Countryballs

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El bullicio en el Salón de Asamblea de la ONU era considerable, todos los Countryballs del mundo estaban reunidos en sus propios grupos esperando a que iniciara la sesión, todos sumergidos en sus propios temas de conversación dando como resultado un hermoso desastre auditivo de diferentes voces y dialectos.

Entre ellos se encontraba Rusia junto a su hermana Bielorrusia mirando con cierto disgusto a la lejanía dónde estaba Ucrania hablando con OTAN demasiado alegre para opinión del ruso. Desde hace un tiempo el ucraniano venía haciéndole varios desplantes en favor de ese idiota aún sabiendo que ellos no se llevan bien, no le gustaba esa nueva amistad que estaba haciendo su hermano, pero lo que menos le gustaba era que estuviera ignorándolo.

-No entiendo que le ve, yo soy mucho mejor que él.

-Talvez solo quiere alguien nuevo con quién hablar -Belarús ya estaba harta de las quejas y esos "celos de hermano mayor" de Rusia. De hecho, le tenía cierta envidia a Ucrania por atreverse a hablar con alguien fuera de su círculo social, pero esto era algo que jamás le diría al ruso.

-Literalmente tiene cientos de opciones a su alrededor ¿Por qué tiene que ser precisamente con él?

-¿Preferirías que hablara con América?

-Eventualmente terminará hablando con él si se sigue juntando con OTAN.

Entonces, en ese momento, Ucrania por fin dejó de hablar con el susodicho y pasó junto a ellos de camino a buscar un asiento, una oportunidad que Rusia aprovechó para reclamarle sus acciones.

-Creo haberte dicho que no me gusta tu reciente cercanía con OTAN.

-Y yo creo haberte respondido que soy un país independiente que puede juntarse con quién quiera.

-Las cosas con OTAN nunca son tan simples ¿Crees que no está buscando algo de ti?

-Si quiere algo, deja que sea yo quien lo averigüe -Ucrania no deseaba empezar una discusión así que intentó irse de forma rápida, pero el ruso tenía otros planes.

-¿A dónde vas? Siéntate junto a nosotros.

-¿Ah? Si... ¡No!... No puedo, ya quedé de sentarme junto a Polonia y Alemania.

Y justo al terminar de decir eso se fue corriendo, más bien volando, para no tener que enfrentar el nuevo disgusto que sabía que tendría Rusia por "abandonarlo", y afortunadamente lo hizo, porque la mirada enfadada que le lanzó lo habría atemorizado. Por otra parte, Bielorrusia no corría con la misma suerte ya que ahora tendría que aguantar las quejas incesantes de un Rusia amargado.

No muy lejos de ahí, Taiwán estaba acomodándose en su asiento y ocupándose de sus asuntos cuando notó cerca suyo a un compañero que había sido su amigo. Un sentimiento de pesar lo invadió al recordar la reciente ruptura de su amistad, pero rápidamente fue reemplazado por confusión al ver lo mucho que le costaba subirse a su asiento; es verdad que las bancas eran un poco altas y que su ex amigo era una bola pequeña pero eso nunca había sido un estorbo para él. Después, su confusión se transformó en preocupación cuando lo vio de frente y se dio cuenta de lo cansado que se veía, era como si estuviera enfermo.

Cuando El Salvador se percató de que estaba siendo observado fijamente, se avergonzó de que fuera Taiwán quien lo admirara en tan lamentable estado. La vida no lo había tratado muy bien últimamente y no quería que su ex amigo, a quien él había decidido dejar, lo viera y sintiera lástima de su condición, pero ya era muy tarde para esconderse y cambiar de asiento, solo le quedaba saludarlo tímidamente y tratar de ignorarlo todo lo que durara la reunión. Taiwán le devolvió el saludo, talvez ya no eran amigos pero eso no significaba que hubiera rencores entre ellos; talvez, solo un poco de decepción.

Dos mundos, un universo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora