —la australiana soltó la carcajada— Tú porque no lo has visto en vivo y en directo, porque cuando tengas la suerte de hacerlo como yo, no vas a querer volver a ver el pequeño manicito de Daniel… —otra reprendida de la mujer que vivía en Los Angeles le hacían girar nuevamente los ojos— Como sea, Maggie, como sea. El asunto es que tengo razón y lo sabes, tu hija está loquita por la rari y ahora mismo estoy por entrar al ascensor rumbo a averiguar la verdad de lo que aconteció en este edificio ayer en la noche. Y cuando lo sepa, tú y Haerin me van a dar la razón, la rubia culona está prostituyendose por el rarón… mira eso, me salió un trabalenguas —el ascensor abría sus puertas— Luego actualizo información, ahora me tengo que ir… —el último giro de ojos— No Maggie, ya te dije que no voy a participar en tu pinchada de forros… además no creo que funcione —la australiana estaba al tanto de los deseos de su amiga de usar otro método para cuidarse— Y tampoco quiero que mi amiga se arruine la vida siendo madre tan joven, sólo yo sé lo difícil que es tener una hija a esta edad… —las risas de Maggie traspasaron el auricular del celular— ¿Perdón?¿Cuál es el motivo de la risa? ¡Por supuesto que soy madre! ¿Cómo que de quién? ¿No te suena el nombre Xinyu o Dani Junior como le dice Haerin? Recuerdo el día del parto como si fuera ayer, cuando aprendió a caminar, su primer día en el jardín —Danielle tenía una película en su cabeza— Es igualita a mí. Faltan varios días para que vengas y la vas a conocer… ¡MAGGIE! —las carcajadas de Maggie cada vez eran más grandes— Estúpida madre de la rubia culona —cansada de escuchar risas cerró la llamada y se metió al ascensor— Vamos a ver quién carajo le cuenta las noticias ahora, vamos a ver quién mierdas le da nietos porque pienso hacer que Hanni se cuide con anticonceptivos de elefantes… —Danielle seguía refunfuñando mientras bajaba del ascensor— Ninguna mujer sensata se puede casar con ese viejo decrépito que se cree que juega bien al golf… ya lo sabía yo.
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No soy para ti (Bbangzas)
RomanceHanni, una máster en negocios, está acostumbrada a tener todo y a todos bajo su control junto a su socia y mejor amiga: Danielle. Con un chasquido de dedos, Hanni consigue todo lo que quiere. Sin embargo, su vida comenzará a cambiar cuando tenga que...