El Salvador (1/2)

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31 de Mayo de 1722.

Una luz intensa comenzó a brillar en medio de la oscuridad como partículas luminosas que habían sido encendidas; una brisa suave comenzó a arremolinarse en torno a ese punto de luz que sin previo aviso se dividió en cinco partes, y fue entonces cuando cinco objetos salieron de la inexistencia para formar parte de la existencia. La luz se fue y el viento se disipó.

Lo primero que El Salvador sintió fue caer sobre una superficie suave y acolchada, era muy cómoda e invitaban a sus ojitos a cerrarse y descansar. Le dio sueño y casi acepta la invitación de quedarse dormido cuando sintió movimientos a su alrededor, la curiosidad lo obligó a abrir sus pequeños párpados muy en contra de su voluntad para mirar de que se trataba.

Resulta que no estaba solo, en medio de las suaves sábanas habían varios pares de ojitos que lo contemplaban y se observaban entre si, todos con miradas curiosas e inocentes. Estaban descubriendo el mundo y lo primero que conocieron fueron a ellos mismos.

El Salvador sintió una calidez en su interior que lo hizo sonreír, los otros cuatro también sonrieron. Comenzó a sentir como en su corazón se formaba una conexión sentimental con ellos que lo hizo sentir pleno, completo y dichoso; los demás también lo sintieron. Dicha sensación lo hizo tener paz interior, calma y alegría, se sentía protegido, a gusto y en absoluta tranquilidad, al igual como sabía que ellos lo sentían.

Desde el primer momento de sus vidas los cinco Country’s conectaron sus lazos de hermanos.

—No, es muy tarde, dejadme dormir lo que me queda de noche —en ese instante escucharon por primera vez la voz de un ser vivo, pero no fue de ninguno de ellos, la voz provenía de un lugar afuera de las cálidas sábanas que los envolvían—. Marchaos a vuestros aposentos y no me molestéis más.

Entonces la voz extraña abrió una puerta y entró con una vela en la mano iluminando la oscura habitación, cerró de nuevo y se acercó a su cama con el fin de tomar su tan ansiada siesta pero ese deseo se vio frustrado en cuanto vio cinco bolitas de colores que no deberían estar ahí.

—¡¿Qué?! ¿Pero que hacéis…? —España se quedó anonadado al ver cinco Countryballs en su cama que nunca antes había visto, eso solo podía significar una cosa—. Oh no… más hijos.

Dijo sin mucho entusiasmo. No era la primera vez que le pasaba pero sí era la primera vez que aparecían tantos, la ocasión anterior tuvo la esperanza de que fueran los últimos hijos que el universo le mandaría pero se equivocó, al parecer el universo quería darle una enorme familia, ¿Cuántos hijos llevaba ya? ¿Trece?

—Esta bien, terminemos con esto ¿Tenéis nombre, hijitos míos?

Al escuchar esa pregunta cada uno de los recién nacidos Countryballs escucharon un susurro en sus mentes que les decía sus nombres, y fue el más grande de ellos quien habló primero.

—Nicaragua.

—Costa Rica —contestó enseguida de forma tímida su hermanito a su lado.

—Honduras —dijo más animado su otro hermano.

—Guatemala —dijo la única niña de los cinco.

—¿Reino de Guatemala? Ahora veo, vosotros correspondéis a Centro América —mencionó para si mismo España. Le preocupaba que salieran tantos países de una geografía tan escasa. Al ser así de pequeños serían débiles, en especial ese chiquitín que era el más pequeño de entre los pequeños—. ¿Qué hay de ti pequeñuelo? ¿Cuál es tu nombre?

—El Salvador —contestó con una voz gentil e inocente.

—Que cosa tan curiosa —dijo un poco sorprendido. No esperaba que alguien tan pequeño y débil tuviera un nombre tan especial—. ¿A quien vais a salvar? ¿Acaso podréis salvarte a ti mismo? ¿Qué será de tu vida, pequeñuelo?

Dos mundos, un universo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora