Primer lugar.

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El Salvador abrió los ojos y lo primero que vio fue la oscuridad total, una negrura que se extendía infinitamente y que era tan vacía como el espacio mismo, luego miró sus manos que brillaban levemente y eran translúcidas, de hecho todo su cuerpo estaba así y se encontraba flotando en la nada misma, como si su alma se hubiera desprendido de su cuerpo y estuviera en una especie de viaje astral; fue ahí cuando entendió que estaba soñando otra vez, era como el quinto sueño de ese estilo que tenía.

—¡Oye, grandulón!

Le escuchó a una voz desconocida salir de la nada misma, Salva se sobresaltó y comenzó a buscar en todas direcciones al dueño de esa voz y para su sorpresa a quien vio fue a Júpiter. Anteriormente, cuando soñaba, siempre se le aparecía la Tierra pero ahora estaba con Júpiter.

—Ey, ¿Qué cuenta el equipo dinamita?

Le escuchó decir al grandote con esa agradable voz que tenía, y fue ahí cuando se dio cuenta que no estaba solo y que habían cuatro satélites frente a él.

—Ah, nada. Oye, me aburro así que buscaremos a la Luna perdida de Saturno, ¿Te parece bien?

Esa era la voz que había escuchado en un principio, El Salvador lo miró atentamente y al examinar su tamaño y superficie se dio cuenta de que se trataba de Ganimedes, la luna más grande del Sistema Solar. Pasar tiempo con NASA le había ayudado a conocer mejor a los cuerpos celestes.

—Ok, pero no vayan muy lejos y aléjense del cinturón de asteroides y de planetas extraños.

Dijo Júpiter y a El Salvador le dio ternura que se mostrara preocupado por sus satélites, aunque solo se tratara de un sueño.

—Si, si, nos vemos.

—Ok, cuídense.

—¿Estarás bien sin nosotros?

Cuando las lunas galileanas se estaban yendo, la más pequeña de ellas al que Salva podía identificar como Europa, se quedó un momento atrás y le hizo esa pregunta al planeta.

—Su gravedad apenas tiene efecto en mi, son muy pequeños, no se preocupen y diviértanse.

Respondió Júpiter sin preocupación alguna. A El Salvador le pareció razonable su respuesta pero se dio cuenta de que algo extraño sucedía cuando Europa le dedicó una mirada sombría al planeta, luego ella se fue con los demás con el ceño fruncido y una mirada enojada. El Country quedó muy confundido por esa reacción y quería saber que pasaba, pero antes de que pudiera averiguar algo comenzó a sentirse extraño y su cuerpo empezó a brillar mucho hasta que finalmente despertó en su cama estando conmocionado, cada vez que tenía esa clase de sueños se despertaba de la misma manera.

Estando un poco alterado se levantó y abrió la ventana de su habitación para respirar el aire fresco mañanero, eso calmó casi de inmediato sus nervios. El Salvador no podía evitar preguntarse por qué soñaba esas cosas y que significado tenían, también tenía la duda de si debía contárselo al Señor Spherical ¿No sería exagerado hablarle sobre unos sueños que ni llegaban a durar un minuto? A él le apenaba molestar al Señor Spherical por algo tan banal. Pero pensándolo bien tampoco perdía nada con decírselo, mejor era prevenir que lamentar así que decidió invocar su teléfono para enviarle un mensaje contándole su último sueño, pero entonces se percató de que tenía un montón de notificaciones de sus hermanos preguntándole donde estaba y por qué no llegaba y se asustó, ¿Se había olvidado de algo importante?

—Puya, la asamblea general de ONU —recordó de golpe.

Ese día todos los Countryballs se reunirían con ONU/OMS en el salón de asambleas para evaluar la salud de todos, El Salvador no sabía cómo andaban sus números pero era evidente que ya no estaba muriéndose como la última vez que tuvieron esa evaluación, aún así era importante presentarse a la reunión y a él se le había olvidado. Así que sin perder más tiempo se aseó un poco antes de salir a toda prisa para los edificios de ONU, ya se comunicaría con el Señor Spherical cuando tuviera tiempo.

Dos mundos, un universo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora