"5 muertes + 5 errores= 1 arrepentimiento"

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Lunes a la noche, en el nuevo departamento

- ¡HOGAR DULCE HOGAR! —Danielle hacía su entrada al nuevo departamento. Haerin y Hanni venían detrás de ella con menos entusiasmo por no decir, con casi nada. Después de abandonar el viejo departamento, fueron a comer algo por ahí para esperar que el equipo de mudanza contratado hiciera su trabajo. No fue hasta tres horas después que le avisaron a Danielle que ya estaba todo listo— ¡ESTO SÍ QUE ES VIDA! —agregó la australiana recorriendo el lugar con sus brazos abiertos— ¡ESTO SÍ QUE ES LUJO! —cualquiera que la estuviera viendo o escuchando, pensaría que el lugar estaba bañado en oro— ¡ESTE ES EL PALACIO QUE SE MERECE LA GRAN DANIELLE MARSH! —sus delirios de grandeza hacían acto de presencia.

- Tampoco es para tanto —Haerin hacía que la australiana bajara un poco de las nubes.

- ¿Qué no es para tanto dices? ¡POR DIOS, HAE! ¡MIRA ESTA SALA! —El departamento tenía una enorme sala de estar, las paredes estaban pintadas de un blanco pulcro y del techo colgaba una encantadora lámpara moderna.

- A mí me gustaba la sala del departamento de Minnie —dijo Haerin.

La australiana hizo oídos sordos al comentario de la bailarina y siguió inspeccionando— ¡WOW! ¡MIRA ESTA DECORACIÓN! —Sobre las lisas paredes habían pinturas que tanto Danielle como Hanni reconocían fácilmente a diferencia de la bailarina. La rubia pudo distinguir una copia bastante mal hecha de "El beso" de Gustav Klimt.

- A mí me gustaba la decoración del departamento de Minnie —otra vez puntualizó Haerin.

Danielle soltó un simpático y fuerte resoplido— Por favor, a eso no se le puede llamar decoración. No se le puede decir decoración a paredes sin revocar, ni pintar y mucho menos a las telas de araña que colgaban de ellas.

- ¡OH DIOS! ¡OH DIOS! ¡MIREN ESTO! ¡MIREN QUE VISTA! —La australiana no demoró en apretar un botón de un pequeño control que había sobre una mesita con una pequeña lámpara y las traslucidas cortinas de una enorme ventana se abrieron. En realidad, esto era la razón del alto precio del departamento más allá de la ubicación. Una de las paredes era totalmente de vidrio y formaba un enorme ventanal que dejaba ver casi toda la ciudad. Las cortinas que cubrían la vista eran de color crema y de una tela traslucida, al parecer los ventanales estaban equipados con blackout o algo así le habían explicado a Danielle.

- A mí no me gusta —observó Haerin— Ya no están los simpáticos chicos del departamento de enfrente, que me gritaban cosas lindas o que jugaban al dígalo con mímica conmigo —dijo con nostalgia.

Danielle la miró enfadada— Esos tipos son unos pajeros, Hae. Nada de simpáticos —le aclaró— Y las señas no eran mímica, ni mucho menos un juego —más de una vez la australiana les había respondido con sus propias señas.

Cuando Haerin estaba por protestar de nuevo, la australiana la interrumpió— Además, eso es lo de menos… ¡POR DIOS! ¡MIRA ESTOS PISOS! ¡MIRA ESTOS MUEBLES! —Los pisos del departamento eran todos de fina madera. En el medio de la sala, cerca del enorme ventanal, habían dos gigantes sillones de color marfil, enfrentados uno al otro y solo separados por una no tan pequeña pero sí baja, mesita redonda con vidrio al centro, que tenía una adorno bastante raro pero lujoso en su centro, algo así como una caramelera muy parecida al pensadero de Albus Dumbledor si me preguntan. Al costado de uno de los sillones había una alta lámpara y sobre ellos varios almohadones forrados con un estampado estilo cebra muy interesante.

Haerin se cruzó de brazos, estaba negada a ver lo mismo que Danielle— Estos pisos no son como los de Minnie…

- Porque les faltan todas las huevadas que la rarita tiraba en el piso —respondió cansada— Le faltan baldosas rotas y le falta la cochina y sucia alfombra donde podría dormir cualquier tipo de perro pulgoso.

No soy para ti (Bbangzas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora